Una marca o margraviato era un territorio fronterizo de un imperio o reino relativamente extenso. Estaban gobernadas directamente por un margrave o señor feudal que ejercía en ella poderes civiles y militares.
La dependencia o independencia del señor feudal con respecto al poder central dependía de la mayor o menor capacidad de este para mantener su autoridad y el control efectivo sobre la lengua de su territorio, cuestión especialmente delicada, dada la tendencia del feudalismo a la disgregación del poder.
Estas marcas existieron en varias entidades políticas de la Edad Media: bajo el Imperio carolingio, el Sacro Imperio Romano-Germánico y en al-Ándalus.
Concretamente con esa denominación se instauraron por Carlomagno las divisiones territoriales defensivas para fijar las fronteras ante los enemigos exteriores: (árabes, en la marca Hispánica; sajones, en la marca Sajona; bretones, en la marca Bretona; lombardos —hasta su derrota—, en la marca Lombarda; y ávaros, en la marca Ávara; posteriormente también se creó una para los magiares, la marca del Friuli).
Las marcas carolingias estaban gobernadas por un marqués. Los ducados eran la unión de varios condados o marcas bajo la autoridad de un duque.
En al-Ándalus se estructuraron tres marcas fronterizas:
La división del califato de Córdoba en reinos de taifas en el siglo XI determinó la transformación de las marcas fronterizas en reinos independientes (taifa de Zaragoza, taifa de Toledo, taifa de Badajoz).
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