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Margarita Gil Roësset



¿Qué día cumple años Margarita Gil Roësset?

Margarita Gil Roësset cumple los años el 3 de marzo.


¿Qué día nació Margarita Gil Roësset?

Margarita Gil Roësset nació el día 3 de marzo de 1908.


¿Cuántos años tiene Margarita Gil Roësset?

La edad actual es 116 años. Margarita Gil Roësset cumplió 116 años el 3 de marzo de este año.


¿De qué signo es Margarita Gil Roësset?

Margarita Gil Roësset es del signo de Piscis.


¿Dónde nació Margarita Gil Roësset?

Margarita Gil Roësset nació en Las Rozas.


Marga Gil Roësset (Las Rozas, provincia de Madrid, 3 de marzo de 1908-28 de julio de 1932), escultora, ilustradora, poetisa española perteneciente a la Generación del 27. Se la considera una niña prodigio y una escultora formidable e inclasificable, que fue admirada en su época por la intelectualidad. Murió muy joven por lo que su polifacética obra es escasa, aunque de gran valor. Sus ilustraciones inspiraron al escritor e ilustrador Antoine de Saint-Exupéry para su obra de El principito, quien las conocía por su habituales visitas a España.[1]

Forma parte de la saga familiar de mujeres artistas: su hermana fue la escritora Consuelo Gil Roësset (1905-1995), su tía fue la pintora María Roësset Mosquera (1882-1921), su prima la pintora Marisa Roesset Velasco y su sobrina la poetisa y fotógrafa Marga Clark.[2][3][4]

Marga Gil Roësset nació en Las Rozas, a las afueras de Madrid, en 1908. El parto fue complicado y los médicos le auguraron una muerte prematura, pero su madre se negó a dejar morir a su segunda hija y consiguió sacarla adelante.[3]​ Más tarde nacieron sus hermanos Pedro (1910) y Julián (1915).[5]

Tanto ella como su hermana mayor, Consuelo Gil Roësset, tres años mayor que ella, crecieron en un ambiente ilustrado y fueron educadas en casa bajo la tutela de su madre, Margot Roësset, que les inculcó el gusto por el arte, las apremió a crear cuentos y las instruyó para ser cultas, hablar cuatro lenguas, viajar, visitar museos y asistir a conciertos de música clásica.[6]

Gil Roësset fue una niña prodigio. A los siete años ya mostraba una extraordinaria capacidad para el dibujo. Es de esta edad la obra más temprana que se conserva de ella, un cuento que escribió e ilustró para su madre. Pero este talento queda patente con la publicación en 1920 de un cuento de su hermana titulado El niño de oro, primorosamente ilustrado por ella.[5]

En 1923, en París, ambas hermanas publicaron otro cuento, Rose des Bois. Marga tenía 15 años en ese momento y ya había alcanzado la maestría. Fue entonces cuando dio un giro absoluto y empezó a dedicarse a la escultura. Su madre siempre había querido rodear a sus hijas con lo mejor y siguiendo esta línea la llevó a Victorio Macho, escultor español, precursor de la escultura contemporánea española, que se negó a darle clase por miedo a estropear su talento. Fue, por tanto, completamente autodidacta. En palabras de José Francés, como escultora “Marga ES”.[5]

En 1929 José Francés, crítico de arte, escribió un artículo en La Esfera sobre sus esculturas en el que defendía su obra.[7]​ En 1930, a los 22 años, presentó un Adán y Eva cercano en su orientación a Iván Mestrovic y el expresionismo europeo en la Exposición Nacional de Bellas Artes, obteniendo un notable éxito,[8]​ y fue por ello entrevistada por Rosa Arciniega en la revista Crónica. En 1931 concurrió a la exposición anual del Círculo de Bellas artes, al Concurso Nacional de Escultura y sus libros y dibujos se expusieron en la Exposición Internacional del Libro de Arte, organizada por la Asociación Internacional del Libro de arte francés en el Petit Palais de París.[9]

Marga Gil Roësset y su hermana Consuelo eran admiradoras de Zenobia Camprubí, conocida por ser traductora del poeta bengalí Rabindranath Tagore, y casada con Juan Ramón Jiménez. En 1932, en un recital de ópera, Marga Gil Roësset y el matrimonio fueron presentados por la austríaca Olga Bauer-Pilecka. La escultora quedó enamorada del poeta. Por otra parte decidió de inmediato hacer un busto de su admirada Zenobia Camprubí.

Se unieron diversos factores (falta de confianza, su juventud y un amor arrebatado e imposible hacia Juan Ramón Jiménez), que la hacían infeliz y decidió suicidarse. Marga Gil Roësset se pegó un tiro en la sien a la edad de 24 años el jueves 28 de julio a las seis de la tarde. Justo antes le había entregado a Juan Ramón Jiménez una carpeta amarilla, pidiéndole que no la leyese en ese momento. Dentro de la carpeta, Juan Ramón encontró el diario de esta precoz ilustradora y escultora en el cual le confesaba su amor por él.[10]​ La última anotación de su diario decía:

«... Y es que... Ya no quiero vivir sin ti... no... ya no puedo vivir sin ti... tú, como sí puedes vivir sin mí... debes vivir sin mí...», «Mi amor es ¡infinito...... La muerte es... infinita... el mar... es infinito... la soledad infinita... ... ... yo con ellos... ¡contigo!... Mañana tú ya sabes... yo... con lo infinito... lunes, noche», «Pero en la muerte, ya nada me separa de ti... solo la muerte... ... solo la muerte, sola... y, es ya... vida ¡tanto más cerca así... ... muerte... cómo te quiero».[11]

También dejó cartas a su hermana, a sus padres y a Zenobia Camprubí. Su muerte destrozó a tres generaciones de su familia (a sus padres, a sus hermanos y a sus sobrinos). En 1933 se publicó un libro póstumo de canciones, con texto en francés y español de su hermana Consuelo, música de su cuñado, José María Franco, y tres ilustraciones suyas, una de las cuales se supone que fue imitada en Le petit prince de Antoine de Saint-Exupéry. Juan Ramón Jiménez quedó impresionado por el hecho, al que dedicó varios poemas, y consagró a la autora una de las semblanzas literarias contenidas en sus Españoles de tres mundos.[2]

Según Nuria Capdevila-Argüelles, «su trayectoria impresiona por el cambio de género artístico (del papel, la acuarela y la tinta a la madera, la escayola y el granito) y estilo (del modernismo a la vanguardia) en un tiempo muy breve. En poco más de diez años, menos de la mitad de su corta vida, despliega su pericia como ilustradora, usando tinta china y acuarela sobre papel. Después domina la técnica del vaciado en escayola y bronce para alcanzar a continuación una sorprendente maestría en la talla de madera, aplicando, a finales de su vida, martillo y cincel a la piedra y al granito».[4]

Gracias a su escultura, Marga Gil, quien se instruyó por sus propios medios, fue aceptada en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1930 y de 1932. Su mejor escultura fue el busto Zenobia Camprubí. En el ámbito de la ilustración, combinaba modernismo y simbolismo e ilustraba los cuentos que escribió Consuelo Gil Roësset de Franco, su hermana. Es probablemente uno de los ejemplos más duros y singulares del expresionismo español.[8]

En junio de 1930 se la entrevistó gracias al protagonismo de su escultura Adán y Eva en la Exposición nacional de Bellas Artes. Marga Gil Roësset argumentaba sobre su manera de trabajar: “Yo siempre intento operar sobre mis esculturas de dentro afuera. Es decir, trato de esculpir más las ideas que las personas. Mis trabajos, en cuanto a la forma, podrán no ser muy clásicos; pero, por lo menos, llevan el esfuerzo de querer manifestar su interior”.[12]

Antes de suicidarse, Marga Gil trató de destruir toda su obra pero en el año 2001, el Círculo de Bellas Artes de Madrid mediante una exposición y varios artículos de prensa (ABC Cultural 1997) consiguieron recuperar lo que quedaba de sus esculturas (lo más dañado en su afán destructor), sus acuarelas y sus dibujos en tinta china. La Fundación Juan Ramón Jiménez también ha contribuido a la preservación de las obras mediante la inauguración de una exposición sobre la escultura de Marga en la Casa Museo de Moguer.[13]

El diario que dejó a Juan Ramón Jiménez se publicó en 2015.[17]

En 2019 su obra formó parte de la exposición Dibujantas, pioneras de la Ilustración en el Museo ABC.[18]

En 1933 se publicó un libro de canciones con texto en francés y español de su hermana Consuelo, música de su cuñado José Mª Franco, y tres ilustraciones de Marga Gil. Una de esas ilustraciones es tan parecida a las de la obra de El Principito de Antoine de Saint-Exupèry que se considera posible que se inspirara en ellas, sobre todo teniendo en cuenta que este escritor había visitado España con asiduidad.[1]



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