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Margarita María de Alacoque



Santa Margarita María Alacoque (Verosvres, Francia, 22 de julio de 1647 – Paray-le-Monial, Francia, 17 de octubre de 1690) fue una monja católica francesa que perteneció a la Orden de la Visitación de Santa María, conocida por haber recibido las famosas apariciones del Sagrado Corazón de Jesús que ocurrieron donde hoy se sitúa la Basílica del Sagrado Corazón (Paray-le-Monial).

Nació el 22 de julio de 1647 en la pequeña aldea francesa de Hautecour, perteneciente al territorio de Verosvres, pequeña ciudad cercana a Paray-le-Monial. Recibió el bautismo el 25 de julio. Era la quinta hija de 7 hermanos. Sus padres fueron Claude Alacoque y Philiberte Lamyn.

Después de fallecer su padre, en diciembre de 1655, fue internada en el pensionado de las religiosas clarisas. Desde entonces empezó a vivir una vida de sufrimiento que supo encauzar hacia Dios: “Sufriendo entiendo mejor a Aquél que ha sufrido por nosotros”, decía.

Tuvo una enfermedad que la inmovilizó durante cuatro años en los que estuvo en cama y de la que se curó milagrosamente por intercesión de la Virgen María: “La Santísima Virgen tuvo siempre grandísimo cuidado de mí; yo recurría a Ella en todas mis necesidades y me salvaba de grandísimos peligros...”

Después de muchas dificultades para convencer a sus parientes de su convicción a formar parte de la famosa Orden de las Visitandinas, por fin logró Margarita lo que tanto deseaba, entrar en el monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial el 20 de junio de 1671.

El 27 de diciembre de 1673, en la festividad de san Juan Evangelista, sor Margarita María, que tenía 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo la primera de sus visiones de Jesucristo, que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes.

En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó:

Según el testimonio de Margarita, el mencionado Corazón estaba rodeado de llamas, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y del interior emergía una cruz.

Después de dicha visión, Margarita destacó entre sus hermanas por su fervor ante el Santísimo Sacramento y obediencia en todo lo requerido de su persona, cumpliendo fielmente sus obligaciones. La superiora del convento de Paray-le-Monial le encargó ser ayudante de las hermanas de enfermería y se dedicó a este oficio con una caridad sin límites. Sin embargo, tuvo mucho que sufrir, ya que la enfermera casi nunca aprobaba la labor que realizaba, aunque Margarita ponía todo su empeño en cumplir su oficio, esta labor nunca llegaba a contentarla a pesar de tomar para sí los trabajos más penosos y lo más costoso a la naturaleza, en su autografía, lo deja así expresado:

Por otra parte, como religiosa, era considerada un modelo. En la despensa del convento Margarita se hacía servir unas porciones de alimentos que jamás se hubiera atrevido a servir a otra persona. Apenas oía la llamada del campanario, dejaba todo lo que estaba haciendo para acudir a su oficio sin miramientos por su estado de salud y sin permitirse el menor alivio.

También hubo otra situación que fue causa de gran abnegación para Margarita. Se trata de una natural repugnancia que tenía toda la familia de Margarita hacia el queso, lo cual constato en la forma siguiente.

Otra dificultad para Margarita fueran las acusaciones hacia ella acerca de su extrema devoción "mística". Pues sus superiores le indicaban que esas formas de espiritualidad no iban con el espíritu de la Orden de la Visitación. Miraban con recelo sus experiencias como sujetas a ilusión y al engaño. Y así dudaban sus superioras el permitir que Margarita hiciese sus votos de profesión y le mandaron que le pidiese al Señor que la hiciese útil a la santa religión por la práctica exacta de todas las observancias. Esto Margarita lo llevó al Señor el cual le respondió:

Las visiones le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos de su entorno, hasta que fue puesta bajo la dirección espiritual del jesuita san Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo atrás se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad.

La discusión en relación a la misión y virtudes de santa Margarita María continuó por varios años. Se examinaron la totalidad de sus acciones, sus revelaciones, de sus máximas espirituales y de su enseñanza de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús que ella había expuesto. Finalmente, la Sagrada Congregación de Ritos emitió un voto favorable y en marzo de 1824, el papa León XII la proclamó venerable, y el 18 de septiembre de 1864, Pío IX la declara beata. Fue incluida en la nómina de los santos por Benedicto XV el 13 de mayo de 1920.

Sus restos reposan bajo el altar de la Capilla en la Basílica de Paray-le-Monial, donde son venerados por numerosos fieles.



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