El marquesado de Villabenázar es un título nobiliario español, del reino de Sicilia, creado el 2 de noviembre de 1666 por el Rey Carlos II en favor de José Jacinto de Sámano y Urbina, señor de las villas de Villabenázar y Cidamón en la Rioja y Bergüenda y Comunión en Álava, castellano perpetuo de Laguardia.
Su denominación alude a la «villa» de Villabenázar o Villabenazar, de señorío del concesionario, enclavada en el municipio de Grañón en la Rioja Alta. Dicho lugar figura en nomencladores anteriores a la división provincial de 1833 como «granja de señorío» del marqués de su título, situada en la antigua provincia de Burgos, partido de Santo Domingo de la Calzada y obispado de Calahorra y la Calzada.
El marquesado de Villabenázar se sucedió siempre como título español, ocasionando dos pleitos —en el siglo XVIII y en el XXI— y fue rehabilitado dos veces:
El concesionario del marquesado poseía un mayorazgo fundado en 1537 por Juan de Sámano, su bisabuelo materno, I señor de Villabenázar, comendador de la Orden de Santiago, prestamero mayor de Vizcaya, secretario del Consejo de Indias y gentilhombre de Boca de S.M. el Emperador, quien le hizo merced del monopolio de las escribanías mayores del Gobierno y Audiencias y Chancillerías de Indias. A este vínculo quedó sujeto también el título de marqués.
Dicho Juan de Sámano fundó el mayorazgo por escrituras de 1537, 1539, 1551 y 1554, y con facultad real del Emperador dada el 28 de septiembre de 1537. Vinculaba las jurisdicciones, oficios perpetuos y patronatos que poseía, y cuantiosos bienes y rentas, con obligación para los poseedores de llevar en primer lugar el apellido de Sámano, de usar sus armas, de mantener por principal la casa de Santo Domingo de la Calzada, y de enterrarse en la capilla que había fundado en la Catedral de esta ciudad.
El fundador llamaba a poseer el vínculo en primer lugar a sus hijos varones por orden de su nacimiento y por agnación rigurosa, y si faltare su descendencia agnada llamaba a la descendencia femenina de los varones con distintos llamamientos. Y si faltare la descendencia de sus hijos varones llamaba a la de sus hijas por agnación fingida, instituyendo cabezas de línea en sus yernos. Y después llamaba a la descendencia femenina de sus hijas con llamamientos regulares. Y después a otras líneas con diversos llamamientos.
Como más abajo se expondrá por menor, varias de estas cláusulas entraron en vigencia conforme ocurrieron los casos previstos. El mayorazgo se sucedió primero por agnación, hasta que en 1606, por muerte del V señor de Villabenázar, quedó extinguida la descendencia agnada del fundador y toda la descendencia de sus hijos varones. La siguiente línea llamada a suceder era la de Isabel de Sámano y Mendoza, hija del segundo matrimonio del fundador, mujer del capitán Juan de Urbina, cuyos descendientes debían suceder por orden de primogenitura agnaticia. A la varonía Urbina pertenecíeron los siete u ocho primeros marqueses de Villabenázar, que se sucedieron en un orden atípico porque en más de una delación fueron preteridas las hijas del causante en favor de varones más alejados en grado. Y solo cuando se extinguió la varonía Urbina, el mayorazgo pasó a regirse por llamamientos regulares.
El II marqués falleció hacia 1687 dejando dos hijas de corta edad, y sobre la sucesión de su casa se entabló un pleito entre Antonio Francisco de Urbina, su hermano supérstite, y la marquesa viuda, que actuaba en representación de Teresa de Sámano, su hija primogénita. Y pese a la ventaja en grado de la sobrina, la sentencia fue favorable al tío porque la casa de Villabenázar estaba vedada a las mujeres mientras quedasen descendientes varones agnados del concesionario del marquesado.
El 1.º de marzo de 2000, a Lorenzo Álvarez de Toledo y Mencos le movió pleito su pariente el conde de Torrejón sobre mejor derecho al marquesado de Villabenázar. La sentencia, favorable al demandante, fue dictada el 22 de octubre de 2001 por el Juzgado de Primera Instancia n.º 48 de Madrid y declarada firme por resolución del 5 de junio de 2002, cuando ya había fallecido el demandado. En ejecución de la misma,
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