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Melino



Melino (en griego: Μελιννώ) fue una poetisa de la Antigua Grecia en un período desconocido, más probablemente en la época de esplendor del Imperio Romano (hacia el siglo II).[1][2]Juan Estobeo dice que nació en Lesbos, no obstante su obra tiene características del dialecto dórico.[3]

Utilizó la misma forma métrica que Safo de Lesbos. La única obra de Melino que llegó a nuestros días (a través de Estobeo) es una Oda a Roma. Es un himno a la diosa que personifica a la potencia antigua. Al final de cada estrofa existen pausas que pueden guardar relación con el modo de ejecución del himno, en cinco momentos sucesivos o estaciones de un ritual (quizás una procesión) en honor a la diosa Roma. Su final abrupto, sin ruegos, puede entenderse como que no es una divinidad a la que implorar a la que está dedicado el himno, sino a la hipóstasis de un poder hegemónico.[4]​ Fue parte del clima de una época que favoreció una literatura filorromana.[5]

Estobeo había entendido que la oda no estaba dedicada a Roma sino a la fuerza (ambas palabras son homófonas y homógrafas en griego), confusión señalada por Hugo Grocio.[6]​ Es posible que Melino haya explotado conscientemente la ambigüedad de la palabra.[7]​ Hasta el siglo XIX se atribuyó este poema a Erina, cuya autoría es imposible cronológicamente.[8]


χαῖρέ μοι, Ῥώμα, θυγάτηρ Ἄρηος,
χρυσεομίτρα δαΐφρων ἄνασσα,
σεμνὸν ἃ ναίεις ἐπὶ γᾶς Ὄλυμπον

σοὶ μόνᾳ, πρέσβιστα, δέδωκε Μοῖρα
κῦδος ἀρρήκτω βασιλῇον ἀρχᾶς,
ὄφρα κοιρανῇον ἔχοισα κάρτος

σᾷ δ' ὐπὰ σδεύγλᾳ κρατερῶν λεπάδνων
στέρνα γαίας καὶ πολιᾶς θαλάσσας
σφίγγεται· σὺ δ' ἀσφαλέως κυβερνᾷς

πάντα δὲ σφάλλων ὁ μέγιστος αἰὼν
καὶ μεταπλάσσων βίον ἄλλοτ' ἄλλως
σοὶ μόνᾳ πλησίστιον οὖρον ἀρχᾶς

ἦ γὰρ ἐκ πάντων σὺ μόνα κρατίστους
ἄνδρας αἰχματὰς μεγάλους λοχεύεις
εὔσταχυν Δάματρος ὅπως ἀνεῖσα

Salve, Roma, hija de Ares,
marcial soberana de áureo ceñidor,
que ocupas en la tierra un venerable Olimpo,

Solo a ti, sublime, te concedió el Destino
la imperial gloria de un poder infrangible,
para que, dueña de un vigor soberano,

Bajo tu yugo de potentes riendas,
el pecho de la tierra y del mar gris
se ve embridado. Y tú pilotas sin yerro

El poderoso tiempo, que todo lo derrota
y que muda la vida, de un modo a cada uno,
solo a ti la brisa del poder que hincha tus velas

Pues tú sola de todos, los más poderosos
guerreros y grandes das a luz,
como si dieras rica mies del fruto de Deméter,

Salve gran hija del ardiente Marte,
Roma que ciñes bélica corona,
Y del Olimpo en el erguido alcázar

Diote a ti sola la caduca parca
La regia vara de ignominias horra,
Y de suprema potestad el cetro

Tú, con robustas ataduras, ligas
Del mar la espalda, y de la tierra toda,
Y de los pueblos el seguro estado

La edad ligera, que la humana vida
Turba, y conmueve, y todo lo trastorna,
Date buen viento: ni en tu gran fortuna

Porque tú sola entre la humana estirpe
Gente produces fuerte y valerosa,
Y hombres procreas mucho más que espigas



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