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Mike Wilson



Mike Wilson (San Luis, Misuri, 1974) es un escritor estadounidense-argentino radicado en Chile.

Aunque nació en Estados Unidos, la mayor parte de su infancia y su adolescencia las pasó en América del Sur. A los tres años de edad llegó a Chile, con su padre norteamericano y su madre argentina; a los siete se trasladaron a Asunción, Paraguay y, finalmente, se instalaron en Buenos Aires, donde Wilson hizo la mayor parte de su enseñanza básica y toda la secundaria.[1]

La familia regresó finalmente a Estados Unidos después de que su padre entrara en la diplomacia norteamericana bajo la presidencia de Jimmy Carter y Wilson ingresó en la Universidad de Cornell, Nueva York, donde estudió literatura hispánica y donde conoció a Edmundo Paz Soldán.[2]

Regresó a Chile en 2005 después de doctorarse y obtuvo un puesto de profesor de literatura inglesa en la Universidad Católica; desde entonces reside en este país.

En 2008 publicó El púgil, texto en el que "las referencias van desde la obra y vida de Roberto Arlt hasta la estética de Blade Runner. O desde el clásico cómic trasandino El Eternauta hasta la voz de Orson Welles leyendo La guerra de los mundos". Si esta es una novela argentina, Zombie (2009) no: nos cuenta la historia de unos adolescentes que han sobrevivido a la destrucción de La Avellana, con un "devastador panorama de lo que alguna vez fueron casas perfectas con patios perfectos para familias perfectas".[1]​ Los muchachos que sobreviven, "abandonados a su suerte, terminan comportándose como zombies adictos a la metanfetamina".[3]

En vísperas de publicar su segunda novela, Wilson fue fichado por la agencia de Guillermo Schavelzon,[4]​ lo que signifícó su paso de la pequeña editorial Forja a Alfaguara, que sacó también su tercera novela, Rockabilly (2011). Novela esta que "es un aterrador viaje hacia esos parajes alejados de las grandes urbes estadounidenses que Wilson conoce bien, donde malviven hombres y mujeres en busca de sus sueños rotos, en medio de noches que parecen no acabar jamás".[5]

Mauricio Montiel ha dicho en Letras Libres que "lo mejor de la narrativa latinoamericana contemporánea se está gestando lejos del centro y cerca de la periferia", y que buen ejemplo de esta tesis son estas dos novelas de "Wilson, rara avis que ha decidido dar la espalda al bullicio del downtown –léase establishment– literario para encarar la aparente quietud suburbana con una mirada llena de inquietud; y digo y subrayo “aparente” porque en el poderoso díptico suburbano integrado por Zombie y Rockabilly [...] esa paz va revelando un sustrato de violencia contenida que acaba por aflorar de maneras insospechadas y abiertamente perturbadoras".[6]

Su quinta novela, Leñador (2013), marca un viraje en varios sentidos. "Me interesaba la posibilidad de escribir sin narrar, sin la necesaria acción que todos esperan", explicó Wilson, quien aseguró que esta es la última obra de ficción que publique. El autor "renunció a una posición de privilegio en el medio literario nacional" y terminó su vínculo con el agente Guillermo Schavelzon y Alfaguara para publicar su novela en un pequeño sello chileno, Orjikh. Además, cerró su blog y su cuenta en Facebook; su nombre no aparece en la portada del libro. Como dice el crítico y escritor Patricio Jara: "Un retiro pacífico y silencioso. Justamente, como el retiro del leñador" que protagoniza su última novela.[7]

José Promis, por su parte, explica que, "para llevar a cabo su proyecto desacralizador y rupturista, Mike Wilson ha echado mano de elementos característicos de la cultura popular, cultura periférica durante la época de oro de las grandes narrativas continentales.[8]

Después de publicar Leñador, Wilson declaró que abandonaba la ficción, y su siguiente libro, Wittgenstein y el sentido tácito de las cosas (2014) parecía confirmar esta decisión; sin embargo, después retormó a la narrativa. En 2016 escribió Scout, "una historia bastante tradicional en su narración", que editó en formato de fanzine y que dejó "en algunas para que la regalaran". Y a principios del año siguiente publicó Ártico: una lista en Fiordo, una pequeña editorial de Buenos Aires que había reeditado su Leñador. El texto —que en sus palabras "es un inventario de impresiones, una nouvelle en verso, un poema largo, una lista"— lo había escrito en 2015 un Ushuaia, en un viaje a la Patagonia argentina.[2]

"En el momento que escribí Leñador no quería saber nada con narración. Necesitaba alejarme y no tenía muchas ganas de seguir publicando ficción. Era lo que honestamente sentía en ese momento y creo que todavía un poco", dice Wilson sobre su regreso a la ficción, además de reconocer que ha "hecho trampa" después de aquella novela al escribir Scout. Este actuar suyo lo explica así: "Fue una forma de no estar en el circuito oficial. Lo mismo que publicar en Argentina. Esa distancia me tranquiliza. Ahora publicó de nuevo, pero Ártico tampoco es una narración convencional. Disfruto mucho escribir, me hace bien, es necesario. Pero el proceso que viene después, no tanto. El trabajo con las editoriales y la promoción en los medios no son situaciones en las que me siento muy cómodo".[2]




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