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Mineralogía topográfica



La mineralogía topográfica o mineralogía geográfica consiste en el estudio de los minerales de una zona geográfica concreta, que puede ser una sola mina, una región o un estado. Incluso, en los inicios de la mineralogía como ciencia, se publicaron algunas a escala mundial. Junto con el examen individual de los minerales, la mineralogía topográfica se ocupa también del examen de las paragénesis y de aspectos como la geología, la petrología y la historia minera. Esta también relacionada con la mineralogía de ejemplares, y consecuentemente resulta fundamental para la correcta atribución de las localidades de ejemplares en museos y colecciones, lo que ya fue resaltado por Berzelius.[1]​ Esta atribución precisa es necesaria no solamente en los ejemplares de exhibición, sino sobre todo en aquellos que se utilicen en investigación. La mineralogía topográfica representa también la forma de aproximación a los minerales más relacionada con los factores culturales propios de una población dada.

Aunque casi todos los tratados de mineralogía incluyen información sobre las localidades donde se encuentra los distintos minerales, los estudios destinados específicamente a estudiarlos en su entorno aparecen a mediados del siglo XVIII. La primera publicación en castellano destinada específicamente a la mineralogía topográfica es Materiales para la geografía mineralógica de España y de sus posesiones en América, obra de Christiano Herrgen, publicada como una serie de artículos en la revista Anales de Historia Natural.[2]​ A principios del siglo XIX se llevan a cabo publicaciones sobre otros países, e incluso a nivel mundial, con el libro de Carl C. Leonhard Handbuch einer allgemeeinen topographischen Mineralogie, cuyo primer volumen se publicó en 1805 (con los minerales en orden alfabético, de la A a la I) y el segundo, con el resto, en 1807; en 1809 publicó un tercer volumen, como suplemento e índice.

A lo largo de más de dos siglos se han publicado varios miles de obras de mineralogía topográfica, principalmente artículos y monografías locales y regionales, y también un cierto número de libros a escala nacional . La primera recopilación general de estas obras fue llevada a cabo en 1948 por Spencer[3]​. Otras recopilaciones a tener en cuenta son las de Smith[4]​, a escala general, y las de Smith y Cook[5]​ y Smith[6]​ para Estados Unidos. Este último país no cuenta con una mineralogía topográfica general, pero si con monografías para la mayoría de sus estados.

Clasifica los minerales según el sistema de Naumann y Zirkel. Describe 153 especies reconocidas entonces en Argentina.[7]

Se describen los yacimientos argentinos de 248 especies minerales. En 1983 se publicó una nueva edición, con Angelelli de Brodtkorb, Gordillo, y Gay como autores, que alcanza las 466 especies, y en 1994 un anexo de Brodtkorb y Gay, que llega a las 683.[7]

Se publicó una traducción al alemán, y sucesivas ediciones en castellano en 1943, 1945, 1955 y 1967.

Se publicó una nueva edición ampliada, en 8 volúmenes, entre 1957 y 1966, con un total de 3.608 páginas.


Corresponde a la segunda edición de su tratado de mineralogía, muy ampliada en comparación con la primera (publicada 1845) en cuanto a localidades chilenas, por lo que puede considerarse una mineralogía topográfica. Publicó varios suplemenetos, una nueva edición en 1879, y nuevos apéndices en 1881, 1883 y 1884.[8]

Entre 1901 y 1927 publicó diversos artículos sobre los minerales de Colombia, y finalmente el libro indicado.[9]

Dado los problemas que tuvo para que se publicara en España, en 1902 publicó una versión más corta en Alemania, con la colaboración de A. Tenne, con el título Die Mineralfundstätten der Iberischen Halbinsel, incluyendo algunos yacimientos protugueses. La edición española está basada en la clasificación de Groth, y se describen en ella los yacimientos de casi 300 especies, manteniendo los yacimientos portugueses de la edición alemana. [10]En el año 2000, la Sociedad Española de Mineralogía publicó una edición facsímil.

En este libro se señala la presencia en España de 1.230 especies minerales, en unas 10.000 localidades distintas. Cada tomo incluye algunas láminas con fotografías en color. En total, la obra sobrepasa las 5.000 páginas.[11]

La edición original, en cinco tomos, consta de 3.766 páginas. En 1977 se publicó una edición facsímil, con el título Mineralogie de la France et de ses Anciens Territoires d’Outre-mer, añadiendo además otro tomo con un apéndice, en total 4.021 páginas.[11]​ Además de los yacimientos de Francia y sus colonias incluye también los de las regiones fronterizas de los países limítrofes.

Esta obra, que se publicó en el tomo 11 del Boletín del Instituto Geológico de México, sigue la clasificación de Dana, e incluye 311 especies minerales, aunque sin referencias sobre los datos.[12]

El libro fue preparado como catálogo de una colección de minerales para enviar a la exposición de Paris de 1878, e incluye la descripción de 652 muestras. El mismo año se publicó una traducción al francés, A. Chaix et Cie, Imp. Centrale des Chemins de Fer, París. En 1880 publicó un Apéndice al catálogo razonado de los minerales del Perú, de 32 páginas.

Publicado como el "Tomo II" del libro anterior, contiene la descripción de 1617 muestras de minerales peruanos, extractada por Jorge A. Broggi de los cuadernos manuscritos que dejó Raimondi tras su muerte, en 1890.

Se publicó simultáneamente una edición en ruso, que llegó solamente haste el volumen 5, publicado en 1866. Como indica el título, se trata de recopilación de datos, sin pretender ser exhaustivo ni en especies minerales ni en yacimientos, dada la extensión del territorio y las dificultades de viajar en la época. El atlas representa la introducción en Rusia de la cristalografía morfológica.[13]Se considera la mineralogía topográfica más importante del siglo XIX.[14]



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