El mito del progreso es el concepto que refuta la idea de que toda la sociedad humana, o alguna parte de ella, han experimentado una evolución normativa en una dirección positiva hasta el presente o que seguirá haciéndolo en el futuro. Según esta teoría un ejemplo del mito del progreso sería en el contexto de la ciencia, en la que se considera parte del cientificismo. El mito del progreso ha sido estudiado bajo varios contextos diferentes. Uno de esos contextos es el psicológico, que atribuye a motivos subconscientes ciertas creencias en el progreso como forma de suplantar a los mayores mitos típicamente basadas en la religión.
Para Montague David Eder (1932) los adelantos científicos, políticos y tecnológicos de la civilización conducen a un mayor descontento y la pérdida del control en el medio ambiente. Él mencionaba en un artículo lo siguiente:
Para el sociólogo P. A. Sorokin (citado en Fay, 1947, pp. 231–246) los antiguos chinos, babilonios, hindúes, griegos, romanos y la mayoría de los pensadores medievales que apoyaban las teorías de movimientos rítmicos, cíclicos o sin tendencia de los procesos sociales eran mucho más apegados a la realidad que los defensores actuales de la perspectiva lineal. Así mismo, Popper (1957) veía las deficiencias de la idea del progreso como una explicación científica de los fenómenos sociales. Mientras tanto, Iggers (1965, pp. 1-17) argumentaba que el gran fracaso de los profetas del progreso es debido a que éstos subestiman el alcance destructivo del hombre y la irracionalidad. El fracaso de los críticos de la idea de progreso, añade, se produjo en la mala interpretación del papel de la racionalidad y la moral en el comportamiento humano.
En la actualidad, el autoproclamado autor neoludista, Kirkpatrick Sale, ha escrito sobre la idea del progreso como un mito, en un ensayo titulado "Cinco Facetas de un Mito”.
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