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Monolito



Un monolito (derivado del latín, a su vez procedente del griego, μόνος monos, ‘uno solo’, y λίθος lithos, ‘piedra’) es un bloque de roca de gran tamaño de composición homogénea. Por extensión, se utiliza este término para referirse tanto a los monolitos de origen natural —un accidente o rasgo geomorfológico, similar a una montaña— o a los realizados por el hombre, que los ha tallado como monumentos y extraído de las canteras desde la antigüedad.

Los monolitos naturales están formados por un único tipo de roca, normalmente rocas ígneas o metamórficas, duras y compactas, que la erosión ha dejado expuestas y destacadas en el relieve circundante.

El mayor monolito natural conocido de la Tierra es el monte Augustos, en Australia. Otros monolitos conocidos son los siguientes:

Un monolito puede ser un monumento en sí mismo (estatua, piedra monolítica). Se encuentran piedras monolíticas sagradas desde tiempos prehistóricos (menhires) y en muchas civilizaciones, como la civilización maya (estelas que representan a los soberanos o incluso las «zoomorfas »originales de Quiriguá) y la civilización azteca (el monolito de Coatlicue, que representa a la diosa de la muerte, o el monolito decorado de Tizoc que representa quince victorias de este soberano).

Las esferas de piedra de Costa Rica son más de 500 monolitos de hasta 16 toneladas en conjuntos asociados a constelaciones y eventos astronómicos, algunos fueron desplazados hasta cientos de kilómetros incluyendo a islas en el Océano Pacífico. Investigadores las ubican unos alrededor del 6000 a. C. y otros por el 12.000 a. C.[1][2]

Los primeros edificios compuestos por monolitos son los dólmenes, a partir del V milenio a. C.

Un monolito también puede ser un elemento arquitectónico de un edificio compuesto de un solo elemento (columna, dintel, etc.). A veces se considera a los edificios de hormigón armado como monolíticos, por oposición frente a los construidos con muros de ladrillo o bloques de piedra u hormigón.

El pedestal de granito del Caballero de Bronce, que se transportó a San Petersburgo en 1770, tiene fama de ser la piedra más grande jamás movida por el hombre. Se citan las siguientes cifras: 7 × 14 × 9 m, con un peso estimado de unas 1500 toneladas.[3]

El obelisco inacabado de Asuán, de unas 1200 toneladas, que jamás salió de la cantera, no siendo separado del lecho de roca.

La piedra de Baalbek, llamada Hadjar-el-Qoublé (la piedra del Sur), tiene 21,50 × 4,80 × 4,20 m, con un peso de 900 a 1100 toneladas, según estimaciones bastante constantes. Abandonó la cantera, pero se mantuvo plantada en ángulo, no muy lejos del lugar de su extracción.

El obelisco de Letrán en Roma, se ha dividido en tres pedazos, pero reconstituido y reeregido (o al contrario) por el papa Sixto V. Se han dado cifras dispares, aunque probablemente de 32 metros de alto y con un peso de 400 (±50) toneladas.

La referencia cultural más conocida es el extraño monolito negro de origen extraterrestre de la película 2001: Una odisea en el espacio. Forma parte de una red informática establecida por una civilización extraterrestre para realizar el seguimiento de un experimento evolutivo que finalmente culminó en la humanidad en la Tierra.



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