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Muralla cristiana de Madrid



La muralla cristiana de Madrid, también conocida como muralla medieval, fue edificada en esta ciudad española entre los siglos XI y XII, una vez que la villa pasó a la Corona de Castilla.

Fue construida como una ampliación del primitivo recinto amurallado (siglo IX), de origen musulmán, para dar cabida a los nuevos barrios surgidos tras la Reconquista. Con el establecimiento de la Corte en 1561, quedó en desuso, demoliéndose prácticamente en su totalidad.

Aún se conservan algunos restos, integrados en la estructura de diversos edificios del Madrid de los Austrias, nombre con el que se designa al centro histórico de la ciudad.[1]

Los más importantes se encuentran en la calle de los Mancebos, en la de Don Pedro, en la del Almendro, en la de Escalinata, en la del Espejo, en la de Mesón de Paños y en la Cava Baja, así como en la plaza de Isabel II y en el aparcamiento subterráneo de la plaza de Oriente. Los vestigios que aún se mantienen en pie fueron declarados Monumento Histórico-Artístico en el año 1954.

La tradición atribuye al rey Alfonso VII de Castilla (1126–1157) su construcción, si bien cabe suponer que las obras se iniciaron antes de su reinado, en los años inmediatamente posteriores a la conquista cristiana de Madrid (1083), en tiempos de Alfonso VI (1040–1109).

A principios del siglo xiii, la muralla aún no estaba concluida, tal y como se recoge en el Fuero de Madrid de 1202: «todas las caloñas del Concejo inviértanse en la obra de la muralla hasta que se termine». Diferentes documentos municipales hacen pensar que pudo finalizarse en la segunda década del siglo xiii.

La función defensiva que la muralla desempeñó tras la Reconquista, como consolidación de las plazas arrebatadas por los cristianos a los musulmanes, y durante el proceso de repoblación cristiana fue desdibujándose en los siglos xiv y xv.[2]

El notable crecimiento urbanístico experimentado por Madrid, con el desarrollo de nuevos arrabales más allá del recinto amurallado, motivaron su demolición, especialmente a partir del siglo xvi, con la designación de la ciudad como capital de España.

La muralla cristiana de Madrid protegía un recinto de algo más de 33 hectáreas, ocho veces mayor que el espacio comprendido dentro de la primitiva muralla musulmana, de unas 4 hectáreas. Tenía una longitud aproximada de 2200 metros.[3]

A diferencia del recinto amurallado árabe, estructurado en torres cuadrangulares, el cristiano se articuló a partir de torreones semicirculares, sobre paños de pedernal. Las propiedades de esta piedra (que, al ser golpeada, provoca chispas) dieron origen a uno de los lemas históricos de la ciudad: «fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son».

Se estima que podía haber entre 130 y 140 torres, una cada 10 o 15 metros. La muralla estaba rodeada de un foso exterior, en buena parte de su perímetro, como avala la toponimia de algunas vías madrileñas. Las calles de la Cava Alta, de la Cava Baja o de la Cava de San Miguel fueron trazadas sobre este foso o cava, una vez que quedó cegado.

Constaba de cuatro accesos, construidos en recodo, cada uno de ellos protegido por la proximidad de una o varias torres fuertes. No se conserva ningún resto arqueológico de los mismos:

A estos cuatro accesos se le añadían los tres de la primitiva muralla musulmana: el Arco de Santa María, la Puerta de la Vega y la Puerta de la Sagra.

Junto a la muralla, fueron levantadas varias torres albarrana y atalayas, que tenían una ubicación estratégica. Entre ellas, cabe destacar la Torre de Alzapierna o de Gaona, que tenía como función vigilar las fuentes de los Caños del Peral (en la actual plaza de Isabel II). La Torre de los Huesos, erigida en el siglo XI por la población musulmana, fue incorporada en la muralla cristiana, para proteger la Puerta de Valnadú.[4]​ Los restos de esta última se exhiben en el aparcamiento subterráneo de la plaza de Oriente.

Los restos más relevantes de la muralla cristiana de Madrid están integrados en diversos edificios e infraestructuras urbanas.[5]​ En la mayoría de los casos, su acceso es muy restringido, dado el carácter privado de los bloques de viviendas donde se localizan:




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