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Museo de Historia del Arte de Viena



El Museo de Historia del Arte de Viena (en alemán, Kunsthistorisches Museum) es uno de los primeros museos de bellas artes y artes decorativas del mundo. Tiene por sede un palacio de la Ringstraße, coronado con una cúpula octogonal. El término Kunsthistorisches Museum se aplica tanto a la institución como a su edificio principal.

Se inauguró en 1891 al mismo tiempo que el Museo de Historia Natural (Naturhistorisches Museum) por el emperador Francisco José I de Austria-Hungría. Los dos museos tienen exteriores idénticos y están uno frente a otro flanqueando la Plaza de María Teresa. Ambos edificios fueron erigidos entre 1872 y 1891 de acuerdo a los planos diseñados por Gottfried Semper y Karl Freiherr von Hasenauer.

Los dos museos de la Ringstraße fueron encargados por el Emperador para dar un alojamiento adecuado a la formidable colección de arte de los Habsburgo y hacerla accesible al gran público. La fachada se edificó de piedra arenisca. Tiene planta rectangular y acaba en una cúpula de 60 metros de alto. Está coronado por una estatua colosal de Palas Atenea. El interior del edificio está lujosamente decorado con mármol, ornamentación de estuco, pan de oro y pinturas, haciendo de él una obra de arte por sí mismo. La escalera del Kunsthistorisches Museum estaba equipada con pinturas de Gustav Klimt, Ernst Klimt, Franz Matsch, Hans Makart y Mihály Munkácsy.[2]

Este museo, uno de los de origen real más importantes de Europa, alberga la mejor colección mundial de Rubens y su círculo, junto con la del Museo del Prado, así como varios retratos esenciales de Velázquez, que fueron remitidos por Felipe IV de España debido a los lazos de parentesco que unían ambas cortes. Igualmente dignos de mención son los ejemplos de Rafael Sanzio, Durero, Correggio, Tiziano, Giuseppe Arcimboldo, Caravaggio y Vermeer, así como el famoso salero de Benvenuto Cellini. El grupo de pinturas de Brueghel el Viejo supone alrededor de un tercio de toda su producción.

Las tres plantas del museo contienen variadas colecciones: arqueología, escultura, artes aplicadas, armas, numismática y medallística. Las galerías de pintura se hallan en la planta noble y el segundo piso, este último dedicado a maestros menores.

Los fondos del museo provienen principalmente de la rama austríaca de los Habsburgo: Maximiliano I coleccionó a artistas como Durero; Fernando del Tirol se dedicó a retratos y armaduras; el emperador Rodolfo II añadió más obras de Durero, Correggio y Brueghel el Viejo, aunque la mayor parte de su amplísima colección está dispersa; y, finalmente, la de pinturas que hizo Fernando III a instancias del Archiduque Leopoldo Guillermo de Habsburgo (1614-1662).

Asociados al museo de Viena, y oficialmente parte del Kunsthistorisches Museum, son las colecciones del Palacio Imperial de Hofburg. Incluyen:

Una dependencia secundaria se encuentra en Innsbruck. En conjunto, la colección es una de las más amplias e importantes del mundo.

Entre las obras principales de su galería de pinturas están:

Entrada.

Vista nocturna.

Napoleón cruzando los Alpes por Jacques-Louis David.

Virgen del prado por Rafael.

La torre de Babel por Brueghel el Viejo.

La Infanta Margarita en azul por Velázquez.

Una de las galerías.

Una de las más importantes esculturas del museo, el Salero de Francisco I de Francia de Benvenuto Cellini, fue robada el 11 de mayo de 2003 y recuperada el 21 de enero de 2006, en una caja enterrada en un bosque cerca de la ciudad de Zwettl, Austria. Había sido el robo de arte más importante de la historia de Austria.[3]

Una selección de obras del museo, formada por unas 73 pinturas y más de un centenar de objetos diversos, se expuso temporalmente en el Museo Guggenheim de Bilbao en 2008.



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