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Necrosis



La necrosis (del griego: νεκρóς. Pronunciación: /nekrós/. Significado: 'cadáver') es el patrón morfológico de la muerte patológica de un conjunto de células o de cualquier tejido en un organismo vivo, provocada por una putrefacción de órganos que causa una lesión tan grave que no se puede reparar o curar. Por ejemplo, el aporte insuficiente de sangre al tejido o isquemia, un traumatismo, la exposición a la radiación ionizante, la acción de sustancias químicas o tóxicas, una infección, o el desarrollo de una enfermedad autoinmune o de otro tipo. Una vez que se ha producido y desarrollado, la necrosis es irreversible. No debe confundirse con apoptosis ni con autólisis.

La célula tiene una extraordinaria capacidad de adaptación. Cuando un agente externo o interno altera en gran parte su fisionomía, sobrepasando los límites de dicha adaptabilidad, surge la lesión celular que puede ser reversible o irreversible.

Ante diversos estímulos la célula experimenta unos cambios que le sirven para adecuarse a la situación. Estos sí son reversibles a diferencia de la necrosis. Los cambios son:

Cuando todos los mecanismos de adaptación y de resistencia se han agotado sobreviene la muerte celular.

La célula puede morir de dos formas diferentes:

Los cambios típicos de una célula necrótica son: aumento de la eosinofilia y apariencia homogénea, por perdida de ARN y por desnaturalización proteica; aparición de la figura de mielina; en el núcleo cariolisis (rompimiento del núcleo), picnosis (reducción del tamaño del núcleo) y cariorrexis (fragmentación del núcleo).

Dependiendo del mecanismo lesional existen varios tipos de necrosis:



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