Follas novas (en español, «Hojas nuevas») es un poemario publicado en 1880 por Rosalía de Castro (1837-1885). Fue escrito en la localidad vallisoletana de Simancas, donde en aquel momento residía con su marido, nombrado Director del Archivo General del Reino de España, sito en dicha localidad.
Rosalía concibió en un principio este poemario como una continuación de Cantares gallegos: El 40% de los poemas de Follas novas tienen afinidad con el texto publicado en 1863, mientras que el resto de las composiciones presentan un espíritu poético diferente, motivado por la emigración, las desgracias familiares y las dolencias físicas y morales. Estamos, por tanto, ante una poética que ahonda en los sentimientos, en la saudade y que tiene frecuentemente, por horizonte, la frontera del propio ser:
Es una compilación de poemas ordenados sin un criterio claro. El libro se presenta estructurado en cinco secciones:
La obra tiene una organización formal poco elaborada al compararla con Cantares gallegos, si bien su amplitud temática y la diversidad de sus textos le confiere mayor universalidad. La colección de poemas resulta sumamanete irregular desde una perspectiva estructural porque:
Los textos subjetivos de Follas novas podrían pertenecer a la escuelas germánica (composiciones breves, de estilo sincero, espontáneas, impresionistas, intimistas y sugerente), de la cual es representante Bécquer. Pero la lírica de Rosalía es diferente de la becqueriana, ya que Rosalía se aleja del sentimentalismo para facilitarnos, mediante la introspección, su vida radical, angustiada y pesimista; la búsqueda del sentido de la existencia.
Vaguedás, viene a ser una "Arte poética" relativa a la relación entre poesía y vida:
En Do íntimo y los poemas subjetivos de Varia predomina la saudade y la alienación:
Nace con el precedente de Cantares gallegos, pero el hecho de que sean poemas y no glosas, junto con la presencia de una Rosalía más madura, provoca un yo poético mucho más reflexivo que profundiza en la injusticia social procurando penetrar en el corazón de sus semejantes de una manera vivencial.
Estamos ante poesía comprometida, cívica; pero nunca panfletaria. La denuncia como el sentimiento, es pura sensibilidad. El mundo que rodea a Rosalía es una extensión de su propio cuerpo.
Algunos poemas de Da terra, como "Miña casiña, meu lar", "Tanto e tanto nos odiamos", "A probiña que está xorda", "Xan" o "Soberba", son una prolongación de Cantares. Composiciones que, sin ser glosas, contienen costumbres populares.
Los demás textos de esta sección, aunque pudiendo ser narrativos ("O encanto da pedra chan") y a pesar de tener paisaje y cultura en su núcleo, están marcados con evidente lirismo subjetivo.
Encontramos diferentes tipos de composiciones:
Era una osadía decir esto en 1880. Más aún si pensamos que el contenido de este prólogo perfila el problema social de Galicia que Rosalía consideraba más grave: la emigración.
Es una plasmación panorámica de la emigración gallega desde la perspectiva de la mujer:
Rosalía sufrió los mismos dolores que sufrieron sus mujeres gallegas. Rosalía habló por todas. Una mujer introvertida, que se ve atravesada por una larga y negra sombra de saudade, tiene valor para apartar de su vista su íntimo horror y mirar hacia el pavor vital, hacia la escasísima calidad de vida que tienen los demás en ese país olvidado de la mano de los hombres que era Galicia.
En Follas novas conflúen tres tendencias métricas:
En Follas novas vemos:
A pesar de ser Follas novas una obra de inaudito valor literario y humano, lo verdaderamente insólito es que Rosalía compusiese sus sentimientos y reflexiones sociales en una lengua tenida por dialectal, por flagrante ejemplo de la incultura de un pueblo. Si Rosalía había consagrado en Cantares gallegos el gallego para la lírica popular, elabora en este poemario una poesía universal, sin fronteras, pero gallega, y en la lengua de un país recóndito. Sigamos a Carballo Calero, en su "Historia da literatura galega contemporánea" (pág. 145), cuando dice:
Uno de los poemas más famosos del libro es Negra sombra, donde muestra nuevamente su pesimismo y su temor a la muerte, con un lirismo de una extraordinaria sensibilidad. Este poema fue musicalizado por Juan Montes, que creó una melodía de estilo alalá que intensificaba notablemente el sentimiento expresado en el poema, creando uno de los más bellos cantos de la música popular gallega. La canción fue presentada por primera vez en el Gran Teatro de La Habana en 1892, y desde entonces se ha convertido en una obra emblemática del folklore gallego. Una versión realizada en 1996 por Carlos Núñez, con la voz de Luz Casal, fue incluida en la banda sonora de la película Mar adentro (2005), de Alejandro Amenábar.
En su visita al Vaticano en diciembre de 2021, la vicepresidenta del gobierno de España, Yolanda Díaz, regaló al Papa Francisco una edición de esta obra.
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