Nicolino Locche cumple los años el 2 de septiembre.
Nicolino Locche nació el día 2 de septiembre de 1939.
La edad actual es 85 años. Nicolino Locche cumplió 85 años el 2 de septiembre de este año.
Nicolino Locche es del signo de Virgo.
Nicolino Felipe Locche (Tunuyán, Mendoza, 2 de septiembre de 1939 - Las Heras, Mendoza, 7 de septiembre de 2005) fue un boxeador argentino, considerado como el boxeador con mejores habilidades defensivas de todos los tiempos . Se consagró campeón mundial en la categoría peso superligero ante Takeshi Fuji, el 12 de diciembre de 1968, en Tokio, reteniendo el título hasta 1972.
Fue uno de los mejores boxeadores argentinos junto a Carlos Monzón, Pascual Pérez, Víctor Galíndez, Oscar Ringo Bonavena y Omar Narváez. En el año 2003 fue incorporado al Salón Internacional de la Fama del Boxeo.
Locche fue distinto de todos los demás boxeadores. Se caracterizó por su gran defensa, fundamentada en su habilidad para desplazarse en forma rápida y ligera dentro del ring y eludir los golpes del rivalCarlos Monzón, Pascual Pérez y Ringo Bonavena.
-la cual le adjudicó su apodo de Intocable- y sus ataques efectivos e inesperados. Fue el primer boxeador de su país que logró llevar público femenino a sus combates, y hoy en día es considerado un símbolo del boxeo argentino junto aNo bailaba ni saltaba, evitaba los golpes a menos de cincuenta centímetros del punto de partida de los puños de sus enfurecidos rivales. Para ello elegía un lugar del cuadrilátero, preferentemente las sogas, apoyaba allí su espalda para elastizar el espacio hacia atrás, movía el torso, quitaba la cabeza del radio comprometido hacia ambos laterales y tras "veinte golpes" del adversario, lo palanqueaba con sus puños o antebrazos hasta amarrarlo y provocar el clinch. Después, recién después y luego de la participación del árbitro, se desplazaba con tres pasos cortos y acelerados hacia atrás o hacia el costado en una actitud inequívocamente chaplinesca.
La popularidad del “Intocable” –apodo puesto por Piri García de la revista El Gráfico, en alusión a la por entonces muy exitosa serie de televisión Los Intocables– comenzó a crecer, llenando el Luna Park en cada una de sus presentaciones. Fue quizás el primer boxeador que atrajo público femenino a dicho estadio, ofreciendo más que boxeo: Locche daba espectáculo. Nicolino fue algo así como un showman del ring, capaz de cruzar palabras con algún reportero gráfico mientras bloqueaba golpes entre el encordado. "Total esta noche, minga de yirar, si hoy pelea Locche en el Luna Park", reza un pasaje del tango Un sábado más, de Chico Novarro, que inmortalizó su nombre. Si hasta parecía que se burlaba de sus oponentes cuando les ponía la cara, para luego hacerles errar ráfagas de cuatro o cinco golpes. Tras eso, les palmeaba la cabeza como excusándose. Un artista, un genio, un mago del cuadrilátero. "El concepto principal del boxeo era el arte de la defensa pero nadie lo vivió como él. Nico no pegaba porque era vago. Cronometraba los tres minutos del round porque quería sentarse", dijo Adrián Dottori, uno de sus mejores amigos y con quien compartió cientos de anécdotas, en diálogo con el portal Todo noticias (TN.com.ar) .
Después de ganarle el título argentino a Jaime Giné en 1961 y, al brasileño Sebastiao Nascimento, el título sudamericano de los wélter junior (hasta 63,5 kg) en 1963, Nicolino fue conquistando a un público que, al principio, no aceptaba su estilo. Lo resistían los ortodoxos por entender que eso "no era boxeo, era circo". Y lo escribían y afirmaban algunos colegas de prestigio. Pero cuando fueron desfilando Joe Brown, Ismael Laguna, Carlos Ortiz, todos excampeones mundiales recientes, a la mitad de los años 60, Buenos Aires le dio la bendición y se convirtió en el tercer ídolo indiscutido del boxeo argentino: Justo Suárez ("El Torito" de Cortázar), José María Gatica ("El Mono" de Leonardo Favio) y ahora Nicolino, quien es anterior a Ringo y a Monzón.
El 12 de diciembre de 1968 llega al auge de su carrera deportiva y se consagra campeón mundial venciendo a Takeshi Fuji en Tokio, Japón. Esa pelea con Fuji fue una obra de arte. El japonés, entonces campeón, se enfrentó con un rival sumamente incómodo como lo era el argentino, dueño de un estilo basado en una cintura prodigiosa.
Era de noche y llovía a mares en la capital de Japón. Mientras, del otro lado del mundo, también llovía en buena parte de la Argentina y la actividad laboral matutina prácticamente se paralizó en las principales ciudades para que la gente pudiera seguir por radio las alternativas del combate que se desarrollaría en el estadio Kuramae Sumo. A falta de transmisiones satelitales -comenzarían recién en 1969- el único medio para seguir las alternativas del combate era la radio. La popular emisora porteña LS5 Radio Rivadavia había enviado a Tokio al equipo integrado por Osvaldo Caffarelli como relator, Ernesto Cherquis Bialo como comentarista y Jorge “Cacho” Fontana como locutor comercial. La mañana previa al combate, Locche sorprendió a Cacho Fontana en el bar del hotel repasando un guion para el cierre de la transmisión, para un posible triunfo suyo, y otro por si perdía. Dame eso, le dijo Locche tomando el papel que aludía a la eventual derrota y, rompiéndolo en mil pedazos, aclaró: “A éste no lo vas a necesitar”. Tal era la confianza que se tenía, que esa noche le daría una sorpresa a sus acompañantes: tras una sesión de masajes se quedó plácidamente dormido en una camilla de los vestuarios del estadio mientras en el ring se desarrollaban las peleas preliminares. Ninguno de los que formaban parte de su pequeño entorno lo podía creer: el entrenador Francisco “Paco” Bermúdez, el promotor Juan Carlos “Tito” Lectoure, el sparring Juan Aguilar y el anunciador del Luna Park, Roberto Fiorentino.
Fue una verdadera exhibición, con nueve asaltos en los que el mendocino esquivaba todo lo que tiraba su oponente, al tiempo que golpeaba con justeza. Un Locche pleno que demostró que, entrenado, podía hacer todo lo que quisiera sobre el ring: divertirse como lo hacía en Buenos Aires, o pelear como se imponía ante un campeonato del mundo. Abatido y destruido psicológicamente, con lesiones en los ojos, el japonés nacido en Hawái no salió en el décimo round y dejó el título en manos de su rival, quien se convertía en el tercer campeón mundial argentino. Nick Pope, el mismo árbitro que había proclamado el triunfo del peso mosca Horacio Accavallo como campeón mundial dos años antes, le levantó la diestra a Locche. Y, tal como había ocurrido con los pesos mosca Pascual Pérez (en 1954 ante Yoshio Shirai) y Horacio Accavallo (en 1966 ante Katsugoshi Takayama), la consagración de Nicolino también ocurrió en Tokio. “¡Nisei!, ¡nisei!” (maestro en japonés), coreó el público nipón, rendido y admirado ante semejante cátedra de boxeo por parte de aquel coloso del ring.
Defendió su título seis veces: ante Manuel Jack Hernández, Carlos Hernández, João Henrique, Adolph Pruitt, Antonio Cervantes y Domingo Barrera Corpas, pero el 10 de marzo de 1972 perdió la corona por puntos en Panamá contra Alfonzo Frazer. Un año después intentó recuperarla sin éxito y decidió retirarse en 1976.
En 1980, la Fundación Konex le otorgó, en la primera edición de los Premios Konex, el Diploma al Mérito como uno de los 5 mejores boxeadores de la historia. En el año 2003 ingresó al Salón Internacional de la Fama del Boxeo junto a George Foreman y el jamaicano Mike McCallum.
Su popularidad alcanzó tal éxito, que el eminente pintor hispanoargentino Enrique Sobisch le dedicó una serie de cuadros y dibujos, que el propio Locche agradeció.
El miércoles 7 de septiembre de 2005 debido a su precaria salud (afectada especialmente por su afición al cigarrillo), falleció en Las Heras, Mendoza, a causa de un paro cardiaco. Su última aparición pública fue el 24 de agosto de 2004, cuando recibió en su domicilio el cinturón de campeón mundial que había ganado en Japón, ya que esa vez le habían dado una réplica.
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