La nueva trova es un movimiento dentro de la música cubana que emergió durante los años sesenta, después del establecimiento de la Revolución cubana y sus consiguientes cambios políticos y sociales.
La nueva trova tuvo sus raíces en la trova tradicional, pero se diferenció de esta debido a que su contenido fue político, en un sentido muy amplio. La Nueva Trova combinó música popular tradicional con textos “progresistas” y frecuentemente politizados, y estuvo relacionada con el movimiento de la Nueva canción latinoamericana, especialmente con la argentina. Algunos de los miembros de la Nueva Trova fueron también influenciados por el rock y la música pop de su época.
El estilo de la Nueva Trova posee una estrecha relación con la Revolución cubana, que se evidencia en sus textos, los cuales, según Helio Orovio: “tratan de escapar de las banalidades cotidianas, mediante la concentración en los ideales del socialismo, la injusticia, el sexismo, el colonialismo, el racismo y otros temas similares”. La dirigente de la Revolución cubana Haydée Santamaría apadrinó e impulsó la creación de este movimiento, con el propósito de integrar a jóvenes y talentosos creadores al proceso revolucionario, y utilizarlos para su promoción a nivel internacional.
Un proyecto de asimilación a los lineamientos de la Revolución cubana de artistas problemáticos fue el del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, que fue creado a finales del año 1969, y para cuya implementación se utilizó a Alfredo Guevara, que entonces era Director del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). El objetivo estratégico era atraer y controlar a los miembros más destacados del movimiento de la Nueva Trova, como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola.
En aquella época, Pablo Milanés fue internado durante un tiempo en los campamentos de trabajo forzado de la UMAP (Unidad Militar de Ayuda a la Producción), donde se recluía principalmente a jóvenes considerados conflictivos por sus ideas religiosas o su orientación sexual “desviada”; y Silvio Rodríguez fue enrolado en un barco de la flota pesquera, para que experimentara en carne propia las duras tareas del “proletariado”, como cura a sus actitudes contestatarias.
La agrupación estuvo integrada en sus inicios por Leo Brouwer, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, Eduardo Ramos, Sergio Vitier y Leonardo Acosta. Más tarde se incorporaron también Emiliano Salvador, Pablo Menéndez, Sara González y Amaury Pérez, entre otros.
La Nueva Trova forma parte del movimiento Panamericano de la Nueva canción, la cual tendía a utilizar textos que fueran literariamente auto-conscientes, sofisticados y elaborados formal y académicamente. Esta también recibió la influencia del Filin (Bolero, feeling) cubano, un movimiento de canción romántica que se desarrolló entre los años cuarenta y sesenta. Pablo Milanés fue uno de los exponentes del Filin (Bolero, feeling) que más tarde se convirtió en uno de los pilares de la Nueva Trova.
Aproximadamente el mismo tiempo en que emerge la Nueva Trova cubana, otros movimientos similares ganaban popularidad a nivel internacional, como parte de un “renacimiento raigal”. Aquellos movimientos promovieron la utilización de música folklórica y tradicional con textos de contenido socio-político. La Nueva Trova fue principalmente influenciada por la Nova Cançó española, el Canto Nuevo boliviano, el Canto Livre portugués, así como la Nova Cançao y el Tropicalismo brasileño. Aproximadamente en esa misma época, algunos puertorriqueños como Roy Brown (cantautor), Andrés Jiménez, Antonio Cabán Vale, y el grupo Haciendo Punto en otro Son, adquirieron gran popularidad.
Aunque estuvo inspirada en la actitud rebelde y contestataria de artistas norteamericanos de protesta como Bob Dylan y Joan Báez, la Nueva Trova criticaba los abusos del gobierno en los Estados Unidos y otros países aliados, pero nunca, o de manera muy discreta y respetuosa, los desmanes de la Revolución cubana. Otras fuertes influencias en este movimiento fueron Los Beatles, el uruguayo Daniel Viglietti, y el español Joan Manuel Serrat.
Tanto en Cuba como en Puerto Rico, las letras politizadas de la Nueva Trova fueron frecuentemente críticas de los Estados Unidos, y los cantantes puertorriqueños concentraron principalmente su atención en la Isla de Vieques, la cual era utilizada como base de entrenamiento de soldados norteamericanos.
Silvio Rodríguez y Pablo Milanés se convirtieron en los más destacados exponentes de ese estilo. Carlos Puebla y Joseíto Fernández fueron viejos trovadores que apoyaron al nuevo régimen, pero solamente Puebla compuso canciones dedicadas a la Revolución cubana. La Reforma Agraria, Duro con él, Ya ganamos la pelea y el Son de la alfabetización fueron algunas de sus composiciones de aquella época.
El régimen ofreció amplio apoyo a aquellos músicos que estaban dispuestos a componer y cantar canciones pro-revolucionarias o anti-norteamericanas, y esto representaba un gran estímulo en una época en la que a los músicos tradicionales les resultaba difícil o imposible ganarse la vida. En 1967, la Casa de las Américas patrocinó un festival de “Canción Protesta” en La Habana. Tania Castellanos, una cantautora relacionada con el movimiento del Filin (Bolero, feeling), compuso una canción titulada “Por Ángela”, en apoyo a la disidente afro-americana Angela Davis. César Portillo de la Luz compuso otra canción llamada Oh, valeroso Viet Nam.
Aunque la Nueva Trova presentó al público en general la situación socio-económica de Cuba, más tarde algunos músicos optaron por expresar estos asuntos a través del Rap Cubano, el cual percibieron como más puro y de origen más genuinamente popular.
El movimiento de la Nueva Trova alcanzó su mayor desarrollo durante los años setenta, pero comenzó a declinar antes de la disolución de la Unión Soviética. Podemos encontrar ejemplos de estilos no-políticos dentro de la Nueva Trova, como en el caso de Liuba María Hevia, cuyas letras se enfocan en temas más tradicionales, como el amor y la soledad, compartiendo con otros miembros del movimiento un estilo altamente poético. En el otro lado del espectro, el cantautor Carlos Varela es famoso en Cuba por su abierta crítica a algunos aspectos de la Revolución cubana.
La Nueva Trova, tan popular en sus inicios, recibió un fuerte golpe con la caída de la Unión Soviética, aunque ya anteriormente se encontraba en decadencia. El movimiento sufrió dentro de Cuba, quizás por el creciente desencanto con el gobierno de un único partido, y externamente por el vívido contraste con las grabaciones y películas de Buena Vista Social Club. Las audiencias alrededor del mundo abrieron sus ojos al encanto y la alta calidad musical de formas más antiguas de la música cubana. En contraste, ciertos temas que eran muy relevantes durante los años sesenta, ahora parecían viejos y distantes. De igual manera, aquellas creaciones de gran calidad lírica y musical, entre las cuales destaca Hasta siempre, comandante de Carlos Puebla, probablemente perdurarán para siempre.
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