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Obelisco Tello



El obelisco Tello es una escultura pétrea en forma de prisma rectangular perteneciente a la cultura chavín del Perú antiguo. Probablemente se trataría de un huanca o icono de ceremonial religioso. Fue descubierto en Chavín de Huántar por Trinidad Alfaro hacia 1907, pero fue el arqueólogo Julio C. Tello el primero en estudiarlo, resaltando su importancia, por lo que fue bautizado con su nombre. Su superficie está cubierta de diseños labrados que representan a deidades míticas, cuya interpretación es motivo de controversia entre los estudiosos. Se trata de la figura iconográfica más compleja e interesante de la cultura chavín.

El Obelisco Tello fue descubierto por el campesino Trinidad Alfaro hacia 1907, cuando removía el campo que cultivaba, en lo que hoy es la llamada plaza F del sitio arqueológico de Chavín de Huántar, frente al edificio A. Fue trasladado a la puerta de la iglesia del pueblo, donde en 1919 lo halló Julio C. Tello, quien lo calcó para su estudio. Ese mismo año fue trasladado a Lima. Otra versión afirma que el sabio Santiago Antúnez de Mayolo lo examinó a la luz de una vela en 1915, precisamente frente a la puerta de la misma iglesia chavinense, información que dio a conocer a través del diario El Comercio del 8 de febrero del año siguiente.[1]

El obelisco Tello permaneció en el Museo de Antropología, Arqueología e Historia de Lima, hasta que el 12 de julio del 2008 retornó a Chavín de Huántar, para formar parte del museo local, ceremonia que se realizó en medio de la alegría de los pobladores.[2]

El obelisco Tello es de forma prismática, con una ligera depresión en una de sus caras. Mide 2,52 m. de alto, y 0,32 de ancho en la base. Esta se halla esculpida en sus cuatro caras en alto, bajo y planorrelieves, representando a dos personajes míticos similares o, en todo caso, uno solo desdoblado lateralmente, cuya cabeza se halla en la parte superior y cuyo cuerpo alargado se extiende hasta la parte inferior de la escultura, con atributos que varían en cada lado. Las representaciones son muy estilizadas y complicadas, y se hallan asociadas con seres secundarios (hombres, aves, felinos) y diversas plantas alimenticias (yuca, calabaza, ají, achira) hábilmente representadas.

Las imágenes representadas han sido interpretadas de distintas maneras por los estudiosos: para Tello y sus seguidores se trata de una “doble divinidad” o dios hermafrodita, es decir, masculino y femenino al mismo tiempo, con cabeza de felino. Para John Rowe, representa la unión de dos caimanes. Para Federico Kauffmann Doig, es la figura de un dios ave con boca de felino o “felino volador”, desdoblado lateralmente, cuyos atributos varían en cada costado. Podría también ser la representación de una parte de la cadena biológica, donde los mayores depredadores son el felino, la serpiente y el halcón.



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