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Pabellón francés



El Pabellón francés es un capricho edificado para Luis xv y Madame de Pompadour por Ange-Jacques Gabriel en el interior del Jardín francés del Pequeño Trianón, dentro de los Jardines de Versalles.

Construido en 1750, el pabellón se ubica en el centro de un jardín a la francesa, hacia el cual se abren sus grandes ventanales. Era a la vez el centro y la prolongación natural del «nuevo jardín del rey», creado para distraer al monarca de su melancolía. Se utilizó como salón de música, juego y conversación. Está considerado como una obra maestra por su equilibrio entre elegancia y singularidad. La originalidad de su planta reside en su salón central octogonal, al que se le añaden cuatro pequeñas estancias cuadrangulares dispuestas en cruz.

Los grandes ventanales de las fachadas están rematados con mascarones que representan las estaciones, realizados por el escultor del rey Jules-Antoine Rousseau. La balaustrada superior del edificio se decora con dieciséis grupos de esculturas elaboradas por el mismo autor. Hay ocho pares de jarrones de flores y ocho parejas de niños, que simbolizan las alegorías de las cuatro estaciones y de los cuatro elementos. En el interior, el salón circular está ornamentado con paneles de carpintería esculpidos por Jacques Verbeckt. Inicialmente fueron pintados con colores pastel, a juego con el ambiente campestre del pabellón, aunque actualmente están recubiertos de dorado. Ocho columnas corintias sujetan una cornisa adornada con motivos de gallináceas, evocando el cercano edificio de la ménagerie o zoológico de animales domésticos.

Transformado en café durante la Revolución francesa, el pabellón volvió a convertirse en un lugar para la celebración de fiestas durante la época del Imperio y del Antiguo Régimen. A partir de ese momento comenzó lentamente su declive. Se rehabilitó por primera vez a finales del siglo xix, con una intervención poco fiel a su estado inicial. En 2008 fue totalmente restaurado y devuelto a su imagen original. Junto con el Palacio de Versalles y sus dependencias, el Pabellón francés está clasificado en la lista de los monumentos históricos de Francia por la lista de 1862 y por decreto del 31 de octubre de 1906. Actualmente es accesible al público en el ámbito del Museo Nacional del Palacio de Versalles y de Trianón, en el seno del Dominio de María Antonieta.[3]

A finales de 1744, el rey Luis xv se instaló de nuevo en el palacio de Trianón, abandonado desde hacía varias décadas, pero del cual conservaba un grato recuerdo de niñez.[4]​ El 12 de abril de 1747, el lugar fue visitado por el director de los Edificios del Rey, Charles Lenormant de Tournehem, y por el Primer arquitecto del Rey, Ange-Jacques Gabriel. De esta forma comenzó una gran obra de renovación del Trianón, cuyos primeros estudios fueron presentados en el mes de diciembre. La marquesa de Pompadour, amante del monarca desde hacía dos años, apoyó la iniciativa de este proyecto, con la intención de distraer a Luis xv de su tristeza y melancolía. En 1749 se acondicionó un nuevo jardín en los terrenos situados al este del palacio edificado por Jules Hardouin-Mansart.[5]​ Se construyó inicialmente una ménagerie o casa de fieras, muy distinta a la de Luis xiv (que era más exótica), pues en esta se instalaron únicamente animales domésticos: gallinas, vacas y ovejas.[6]​ Su singularidad se debía al hecho de que, aunque solo disponía de un corral y una vaquería,[7]​ se construyó una lechería en el recinto que aportaba un carácter útil y lúdico.[8]​ El rey y su favorita admiraban las «hermosas gallinas» y disfrutaban degustando los lácteos.[9]

Al sur de esta nueva casa de fieras, Gabriel diseñó un jardín a la francesa, plantado de arboledas y adornado con estanques.[10]​ El proyecto fue realizado por Jean-Baptiste Belleville, el jardinero del Trianón de mármol.[11][12]​ Las expectativas puestas en este nuevo jardín pronto requirieron la contratación del jardinero botánico Claude Richard.[13]​ Entre el césped y las cestas de flores se instalaron gallineros y pajareras, y en el extremo este se levantó un pórtico de celosía.[nota 1]​Pero el centro de la perspectiva era un pequeño edificio que se integraba en este nuevo jardín: el Pabellón francés, entonces llamado el Pabellón de la nueva casa de fieras, destinado «al juego, a los tentempiés y a los conciertos».[6]​ Junto con el jardín contiguo, el lugar estaba destinado a convertirse en la «sede de una sociedad armoniosa, iluminada por los sabios preceptos de los fisiócratas».[14]

Considerado como el prototipo del estilo Luis xv, el pabellón está compuesto por diversos cuerpos salientes, típicos de la arquitectura de Gabriel.[15]​ Tras haberse presentado varios proyectos arquitectónicos, el rey eligió la forma más barroca, en la línea de los edificios realizados en la época en Alemania o en la parte oriental de Europa.[16]​ El pabellón, de inspiración clásica, fue construido con sillares de piedra dispuestos formando juntas horizontales, y su entablamento se coronó con una balaustrada.

Las obras comenzaron en la primavera de 1749. El pabellón fue remodelado y techado en el mes de agosto, quedando listo para colocar sobre el balaustre los jarrones de flores y los grupos escultóricos de niños.[17][18]

El particular diseño del pavimento interior fue presentado por el arquitecto el 29 de mayo de 1749. Se realizó con mármoles de Languedoc y de los Pirineos, al igual que los recercados de los ventanales, los suelos de algunas estancias y las chimeneas. Tras algunos meses de interrupción durante el invierno, los trabajos se finalizaron en la primavera de 1750, y los paneles y decoraciones interiores se instalaron durante el otoño siguiente.[18]

Aunque no fue un rey constructor, Luis xv era un apasionado de la arquitectura y de los planos.[19][20]​ En 1754, mostró con orgullo el Pabellón francés como ejemplo al príncipe de Croÿ, que había ido a pedirle consejo sobre la construcción del palacio del Hermitage, indicándole que era «en este estilo como se debe construir»[21]

Este edificio de juego y conversación congregaba a los conocidos y amigos íntimos de Luis xv y de la Marquesa de Pompadour, que durante el buen tiempo también degustaban las frutas y verduras de los huertos y los productos de la lechería.[nota 2]​El rey disfrutaba clasificando sus herbarios en el pabellón cuando regresaba de sus paseos por el jardín botánico del Pequeño Trianón.[34]

María Antonieta, quien tomó posesión del dominio del Pequeño Trianón en 1774, no realizó ninguna modificación en el pabellón. La única aportación sustancial al Jardín francés fue la construcción de su Pequeño Teatro.[35]​ Cautivada por el encanto de este delicado edificio, incluso celebró fiestas en él. Así, en julio de 1781, el pabellón se cubrió con tiendas de tela para poder ofrecer conciertos iluminados con farolillos, con ocasión de la llegada de su hermano, el emperador José ii.[35]​ Cuando la familia real estaba en Trianón, el salón acogía juegos de cartas, conciertos de música o se conversaba como era la costumbre en toda residencia aristocrática del siglo xviii. El lugar era ideal para las cenas durante las cálidas noches de verano.[36]​ La reina también organizaba bailes, haciendo colocar una tienda desmontable para la ocasión.[nota 3]​.[38]

Durante la Revolución francesa, el Pabellón francés quedó abandonado, al igual que el conjunto del dominio del Pequeño Trianón. Su mobiliario fue vendido en las subastas que comenzaron en agosto de 1793.[39]​ Bajo el Directorio fue acondicionado como café y transformado en hotel para los residentes del palacio del Pequeño Trianón. El Jardín francés se convirtió en lugar de celebración de bailes populares, con espectáculos que combinaban para la ocasión juegos de luces y fuegos artificiales.[39]

En 1806, bajo el impulso de Napoleón, el Pequeño Trianón recuperó su categoría de palacio. Se inició una primera restauración del pabellón; sin embargo, estas modificaciones no perduraron en el tiempo. Los capiteles corintios fueron sustituidos por otros de cartón piedra con motivos de mujeres aladas o con volutas.[40]​ Sobre la cúpula se pintó un águila levantando el vuelo hacia el Empíreo,[41]​ los paneles se cubrieron con pinturas grises y azules y las chimeneas fueron retiradas. En 1810, el circo de los hermanos Franconi se instaló en los alrededores para ofrecer su espectáculo.[42]​ Al año siguiente, durante el apogeo de la vida imperial en Trianón, María Luisa utilizó el Pabellón francés como escenario para la fiesta de la Emperatriz. Al igual que ya se había hecho en el siglo anterior, se levantaron para la ocasión dos grandes tiendas de tela de dril con líneas azules y blancas y una franja de lana roja.[43]

Aunque el edificio fue restaurado por primera vez en el siglo xix, la última intervención de 2008 lo devolvió a su estado original. Esta campaña fue dirigida por Pierre-André Lablaude, el arquitecto jefe de los monumentos históricos, gracias al mecenazgo de los relojes Breguet.[44]​ Se restableció toda la decoración, muy deteriorada por el tiempo: los paneles, las esculturas y adornos, los techos, los suelos de mármol y los parqués. Se recuperaron las dos chimeneas de mármol, así como el hogar del calientaplatos, y se reconstruyeron las contraventanas interiores.

La ornamentación original del siglo xviii estaba realizada con delicados tonos pastel sobre un fondo verde aguamarina. Ante la dificultad de restituir estas tonalidades, en un principio conocidas pero cuya distribución se ignoraba, se decidió conservar los dorados añadidos en el siglo siguiente, a pesar de no resultar armónicos con el resto del edificio.[45][46]

Por último, la organización de las pequeñas estancias anexas fue restablecida según el proyecto original. En la época de Luis xv, las dos alas reservadas para el servicio estaban totalmente separadas del salón central, y solo se podía acceder a ellas desde el exterior. En los trabajos de 2008 se restituyeron estas antiguas divisiones.[44]

El Pabellón francés ha servido en varias ocasiones como escenario de diversos rodajes para el cine o la televisión, entre los cuales se encuentran:[nota 4][47]

En la actualidad, el pabellón acoge también otros espectáculos y representaciones, como el duelo dialéctico que tuvo lugar en septiembre de 2012 entre los actores Fabrice Conan y Georges Caudron, con el título La mujer en los tiempos de la Pompadour.[53]

El Jardín francés, en cuyo centro se sitúa el pabellón, fue creado en 1749 por el arquitecto Ange-Jacques Gabriel. Abarca una gran extensión con zonas de césped rodeadas por flores, cuya regularidad queda interrumpida por cuatro estanques.[38]​ Éstos son de forma circular o cuadrada, tienen un bordillo de mármol y están dispuestos enfrente de cada fachada del pabellón. Se decoran en el centro con un grupo de esculturas de plomo que representan a tres Niños jugando con peces y aves acuáticas,[54]​ esculpidos por Jules-Antoine Rousseau.[55]​ Las amplias avenidas paralelas, bordeadas por álamos, delimitan otras sendas dispuestas como túneles verdes, que conducen a la capilla o al teatro.[38]

Para dirigirse en dirección este hacia el Gran Trianón se toma el sendero de los Evergreen, plantado con árboles de hoja perenne, hasta llegar al puente de la Reunión. Fue denominado así por el proyecto de Napoleón de unir los dos palacios de Trianón, que hasta entonces no estaban comunicados.[56][57][58]​ Este pequeño puente, inicialmente construido de madera y en 1889 reconstruido en metal, atraviesa un camino rural que reemplaza la antigua senda arbolada que separaba ambos dominios.

El pabellón se denomina «francés» debido a que fue ubicado en el centro del jardín a la francesa.[59]​ Es un edificio de arquitectura rococó, con una planta central en forma de cruz de San Andrés. El diseño de la planta se obtiene a partir de un octógono al que se le añaden cuatro cuerpos rectangulares exteriores,[10]​ todo ello inscrito en una circunferencia que se corresponde con las escalinatas exteriores de acceso. La planta centralizada, considerada como un símbolo de perfección entre los arquitectos contemporáneos, conserva únicamente las líneas esenciales, lo cual confiere al edificio un carácter magistral más que grandioso.[60]

La combinación de la planta central [nota 5]​ y de las cubiertas planas que cubren las estancias adosadas[nota 6]​ vincula a Gabriel con otros colegas ilustres más modernos como Ledoux o Boullée.[15]​ El salón central octogonal se ilumina mediante cuatro grandes ventanales, terminados con un semicírculo en forma de cimbra. Este espacio central está cubierto con una cúpula. Los ventanales están rematados con impostas esculpidas en piedra de Méry, que representan cuatro máscaras como símbolo de las divinidades de las estaciones del año.[62]

Las estancias anexas están dispuestas en forma de estrella y tienen una cubierta aterrazada a la italiana. Cada uno de estos cuatro cuerpos se ilumina con tres grandes ventanales rematados con un dintel rectilíneo.[41]​ Por encima de las ventanas se colocó una grapa de anclaje[nota 7]​de un metro de altura por sesenta centímetros de anchura, adornada con un elemento vegetal que simboliza una estación.[64]

Sobre la balaustrada, las esculturas de ocho parejas de niños se alternan con otros ocho pares de jarrones de flores.[41]​ Son obra en origen de Jules-Antoine Rousseau, escultor de los Edificios del rey.[38]​ Las cestas de flores se sitúan en las esquinas exteriores de las estancias en forma de cruz, mientras que los ocho grupos de niños están dispuestos en la vertical de cada uno de los ángulos internos de la fachada. Representan las cuatro estaciones y los cuatro elementos, miden aproximadamente 1,50 metros de altura y están esculpidos en bulto redondo con piedra de Saint-Leu.[65]​ Se tallaron entre 1749 y 1750 y tuvieron un coste de 38 301 libras. Tras la Revolución francesa, las dieciséis estatuillas de niños fueron depositadas en un almacén. Las once menos deterioradas fueron restauradas en 1893, pero las otras cinco fueron reproducidas por el escultor Alphonse Guilloux. Consideradas de pésima calidad, estas copias fueron retiradas y el conjunto de los ocho grupos fue rehecho totalmente entre 1960 y 1964 por Georges Chauvel y Eugène Joachim.[66]

Cuando se instalaron estas esculturas en 1967 se decidió restituir también las dieciséis cestas de flores desaparecidas. Como no se conservó ningún modelo, el escultor Pascal Soullard se inspiró en dibujos del Álbum de Módena.[67]​ Las flores de los jarrones, en origen realizadas en plomo, fueron esculpidas en piedra.[68]

Hacia el palacio: niños con flores. La primavera.

Hacia el Pabellón fresco: niños segadores. El verano.

Hacia el Gran Trianón: niños vendimiadores. El otoño.

Hacia la casa de fieras: niños cazadores. El invierno.

Hacia el palacio: niños con pájaros. El aire.

Hacia el Pabellón fresco: niños con máscara y frutos. La tierra

Hacia el Gran Trianón: niños con brasero. El fuego.

Hacia la casa de fieras: niños pescadores. El agua.

La cornisa del salón central se sujeta con ocho columnas de orden corintio.[38]​ El friso, decorado con animales de corral, recuerda con humor la cercana casa de fieras.[17][41]​ Hay imágenes de gallinas, gallos, palomas, patos e incluso algunos cisnes. Sobre las puertas se sitúan unos grupos de amorcillos jugando con jaulas y cestas, que simbolizan los cuatro elementos de la antigüedad, en concordancia con la decoración exterior.[69]​ Esta ornamentación se inspiraba directamente en el gusto del rey y de Madame de Pompadour por los animales domésticos. Pretendía dar la impresión que la naturaleza irrumpía en el interior del pabellón, a su vez integrado perfectamente en el jardín.[70]

Los paneles de carpintería, realizados por Jean-Antoine Guesnon y Christophe Clicot, fueron esculpidos por Jacques Verbeckt en estilo rococó.[17]​ El pintor habitual del rey, Médard Brancourt, los pintó con una gama de tonos amarillos, verdes y azules, a juego con el mobiliario.[38]​ Durante la restauración realizada en el siglo xix se añadió un recubrimiento dorado a la decoración de las tablas, reemplazando así los colores pastel originales. Sin embargo, esta imagen lujosa es contraria al aspecto original de un ambiente campestre.[38]

Dos grandes espejos, colocados uno enfrente de otro en dos estancias opuestas, aportan ligereza y elegancia al espacio, al igual que el resto de puertas y ventanas del salón.[71]

El diseño del suelo está realizado en mármol de distintos colores: azul turquí, verde Campan, rojo de Languedoc y griotte de Italia, y blanco veteado.[38]​ Durante el Antiguo Régimen, el pavimento se cubría en invierno con una alfombra de la Manufactura de la Savonnerie, realizada por Jean-Baptiste Chevillion, que coincidía con la forma circular del salón.[38]​ Esta alfombra fue entregada en 1751 pero desapareció durante la Revolución francesa.[18]

En el techo cuelga una lámpara de araña de ocho caras con ocho palmatorias de cobre dorado, adornada con guirnaldas de flores en porcelana de Vincennes. Había otras cuatro pequeñas lámparas similares, de cinco caras y cinco palmatorias, pero actualmente han desaparecido. Las cortinas originales estaban confeccionadas en tela de algodón profusamente decorada y enmarcada por otra tela, pintada sobre fondo verde y bordeada por una trenza de oro. Se reemplazaron por otras cortinas realizadas en tafetán de Tours, de color verde Celadón y adornado con galones dorados. El mobiliario se extravió durante la Revolución y no se volvió a encontrar. Estaba compuesto por dieciocho sillas de madera, pintadas de amarillo, con molduras doradas y recubiertas con tela persa verde y blanca, rodeada por una trenza de oro.[46]

Sobrepuerta hacia el calientaplatos: alegoría del Agua

Sobrepuerta hacia la estancia de café: alegoría del Fuego.

Sobrepuerta hacia el tocador: alegoría de la Tierra.

Sobrepuerta hacia el antecámara: alegoría del Aire.

Las cuatro estancias están dispuestas formando dos ejes diagonales con respecto a las líneas de composición del jardín, que constituyen las perspectivas desde el salón central hacia los edificios que rodean el pabellón.

El tocador, situado a la derecha de la actual entrada y con vistas al Pequeño Trianón, tiene el techo y los paneles de carpintería ornamentados con arabescos.[41]​El suelo era en origen de mármol blanco y negro, aunque en 2008 se sustituyó por un parqué tipo Palacio Versalles.[44]​El rey utilizaba para clasificar su herbario una pequeña mesa de madera de palisandro, compuesta por una tablilla deslizante y un pupitre regulable. La estancia también tenía un canapé tipo otomana amarillo tapizado con una tela de seda de Pekín blanca.

En el lado opuesto al tocador se emplaza la antecámara, un recinto de sencillas carpinterías pero decorado con una chimenea en mármol de Languedoc.

La tercera estancia, situada enfrente de la entrada, es un calientaplatos, una pequeña cocina donde se mantenían los platos calientes. Era accesible únicamente desde el exterior y estaba provista de un horno y de un hogar adosado a la chimenea del salón central.[16]​Se construyó con piedra que fue pintada posteriormente, al igual que la losa superior, que también era una sencilla piedra.

La cuarta estancia, la actual entrada, estaba en origen dividida en dos zonas. La parte recayente hacia el salón disponía de un lugar a la inglesa, provisto de un equipamiento moderno con válvula y realizado en madera de palisandro. Este recinto permitía tener una mayor comodidad e intimidad.[nota 8]​La otra habitación estaba destinada a la preparación de café, por el cual el rey sentía una especial predilección.[16]​Actualmente, la división ha desaparecido y se construyó una escalera que conduce a las instalaciones subterráneas.

Tocador.

Antecámara.

Chimenea recayente hacia el calientaplatos.



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