Panem et circenses (literalmente «pan y circo») es una locución latina peyorativa de uso actual que describe la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios asistencialistas.
Gramaticalmente, está formada por el acusativo singular de panis, -is ('pan') y el acusativo plural de circensis, -e ('juegos del circo').
Esta frase se origina en Roma en la Sátira X del poeta latino Juvenal (circa 100 A. D.). En su contexto, la frase en latín panem et circenses («pan y espectáculos circenses») es dada como la última atención del pueblo romano, quien había olvidado su derecho de nacimiento a involucrarse en la política. Juvenal muestra su desprecio por la decadencia de sus contemporáneos romanos. Los políticos romanos diseñaron un plan en 140 a. C. para ganarse el voto de la plebe basado en el clientelismo: al regalar comida barata y entretenimiento se lograba una alienación del pueblo que lo despojaba de su espíritu crítico mientras a la vez se sentía satisfecho por esa falsa generosidad de los gobernantes. Esta estrategia demostró ser una forma muy efectiva de acceder al poder.
… desde hace tiempo —exactamente desde que no tenemos a quien vender el voto—, este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones, en fin todo, ahora deja hacer y sólo desea con avidez dos cosas: pan y juegos de circo
… iam pridem, ex quo suffragia nulli uendimus, effudit curas; nam qui dabat olim imperium, fasces, legiones, omnia, nunc se continet atque duas tantum res anxius optat, panem et circenses.
Juvenal hace referencia a la práctica romana de proveer trigo gratis a los ciudadanos romanos así como costosas representaciones circenses y otras formas de entretenimiento como medio para ganar poder político a través del populismo. Julio César mandaba distribuir el trigo gratuitamente, o venderlo muy barato, a los más pobres, unos 200.000 beneficiarios. Tres siglos más tarde, Aureliano continuaría la costumbre repartiendo a 300.000 personas dos panes gratuitos por día.
Existen varias expresiones artísticas o culturales que han incluido la frase como título:
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