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Pato mandarin



El pato mandarín (Aix galericulata) es una especie de ave anseriforme de vivos colores de la familia Anatidae oriunda de China, Japón y Siberia que ha sido introducida en diversos puntos de Europa y que es muy apreciada por su belleza, por lo que se la tiene en numerosos parques de todo el mundo. Se reconocen varias subespecies.

Elegante y de constitución robusta, puede llegar a medir 45 cm de longitud, presentando un dimorfismo sexual muy acusado; solamente se parecen hembra y macho cuando este está protegido por su plumaje de mar.

El macho es un ave inconfundible: presenta un copete rojo con brillos metálicos de color verde sobre la frente y dos franjas laterales de color blanco o crema muy claro, en las que destacan los ojos oscuros y el pico de un tono rojo coral. Asemejándose a unas barbas, posee unas plumas de un color naranja cobrizo. El pecho y la garganta son de color morado; el vientre es blanco, y los laterales son de un tono crema con dos bandas azuladas, que dan paso a sendas franjas anaranjadas curvadas hacia arriba.[3]

La hembra es bastante parecida a la del pato joyuyo; posee un plumaje mucho más discreto: tonos pardos y ocres en sus partes superiores, un anillo y una banda blanca alrededor del ojo, y las partes inferiores más pálidas, con los flancos moteados.[4]

Esta especie estuvo en su día muy extendida por toda Asia oriental, pero las exportaciones masivas (para parques y colecciones) y la destrucción de su hábitat han reducido sus poblaciones en el este de Rusia y de China por debajo de 1000 parejas en cada una de las dos regiones; en Japón, sin embargo, se estima que existen unas 5000 parejas.[5]​ Estas poblaciones asiáticas son migradoras e invernan en las tierras bajas del este de China y del sur de Japón.

Su población mundial se estima entre 65 000 y 66 000 individuos.[1]

Es muy común que algunos especímenes se escapen de colecciones, y durante el siglo XX se han asilvestrado algunas poblaciones, la más importante en el Reino Unido, con unas 1000 parejas.

El pato mandarín suele habitar zonas forestales densas cerca de lagos poco profundos, charcas o lagunas.

En invierno pueden formar pequeños grupos, pero raramente se asocian con otros patos.

Se alimentan tanto en tierra como en agua. Comen sobre todo plantas y semillas, especialmente de hayas. Suelen comer hacia el atardecer, permaneciendo en los árboles o en el suelo durante el día.

Anidan en agujeros de árboles cercanos al agua. A diferencia de otras especies, el macho permanece con la pareja apareada hasta que los huevos eclosionan e incluso ayuda en el cuidado de las crías.

En Asia oriental los patos mandarines fueron considerados animales portadores de buena fortuna, y de amor y afecto conyugal; de tal forma que en China se regala una pareja de estos patos como regalo principal en las bodas más importantes.



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