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Persecución a los paganos



La persecución a los paganos durante el Imperio Romano se empezó a producir paulatinamente. El cristianismo, tras su legalización con Galerio (Edicto de Tolerancia de 311) y Constantino (Edicto Milán en 313), fue poco a poco conquistando las esferas del poder (apoyado por Constante II y Constancio II), para luego convertirse en la religión oficial del Imperio con Teodosio (Edicto de Tesalónica de 380). El cristianismo fue arrinconando legalmente al paganismo, destruyendo sus templos y eliminando su financiación ante la indiferencia del Estado, aunque teóricamente había libertad de culto.

Durante el gobierno de Flavio Claudio Juliano se produjo un breve resurgimiento pagano, si bien Juliano copió en gran medida la organización cristiana e intentó crear una iglesia pagana a su imagen. Este intento de restauración religiosa duró poco y tuvo escaso apoyo popular, volviendo a ser aparcada en favor del cristianismo por parte de su sucesor Joviano.

En 392 se produjo una nueva pero breve restauración con el usurpador Eugenio, que teóricamente era cristiano sincrético. El conflicto se resolvió en el río Wippach entre Teodosio y Eugenio, resolviéndose en favor de Teodosio, que era católico. Desde entonces, y bajo la influencia del obispo Ambrosio, se endureció progresivamente la política contra los paganos.[1]​ Además, el catolicismo fue la religión oficial romana hasta la caída del Imperio de Occidente en el 476 d. C. y el Imperio romano de Oriente en 1453.

Sigue una lista de la legislación antipagana promulgada por los emperadores entre Constantino y Teodosio. Se indica la fuente (que en su totalidad se trata del Codex Theodosianus o C.T.), número de referencia y el Emperador o emperadores que dictan la ley. Se incluyen las medidas contra los judíos y los maniqueos, aunque no fueran considerados exactamente paganos.



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