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Piedra seca



Piedra seca, pared seca, piedra en seco o albarrada[1]​ son términos que hacen referencia a una técnica constructiva de origen tradicional y popular que se realiza mediante el uso de piedras, pero sin utilizar ningún tipo de mortero o argamasa. En ocasiones se usa arena seca para rellenar los huecos de la pared y de ahí viene el nombre[cita requerida].

Las piezas de roca (mampuestos), a veces talladas, se encajan convenientemente para la construcción de estructuras (bancales, muros, represas, chozos de pastor y obra en general) sin necesidad de argamasa que las una, simplemente debido a la correcta disposición, al máximo contacto entre piezas y a la propia gravedad.

La UNESCO inscribe esta práctica en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2018 (13.COM), con la denominación Conocimientos y técnicas del arte de construir muros en piedra seca, afectando territorialmente a Croacia, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Eslovenia, España y Suiza.[2]

El origen de las construcciones de piedra en seco hay que buscarlo en la antigüedad con dos premisas que irán paralelas al paso del tiempo: la necesidad y la técnica constructiva. Seguramente la primera necesidad fue el refugiarse de las inclemencias del tiempo y la segunda la defensa ante otros grupos.

La revolución del Neolítico llevó al hombre recolector-cazador y nómada a ser agricultor, ganadero y sedentario. Esto le planteó nuevas necesidades, algunas de las cuales las resolvió empleando la piedra en seco. Ejemplos conservados se encuentran en toda Europa, por ejemplo: el poblado de Skara Brae en Escocia.

Las piedras, cortadas o no, se encajan a conveniencia para construir sin necesidad de ningún material para unirlas. Simplemente se busca una correcta y adecuada disposición intentando encontrar el máximo contacto entre las piezas. Se usan piedras de distintas formas y medidas en el lugar apropiado para buscar el efecto máximo de la gravedad, e intentar evitar los derrumbamientos.

En su nivel más básico, esta técnica no requiere ninguna herramienta. Si las piedras presentan buen aspecto, se levanta el muro con tan solo las manos. En el polo opuesto está el trabajo con sillares perfectamente tallados que encajan y se asientan sin necesidad de argamasa alguna.

En la Región de Murcia, a la pared seca que separa terrazas agrícolas, se llama ribazos.

Menorca tiene un paisaje característico y distinto gracias a la mano del hombre y a sus construcciones, que con el paso de los siglos han acabado por integrarse en el entorno. Lo que hace el paisaje diferente es la pared seca (en menorquín paret seca), que divide de manera meticulosa e interminable los campos de Menorca. Paredes a manera de cercas que rodean porciones de tierra, las llamadas en mallorquín tancas. Se calcula que toda la pared seca de Menorca puesta en hilera daría, según el saber popular, más de una vuelta al mundo.[3]

En Menorca es habitual encontrarse en algún lugar de la pared dos escalones llamados botadors, que se usan para saltar de un lado al otro de las pared. Paredador es el nombre del oficio de quien realiza estas paredes y es uno de los oficios tradicionales más antiguos.[4]

Podría parecer que en sus principios la pared seca utilizada para las cercas tiene cómo antecedente las construcciones megalíticas como talayots, navetas o taulas, pero esa idea es errónea ya que existe una gran diferencia entre la pared seca de las cercas y la piedra seca utiliza en los citados monumentos megalíticos. La pared seca es individual, o de grupo reducido y se utilizan piedras más bien pequeñas, en comparación con las piedras usadas en las antiguas construcciones. Estas construcciones requerían una gran cantidad de mano de obra por lo que se levantaban gracias a todo el clan.

La pared seca surge en Menorca ya que es un lugar de afloramiento natural de piedra. Es una técnica local, que utiliza materiales diversos tales como piedras superficiales. Más adelante, se crearon las canteras con las que se puede elegir el tipo de piedra y su aspecto. Eso dificulta la integración en el entorno.

Una posible causa para la aparición de la pared seca se puede encontrar en la búsqueda de un método de división de propiedades. El problema se solucionó con el material más abundante y fácil de conseguir en la isla: las piedras.

El tradicional uso que han hecho los menorquines de los recursos naturales que la isla ha puesto a su disposición, y la transformación que se produce en los paisajes, bosques, pastos, rodeados de la pared seca han hecho del paisaje menorquín, algo característico y típico de la isla.

La técnica de la pared seca se usa también para la construcción de algunos edificios tales como los establos y ya en la actualidad cómo elemento de decoración.

La pared seca utilizada para hacer vallas aparta una gran cantidad de piedras, haciendo el campo más cultivable al facilitar el trabajo de arar. Las paredes se utilizan también para proteger la vegetación y los cultivos de los vientos dominantes que continuamente cruzan la isla. La pared seca divide y delimita campos, caminos y fincas, además de, por ello, permitir el pasto rotacional.[5]

Las construcciones en piedra seca se pueden encontrar por toda la geografía, pero en cada lugar presentan singularidades culturales. En el medio rural de Sierra Mágina, en la provincia de Jaén, encontramos numerosas obras de alto valor histórico y etnológico como chozos, pozos, eras y hormas. En el parque natural de Sierra Mágina predomina la piedra caliza, que es la que encontramos en estas construcciones de arquitectura tradicional. Son característicos los muros de contención de piedra seca que se denominan hormas, construcciones de piedra caliza sin labrar y sin ningún tipo de argamasa que encajan entre sí y que sirven para delimitar los bancales, evitar la erosión y aprovechar el terreno para cultivo. En la Huerta de Pegalajar encontramos un gran ejemplo de ingeniería donde, gracias a la pericia de los maestros hormeros la construcción de hormas se integra en el paisaje y en la naturaleza de la comarca.[6]

La sierra de Enguera (Valencia) se localiza en el extremo suroeste de la provincia de Valencia. Corresponde a los últimos relieves del Sistema Ibérico, junto con la sierra de La Plana (Enguera, Valencia), los primeros relieves prebéticos al sur de estos accidentes es la serra Grossa, en la comarca de La Costera, Valencia.

En Enguera y en menor medida en los municipios colindantes la tipología de construcción en piedra en seco más difundida son los cucos; equivalentes a los chozos, cubillos, bombos, barracas etc. en otras zonas geográficas.

Según definición de Castellano Castillo (2001, 23) el cuco es un elemento característico y definitorio del paisaje agrario emguerino. Es una construcción que se levanta en las fincas de secano de pequeño y mediano tamaño alejadas del casco urbano. En el cuco prevalece el aspecto práctico sobre cualquier otro. El valor estético es un valor añadido, normalmente no buscado de una manera intencionada por el constructor.

Los cucos a diferencia de construcciones similares de otros territorios son refugios relacionado con los ciclos agrícolas. Se usan como resguardo de las inclemencias del tiempo y en aquellos momentos donde las tareas agrícolas exigen una mayor presencia del agricultor en la finca y no compensan los desplazamientos al núcleo urbano por su lejanía.

La técnica de la piedra en seco también se emplea en la construcción de calzadas (bancales), majanos, pozos, barracas y puentes.



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