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Plaga gris



La plaga gris (en inglés grey goo, donde goo se refiere a una sustancia informe y viscosa) se refiere a un hipotético fin del mundo que involucraría la nanotecnología molecular. Según esta hipótesis, un conjunto de robots se autorreplicarían sin control consumiendo toda la materia viva en la Tierra, materia que emplearían para crear y mantener más robots (a un escenario tal se le conoce como ecofagia).

El término usualmente se usa dentro del contexto de la ciencia ficción. En el peor de los casos, toda la materia en el universo podría convertirse en una masa inmensa de nanomáquinas en proceso de replicación y sin un orden concreto, matando a todos los habitantes del universo. El desastre es propuesto como resultado de una mutación accidental en una nanomáquina que se autorreplica usada con otros propósitos, o posiblemente de un arma de destrucción hecha deliberadamente.

El término fue usado por primera vez por el pionero de la nanotecnología Eric Drexler en su libro La nanotecnología: el surgimiento de las máquinas de creación (Engines of Creation, de 1986). En el capítulo 4, Máquinas de Abundancia, Drexler explora un aterrador escenario de crecimiento exponencial con estos ensambladores:

Drexler describe la plaga gris en el capítulo 11 «Máquinas de destrucción»:

Cabe mencionar que no es necesario que la plaga gris sea gris. Podría ser como una planta o una bacteria. Es solo el resultado de su ecofagia lo que podría asemejarse a una plaga gris.

Una analogía conveniente para el problema de la plaga gris es considerar a la bacteria como el más perfecto ejemplo de nanotecnología biológica. Ya que éstas no han reducido al mundo a una plaga viva, algunos consideran improbable que una construcción artificial logre hacerlo con una plaga gris.

Incluso, algunas personas argumentan que una plaga viva, o incluso una combinación de nanotecnología y biotecnología para crear replicadores orgánicos, es una amenaza más realista que la plaga gris. Argumentando que las bacterias son ubicuas y extraordinariamente poderosas, Bill Bryson (2003) dice que la tierra es «su planeta» y que nosotros existimos porque «ellas nos lo permiten». Lynn Margulis y Carl Sagan (1995) van más allá, argumentando que todos los organismos, habiendo descendido de las bacterias, son en cierto sentido bacterias. Como mejor ejemplo tenemos a la mitocondria: son extraordinariamente parecidas a las bacterias, tiene su propio ADN distinto de la célula que la hospeda, su propia membrana, etc. y no puede vivir fuera de la célula que la alberga y viceversa. De hecho muchos tipos de bacterias son esenciales para la vida humana y son encontradas en grandes cantidades en el sistema digestivo humano, en una relación simbiótica.

De esta manera una plaga viva podría ser un organismo pluricelular que obtiene sus materiales crudos para crecer a través de ecofagia, y después crece a través de un proceso de ensamblaje exponencial como división celular.

No está claro si la nanotecnología molecular sería capaz de crear una plaga gris. Entre otras refutaciones comunes, los teóricos sugieren que el tamaño de las nanopartículas las inhibe de moverse muy rápido. Mientras que la materia biológica que compone la vida libera cantidades significativas de energía al oxidarse, y otras fuentes de energía como la luz del sol están disponibles, esta energía podría no ser suficiente para que los supuestos nanorobots dejaran fuera de competencia a la existente vida orgánica que ya usa esos recursos, especialmente considerando cuánta energía usarían los nanorobots para moverse. Si la misma máquina estuviera compuesta de moléculas orgánicas, entonces podría encontrarse a sí misma siendo cazada por bacterias ya existentes u otras formas naturales de vida.

Si los nanorobots fueran construidos de compuestos inorgánicos o hechos de elementos que generalmente no son usados por la materia viviente, entonces necesitarían usar mucho de su metabolismo para pelear contra la entropía mientras purifican (reducen la arena a silicio por ejemplo) y sintetizan los bloques necesarios para la construcción. Habría poca energía química de materia inorgánica disponible como las rocas ya que, fuera de algunas excepciones (carbón, por ejemplo) la mayoría estaría oxidada y sin energía.

Asumiendo que un replicador molecular nanotecnológico fuera capaz de causar un desastre de plaga gris, ciertas medidas de precaución podrían incluir programarlos para dejar de reproducirse después de un cierto número de generaciones, diseñarlos para requerir un material raro que podría ser dispersado en el sitio de construcción antes de liberarlos, o requerir un control constante directo desde una computadora externa. Otra posibilidad es cifrar la memoria de los replicadores de tal manera que cualquier copia cambiada al ser descifrada termine en un estado disfuncional.

En Inglaterra, el Príncipe de Gales le pidió a la Royal Society que investigase el «enorme riesgo ambiental y social» de la nanotecnología en un informe, lo que obtuvo cierta repercusión mediática. El informe de la Royal Society sobre la nanociencia fue publicado el 29 de julio del 2004.

Recientemente, nuevos análisis han mostrado que el peligro de una plaga gris es mucho menos probable de lo que originalmente se pensó.[1]​ Sin embargo, otros riesgos a largo plazo para la sociedad y el medio ambiente de la nanotecnología han sido identificados.[2]​ El propio Drexler ha hecho un esfuerzo público para retractar su hipótesis del goo gris, en un esfuerzo para enfocar el debate en amenazas más realistas asociadas con el nanoterrorismo y otros posibles usos maliciosos.



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