Los plastificantes o plastificadores son aditivos que suavizan los materiales (normalmente mezclas de plástico u hormigón) a los que se añaden. Aunque se usan los mismos compuestos para plásticos que para hormigones, los efectos son ligeramente diferentes. Los plastificadores para el plástico suavizan el producto final incrementando su flexibilidad. Los plastificadores para el hormigón suavizan la mezcla antes de que fragüe, haciéndolo más trabajable sin afectar a las propiedades finales del producto una vez endurecido.
Los plastificadores para plásticos son aditivos, casi siempre ftalatos que dan a plásticos duros como el PVC la flexibilidad y durabilidad deseadas. Suelen estar basados en ésteres de ácidos policarboxílicos con alcoholes alifáticos lineales o ramificados de cadena moderadamente larga. Los plastificadores trabajan incrustándose entre las cadenas de polímeros espaciándolas (incrementando el "volumen libre"), descendiendo así de forma significativa la temperatura de transición vítrea para el plástico haciéndolo más suave. Algunos plastificadores se evaporan y tienden a concentrarse en un espacio cerrado; el "olor a coche nuevo" suele estar causado por plastificadores que se evaporan del interior del coche.
Existen otros compuestos químicos que funcionan como plastificadores, como el nitrobenceno, el disulfuro de carbono o el β-naftilsalicilato.
Algunos plastificadores, como el DEHP o el DOA, son considerados como carcinógenos y disruptores endocrinos.
Se han desarrollado plastificadores con mejor biodegradabilidad y menos efectos bioquímicos. Algunos de ellos son:
Los superplastificadores son aditivos químicos que pueden ser añadidos a las mezclas de hormigón para hacerlas más trabajables. La resistencia del hormigón es inversamente proporcional a la relación agua/cemento (en peso) de la mezcla. Si se busca producir un hormigón más resistente se añade menos agua a la mezcla, lo que la hace menos trabajable, siendo necesario el uso de plastificadores o superplastificadores.
Los superplastificadores se usan también como aditivo de la mezcla de ceniza puzolánica con hormigón para aumentar su resistencia. Esta proporción de mezcla es muy popular en la producción de hormigón de alta resistencia o de fibras reforzadas.
Normalmente es suficiente con añadir un 2% de superplastificador por unidad de peso de cemento. Sin embargo, nótese que la mayoría de los superplastificadores disponibles en el mercado vienen disueltos en agua, de modo que el agua añadida a mayores debe tenerse en cuenta en la proporción. Añadir demasiada cantidad de superplastificador puede resultar en una segregación excesiva del hormigón, algo que no es aconsejable. Algunos estudios también muestran que demasiado superplastificador puede aumentar el tiempo de fraguado del hormigón.
Los plastificadores suelen obtenerse a partir de lignosulfonatos, un producto intermedio de la industria papelera. En cambio, los superplastificadores generalmente proceden de naftaleno formaldehído sulfonatado o de melamina formaldehído sulfonatado, si bien existe una nueva generación de superplastificadores desarrollados a partir de éteres policarboxílicos. Los plastificadores tradicionales a base de lignosulfatos y los superplastificadores a base de naftaleno y melamina dispersan las partículas de cemento floculadas mediante un mecanismo de repulsión electrostática (véase coloide). En los plastificadores normales, las sustancias activas son adsorbidas sobre las partículas de cemento cargándolas negativamente, lo que provoca la repulsión entre ellas al tener cargas del mismo signo. En los superplastificadores de naftaleno y de melamina, que son polímeros orgánicos, las moléculas largas "abrazan" a las partículas de cemento, dándoles una carga altamente negativa que provoca una gran repulsión entre ellas.
Los éteres policarboxilícos, base de la nueva generación de superplastificadores, no son sólo químicamente diferentes de los productos basados en melamina y naftaleno sulfonatados, sino que su mecanismo de acción es también diferente, provocando la dispersión del cemento por estabilización estérica en lugar de por repulsión electrostática. Esta forma de dispersión es más potente y mejora la mezcla. Además, la estructura química de los éteres policarboxílicos permite un mayor grado de modificación química, pudiendo así adaptar la mezcla a las necesidades del trabajo específico a realizar.
En la antigüedad, los romanos usaban sangre como superplastificador en sus mezclas de hormigón.
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