La prisión Fleet fue una conocida cárcel de Londres, a orillas del río Fleet. Se construyó en 1197, y tuvo que ser reconstruida en varias ocasiones, manteniéndose en uso hasta 1844. La prisión fue demolida en 1846.
La prisión Fleet fue construida en 1197 en lo que hoy es Farringdon Street, en la orilla este del río Fleet, del que tomó el nombre. Adquirió una particular prominencia al utilizarse como lugar de internamiento de condenados en la Cámara estrellada, y más tarde, como prisión de morosos y de convictos de desacato al tribunal de equidad. En 1381, durante la revuelta de los campesinos, fue destruida deliberadamente por los hombres de Wat Tyler.
En 1666 se quemó por completo en el tercer día del gran incendio de Londres, logrando escapar los prisioneros en el último momento. Tras el fuego, el entonces alcaide de la prisión, Sir Jeremy Whichcote, compró Caron House, en Lambeth, para albergar a los deudores encarcelados en Fleet mientras se reconstruía la prisión en su emplazamiento original, corriendo él mismo con todos los gastos.
Durante el siglo XVIII, la prisión Fleet se utilizó principalmente para recluir deudores y personas en bancarrota. En la cárcel vivían habitualmente unos 300 prisioneros con sus familias. Al igual que la prisión de Marshalsea, estaba dividida en una zona de comunes, restrictiva y dura, y una zona de señores más abierta, por la que había que pagar una renta.
En aquella época, las prisiones eran empresas lucrativas. Los prisioneros debían pagar la comida y el alojamiento. Se cobraban tasas por las llaves o por quitar los grilletes, y la prisión Fleet tenía los precios más altos de Inglaterra. Había incluso una reja en la pared lindante con la calle Farringdon para que los prisioneros pudieran pedir limosna a los viandantes. Pero los prisioneros no estaban obligados a vivir dentro de la prisión: mientras indemnizaran al carcelero para compensar el dinero que no ganaba, los prisioneros podían alojarse dentro de una zona concreta alrededor de los muros de la prisión llamada liberty de la Fleet o leyes de la Fleet. A partir de 1613 se produjeron numerosos matrimonios irregulares (Fleet Marriages ). Los límites de la zona liberty abarcaban la parte norte de Ludgate Hill, de Old Bayley hasta Fleet Lane, a lo largo de esta calle hasta el mercado de Fleet y siguiendo el muro de la prisión hasta Ludgate Hill.
El director de la prisión, denominado alcaide, era nombrado por patente real. Se convirtió en práctica habitual que los alcaides designados subcontrataran la prisión al mejor postor. Esta costumbre hizo famosa la prisión por las crueldades infligidas a los prisioneros. Uno de los arrendatarios del nombramiento, Thomas Bambridge, que se convirtió en alcaide en 1728, tuvo una reputación especialmente mala. Sometió a los prisioneros a terribles extorsiones, y según un comité de la Cámara de los Comunes nombrado para investigar el estado de las penitenciarías inglesas, cargaba de grilletes a los prisioneros de forma arbitraria e ilegal, los encerraba en mazmorras y maltrataba a los deudores, tratándolos de forma bárbara y cruel, violando y desobedeciendo claramente las leyes. Bambridge fue internado en la prisión de Newgate y se aprobó una ley para impedir que disfrutara del nombramiento de alcaide.
La prisión Fleet fue de nuevo destruida durante la revuelta de Gordon en 1780, y se reconstruyó entre 1781 y 1782. En 1842, en aplicación de un decreto parlamentario, los reclusos de las prisiones de Marshalsea, Fleet y King's Bench fueron transferidos a la prisión Queen (como se rebautizó la cárcel Queen's Bench), y la Fleet se clausuró. En 1844 el edificio fue vendido al Ayuntamiento de Londres, que la derribó en 1846.
En 1601, el poeta John Donne fue encarcelado junto con el sacerdote que lo casó y el testigo de la boda hasta que se probó que su matrimonio con Anne Donne era legal y válido.
Otro prisionero notable fue Samuel Byrom, hijo del escritor y poeta John Byrom. Samuel Byrom fue encarcelado por deudas en 1725, y en 1729 envió una petición a su viejo amigo de la escuela, el duque de Dorset, en la que descargaba su ira contra las injusticias del sistema:
¡Qué barbaridad puede ser mayor que los carceleros (sin que medie provocación) caguen de grilletes a los prisioneros, los encierren en mazmorras, los esposen, les nieguen las visitas de sus amigos y les fuercen a pagar cantidades excesivas por su alojamiento, vituallas y bebidas; que abran sus cartas y se apropien de las limosnas que les envían! Y cuando los deudores han conseguido saldar las deudas con sus acreedores, a cientos siguen retenidos en prisión por impago de su alojamiento y otras injustas pretensiones de sus carceleros, hasta que muchos de ellos al final, presas de la desesperación, se ven abocados a cometer suicidio (...) a los carceleros se les debería dar un salario fijo, y prohibirles, bajo pena de cese instantáneo, aceptar sobornos, tasas o recompensan de cualquier tipo (…) la prisión por deudas inflige una mayor pérdida al país, en forma de desperdicio de potencia y energía, que los monasterios y conventos en el extranjero y entre los pueblos católicos (…) Holanda, el país más incivil del mundo, trata a los deudores con benevolencia y a los malhechores con rigor; Inglaterra, en cambio, se muestra indulgente con los asesinos y ladrones, pero a los pobres deudores se les exigen imposibles (...)- Manchester Times, 22 de octubre de 1862
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