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Prisoners (película)



Prisoners (titulada Prisioneros en España y La sospecha o Intriga en Hispanoamérica)[1]​ es una película estadounidense de 2013 dirigida por Denis Villeneuve. Está protagonizada por Hugh Jackman, Jake Gyllenhaal, Viola Davis, Maria Bello, Terrence Howard, Melissa Leo y Paul Dano. La trama gira en torno al secuestro de dos niñas y los esfuerzos de sus familias y la policía por encontrarlas.

La película fue candidata a un premio Óscar en la categoría de mejor fotografía.[3]

El Día de Acción de Gracias, Keller Dover (Hugh Jackman), su esposa Grace (Maria Bello) y sus hijos van a cenar a la casa de sus amigos, Franklin (Terrence Howard) y Nancy Birch (Viola Davis). Esa tarde, las hijas menores de ambas familias -Anna y Joy- van sin permiso a la casa de los Dover, para buscar un silbato. Sin embargo, las niñas no regresan a la casa de los Birch, lo que asusta a sus padres. La policía logra localizar una autocaravana que estaba estacionada cerca de la casa, y que había llamado la atención de las niñas antes de su desaparición. El vehículo pertenece a un joven llamado Alex Jones (Paul Dano), quien intenta escapar pero choca contra un árbol y es finalmente arrestado por la policía.

El detective David Loki (Jake Gyllenhaal) interroga al joven, pero no logra descubrir pistas sobre el paradero de las niñas, ya que Alex presenta una discapacidad intelectual. Sin pruebas concluyentes sobre la responsabilidad del detenido, la policía se ve obligada a liberarlo. Keller encara a Alex a la salida de la comisaría, quien le susurra: «No lloraron hasta que las dejé». Convencido de que el joven sabe dónde está su hija, Keller secuestra a Alex y lo encierra en una casa abandonada, donde lo interroga y tortura durante días, sin obtener una respuesta clara a sus preguntas. Franklin, y luego su esposa Nancy, no están de acuerdo con el proceder de Keller, demostrándoselo, aunque no lo denuncian.

Mientras tanto, Loki continúa su investigación, la que lo lleva a la casa del sacerdote Patrick Dunn. En el sótano de la casa, el detective encuentra un cadáver atado a una silla, que tiene un amuleto en el cuello (un laberinto). Tras ser interrogado, el sacerdote le dice que mató al hombre porque confesó haber asesinado a varios niños. Posteriormente, Loki se dedica a seguir los pasos de un nuevo sospechoso, quien habría entrado a las casas de ambas familias días después del secuestro. Su residencia es descubierta por el detective, quien arresta al joven, llamado Bob Taylor. Las paredes de la casa están llenas de dibujos de laberintos, y una de las habitaciones tiene cajas con serpientes y ropa de niños ensangrentada en su interior. Mientras es interrogado, el sospechoso le arrebata la pistola a Loki y se suicida.

La policía determina que la sangre encontrada en la casa del sospechoso es sangre de cerdo, y posteriormente se descubre que Taylor había sido secuestrado cuando niño, y desde entonces había estado obsesionado con laberintos. El joven había obtenido la ropa de Anna y Joy de sus casas, y por lo tanto no participó en el secuestro de las niñas. Mientras tanto, Alex le revela a Keller que ese no es su verdadero nombre, y que cuando era niño logró escapar de un laberinto. Keller visita a la tía de Alex, Holly (Melissa Leo), y le menciona el tema de los laberintos. La mujer solo le dice que Alex no habla mucho, debido a un accidente que sufrió en su niñez con unas serpientes.

Días después, Joy es encontrada en la calle, desorientada y drogada. Keller la visita en el hospital para preguntarle por el paradero de su hija, pero la niña solo logra decir: «Tú estabas ahí». El hombre sale corriendo del lugar y Loki intenta alcanzarlo. El detective llega a la casa abandonada donde está Alex, pero no encuentra al padre. En vez de ir allá, Keller va a la casa de Alex, para interrogar a su tía. Sin embargo, la mujer lo amenaza con una pistola y le explica que ella fue la responsable del secuestro. Ella y su marido habían secuestrado a varios niños a lo largo de los años, lo que veían como una «guerra contra Dios» por haber permitido que su propio hijo muriera a una corta edad. Alex fue el primer niño secuestrado, y desde entonces fue adoptado por la pareja.

Holly dispara a Keller y lo encierra en un escondite subterráneo, que está en el patio de una casa, bajo un automóvil viejo. Allí encuentra el silbato que estaba buscando su hija el día en que fue secuestrada. Minutos después, la mujer es visitada por Loki, quien le va a informar que Alex fue encontrado. Dado que nadie abre la puerta, el detective entra a la casa y encuentra una foto del marido, que tiene el colgante que llevaba el cadáver. Loki saca su arma y registra la casa, encontrando a Holly y a Anna. La mujer le ha suministrado un veneno a la niña, por lo que el detective mata a Holly y lleva a Anna a toda prisa al hospital. La niña logra sobrevivir.

Esa noche, el detective va a la casa de Holly, donde un grupo de policías está buscando pistas sobre los demás niños secuestrados y sobre el paradero de Keller. Los policías le informan que no pueden seguir excavando el lugar, ya que la tierra está demasiado congelada, así que Loki se queda solo. En aquel momento, el detective escucha el sonido de un silbato, proveniente del escondite donde está Keller.

Prisoners obtuvo una respuesta positiva por parte de la crítica cinematográfica. La película posee un 82% de comentarios positivos en el sitio web Rotten Tomatoes, basado en un total de 180 reseñas, y una puntuación de 74/100 en Metacritic.[4][5]Jocelyn Noveck, de Associated Press, escribió: «En manos menos talentosas, la historia podría haber caído en la sensiblería. Pero Villeneuve, director de la nominada al Óscar Incendies, parece saber exactamente hasta dónde llegar; solo un momento se siente menos que auténtico, pero sería un spoiler mencionarlo».[6]​ Según Claudia Puig, del periódico USA Today, «con su realismo macabro, Prisoners es mucho más terrorífica que cualquier película de terror, siendo simultáneamente agotadora, fascinante y contemplativa».[7]A.O. Scott de The New York Times sostuvo que la película «absorbe y controla tu atención con tal seguridad que debes contener la respiración por temor a distraer a las personas que están en pantalla, soltando una exhalación de alivio o asombro ante cada nueva revelación».[8]

Por el contrario, Ann Hornaday, de The Washington Post, escribió que Prisoners «se une a una larga lista de películas que se venden a través de la propia depravación y maligna imaginación moral que pretenden reprobar».[9]Richard Corliss, de la revista Time, escribió: «A través de toda la neblina, casi se puede detectar el contorno inteligente, atractivo del guión de Guzikowski dentro de la flacidez y pretenciosidad de las decisiones como director de Villeneuve».[10]



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