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Puerta de fortificación



En el contexto de las edificaciones militares, una puerta de fortificación indica el conjunto formado por una abertura de paso y el elemento que permite cerrar y abrir esta abertura. La función de una puerta de fortificación es parecida a l de una puerta de un hogar o edificio no militar. La diferencia principal consiste en las dimensiones, los materiales y la disposición. Una puerta de fortificación es más resistente y más difícil de forzar que una puerta normal.

El concepto de puerta fortificada es diferente. Una puerta fortificada es una puerta de fortificación que consta de elementos arquitectónicos de protección adicionales.

Las clásicas funciones de una puerta de fortificación (dificultar la entrada a una muralla, a un castillo, a una catedral, a un monasterio...) se pueden extender a las puertas reforzadas o acorazadas instaladas en edificios no fortificados pero sí de paredes bastante sólidas.

En un edificio fortificado puede haber dos tipos de puertas:

La parte arquitectónica de una puerta está definida por los elementos que limitan el espacio de paso o que son esenciales para la estabilidad de la estructura. Una puerta es una parte vacía del muro y hay que reforzar los lados y la parte superior para distribuir los esfuerzos sobre el conjunto.

En algunas puertas primitivas, sustituyendo o complementando el dintel, había un arco triangular o esglaonat.

Una de las formas típicas de una puerta de fortificación es la que consta de un arco superior.

El elemento de cierre principal puede constar de una o dos piezas móviles (hojas o batientes), construidas de materiales resistentes y dispuestas de forma que la puerta de paso pueda permanecer abierta o cerrada.

La puerta de cierre puede actuar directamente o montarse en un bastimento.

En muchos casos, las puertas fortificadas se montaban en un bastimento. El bastimento es la parte del conjunto de cierre que va anclada en el muro y que soporta la parte fija de las bisagras. En la forma más sencilla un bastimento solo consta de los montantes, dos piezas verticales (generalmente de madera) muy encajadas en los muros. La parte superior del bastimento puede sido cerrada por una pieza horizontal (dintel o cierre). También hay bastimentos formados por un marco cerrado del todo, con los dos montantes, un dintel y un umbral; con todas las piezas unidas entre sí. Estas piezas pueden estar reforzadas con escuadras o no. La forma externa de un bastimento puede ajustarse a un rectángulo o disponer de extensiones de anclaje.

En sentido genérico, las bisagras son los elementos que permiten el movimiento relativo entre la puerta de cierre (móvil) y el marco (inmóvil).[1]

Las primeras puertas se aseguraban desde el interior. Un sistema de bloqueo típico consistía en una o dos barras o bernats. (Un bernat va encajado horizontalmente a los muros o montantes y, a menudo, también a la puerta. Puede ser desmontado directamente o haciéndolo deslizar o girar). Una puerta vallada (con la barra o bernat posado) queda muy cerrada y no se puede abrir (sin violencia o artificio) desde el exterior. También se posible reforzar el bloqueo con barras dispuestas a una 45 grados, que vayan desde la puerta en el tierra y con los extremos reposando en ensambladuras adecuadas.

El tratado de Eneas Táctico indica estratagemas para abrir (con la colaboración de un traidor) la puerta de una muralla. Aparentemente, estas estratagemas se basan en la existencia de un seguro que trababa la barra de seguridad un golpe cerrada.

Otro sistema de cierre desde el interior es el que se basa en los cerrojos.

A diferencia de un fortificación, que (por su función) tiene que disponer de una guardia permanente (que puede cerrar la puerta desde dentro), una casa particular puede quedarse sin ningún ocupante. Había que encontrar un sistema que permitiera cerrar la puerta y abrirla desde el exterior. Este fue el origen de la clave.

El grado de protección de una simple puerta es limitado. Un posible asaltante podría reventar una puerta con cierta facilidad (disponiendo de las herramientas adecuadas o de máquinas de guerra especializadas). Por este motivo, las puertas de un edificio fortificado estaban situadas en un lugar protegido con defensas activas (según el concepto de puerta fortificada).

Formando parte del sistema leva/cierre podía haber elementos complementarios destinados a impedir o dificultar el paso de personas no deseadas. Algunos de los elementos son los siguientes:

Considerando el caso de una puerta con un único batiente, el análisis de las fuerzas implicadas en su funcionamiento permite comprobar las tensiones de todos los elementos que intervienen.[2]

En posición de reposo, con el batiente abierto o cercado, la única fuerza es el peso del batiente. Este peso se tiene que sostener de alguna manera. Esta fuerza se considera aplicada en el centro de gravedad del batiendo que, al estar separado del eje de giro y apoyo, provoca un momento que también hay que contrarrestar.

El peso es soportado por el quicio inferior.[3]​ El momento se reparte entre el quicio superior (con una fuerza de tracción) y el quicio inferior (con una fuerza de compresión).

En teoría el peso se reparte entre los goznes. A la práctica solo hay un que trabaja. El de arriba o el de bajo, en función de las dimensiones relativas del batiente y de los goznes. Era frecuente que cada gozne reposara sobre una aro intermedio.

Similar a los sistemas anteriores.

Todo y la gran importancia de las puertas en las fortificaciones, la documentación directa es bastante escasa. Hay algunos hallazgos arqueológicos (de consulta especializada y difícil), descripciones escritas (muy generales y dispersas en obras muy diversas) y algunos documentos gráficos (con un grado de precisión discutible). A continuación se ofrece una muestra aleatoria, ordenada cronológicamente, sobre puertas de fortificación.

De este largo periodo hay que considerar las puertas de los búnkeres.



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