La Real Sociedad Económica de La Rioja, Real Sociedad de Cosecheros de La Rioja, Sociedad Riojana o Sociedad Patriótica Riojana –con diferentes nombres según la época– fue una sociedad de amigos del país fundada en el Siglo XVIII conforme a los ideales de la Ilustración y circunscrita a La Rioja (España). Se formó tras unas reuniones celebradas en el año 1784, en la casa de Don Francisco Tobía y Ubago, situada en la localidad de Fuenmayor. Sus socios fundadores fueron 54 pueblos riojanos, la mayoría de ellos de su parte occidental, para después irse integrando en ella paulatinamente más localidades del resto de la región, de manera que a finales de siglo ya contaba con más de 150 municipios riojanos adscritos. En los comienzos de la institución, sus objetivos principales eran de carácter económico, dedicado sobre todo a construir carreteras y puentes para dar salida a los productos regionales, especialmente vino. Sin embargo, después tendría otras aspiraciones muy diferentes de carácter político o pseudopolítico territorial, participando de forma activa en las demandas del provincialismo riojano. Esto se aprecia ya en sus actas fundacionales, en las que se utilizan términos como «País riojano».
Dos de los integrantes de esta institución fueron los ilustres riojanos Martín Fernández de Navarrete y Juan Antonio Llorente.
Durante el reinado de Carlos III (años 1759-1788) se comenzaron a crear en España sociedades de amigos del país conforme a los ideales de la ilustración, imitando a la Sociedad Bascongada de amigos del país. Sus objetivos eran contrubir al desarrollo económico y cultural de un territorio determinado. En La Rioja el problema principal que se tenía entonces era lograr sacar de ella los productos riojanos, principalmente vino, el cual era excesivamente abundante y demandado fuera de la región. Para conseguir este objetivo se necesitaban carreteras y puentes. Este fue en un principio uno de los propósitos por los cuales se creó la sociedad. La misma fue fundada tras unas reuniones realizadas los días 19, 20 y 21 de abril de 1784, en la casa de Don Francisco Tobía y Ubago, situada en la localidad de Fuenmayor, lo que dio como resultado finalmente la creación de la sociedad 7 años más tarde, en 1790. En un principio estaba integrada por 54 pueblos, sus pueblos fundadores, la mayoría de La Rioja Alta. Sin embargo, ya desde un primer momento en sus estatutos se invita a formar parte de ella al resto de poblaciones riojanas. También en los mismos se dictamina la organización administrativa de la sociedad, en la que cada pueblo integrante estaría representado por un apoderado, además su junta directiva estaría constituida por un Protector, un Director, varios Diputados y un Secretario. Asimismo se limita la integración en la sociedad exclusivamente a los pueblos riojanos dedicados a la cosecha y comercialización de vino.
Posteriormente, sus objetivos cambiarán a otros muy diferentes de tipo político o pseudopolítico territorial. Algo que ya se aprecia desde un comienzo en sus estatutos fundacionales, en los que se utilizan términos como «País Riojano» o «Junta Nacional de La Rioja». También se eliminará la obligación de que los integrantes de la misma tuvieran que ser exclusivamente los pueblos riojanos dedicados a la industria vitivinícola, para permitir la entrada a cualquier pueblo de La Rioja, aunque se dedicara a otra actividad económica diferente.
De los estatutos de la sociedad se eliminó la exclusividad de que sus miembros fueran únicamente municipios dedicados a la economía vitivinícola, lo que posibilita la entrada en ella de muchos más pueblos riojanos. Se desconoce el ritmo de entrada de poblaciones de La Rioja en la sociedad, pero si se sabe que a finales de siglo XVIII ya se habían integrado en ella más de 150 localidades, con más de 150 vocales y que todos estaban circunscritos al mapa de La Rioja dividida en Alta y Baja de Tomás López de 1769, tan criticado por los ilustrados riojanos de la época por haberse dejado algunos pueblos riojanos fuera del mismo. Esta expansión provocó problemas en la sociedad, ya que los pueblos dedicados a la economía vitivinícola pretendían realizar inversiones en un camino para exportar sus productos, mientras que los pueblos riojanos no dedicados a este ámbito exigían «componer los malos pasos que había en cada pueblo».
Para resolver estas desavenencias, el rey dictamina mediante una Real Orden del 22 de julio de 1801 la modificación organizativa de la sociedad. Ahora en lugar de haber un representante por cada localidad, habría una junta de 20 apoderados elegidos por el obispo de Calahorra Don Francisco Mateo Aguiriano-Gómez. Así cada partido judicial estaría representado por 5 apoderados, siendo estos los de «Logroño, Nájera, Haro-briones y Lacalzada» y añadiendose otro más, «el partido de Calahorra», con otros 5 apoderados en representación del mismo. De esta manera logran entrar en la sociedad pueblos de La Rioja Baja que tardaron en hacerlo por dificultades administrativas.
La Real Orden de 1801 circunscribe además la actuación de la sociedad a los pueblos que aparecen en el mapa de La Rioja dividida en Alta y Baja de Tomás López publicado en 1769. Como se ha mencionado anteriormente esto suspuso una crítica por parte de los ilustrados riojanos de la época, ya que el mapa tenía algunas deficiencias como el haber dejado varios pueblos fuera, que aunque eran riojanos, como consecuencia de la Real Orden no se iban a poder integrar en la sociedad. Así pues, el ilustrado Juan Antonio Llorente realiza en 1805 una exposición titulada Disertación geográfica de La Rioja en la que critica el mapa de Tomás López argumentando que su autor nunca había estado en La Rioja y se había informado para elaborarlo, según sus propias palabras, sobre todo de «los comerciantes riojanos establecidos en Madrid, pues casi todos son de Tierra de Cameros», explicando que la parte de las sierras de Cameros esta muy bien representada en el mismo, porque de ella eran originarios muchos comerciantes riojanos afincados en la capital, pero que sin embargo tiene defectos en cuanto a otras áreas de la región, especialmente su zona oriental. Asimismo defiende que el resto de pueblos riojanos que no aparecen dentro del mismo entren en la sociedad. También explica cuales son los límites reales de La Rioja y para finalizar dice así: «En estos cuatro límites está el nacimiento curso y fin de los siete ríos, cuyos orígenes y formación distinguen eternamente a La Rioja de otras provincias españolas, sin que apenas quepa en la geografía otra mejor ni más claramente demarcada», refiriéndose a los 7 ríos que van desde el Tirón hasta el Alhama y que con su origen curso y desembocadura en el Ebro delimitan a La Rioja. Posteriormente realiza un listado con los pueblos riojanos que faltan en el mapa, ya que si bien todos los pueblos que aparecen dentro del mismo son riojanos, hay otros que también lo son y no aparecen incluidos, siendo el mapa de menor extensión que lo que abarca La Rioja realmente.
En 1718, terminada la guerra de sucesión y llegados los Borbones a España, estos reyes se encontraron con un país totalmente descentralizado y difícil de gobernar por estar dividido en viejos reinos y antiguos fueros locales. Así pues, quisieron instaurar un modelo unificador y centralizador al estilo francés. Para ello dividieron España en una serie de circunscripciones llamadas intendencias. Posteriormente se realizaron las divisiones provinciales de los años 1822 y 1833 que conocemos en la actualidad.
La existencia de un territorio llamado La Rioja viene documentada desde el siglo XI. Los riojanos como consecuencia de las divisiones provinciales que se estaban realizando se propusieron crear una provincia propia, separada e independiente para la región. Una de las instituciones que participó en las reivindicaciones para dotar a La Rioja de un marco administrativo provincial fue la Sociedad Riojana de amigos del país, entonces denominada como Sociedad Riojana.
Uno de los documentos que envió la sociedad a las cortes instando a la constitución de un marco administrativo provincial para la región de La Rioja y que se ha conservado, es una misiva realizada en 1820 y titulada: Exposición de las razones que la Sociedad Riojana y los comisionados por los pueblos de su distrito presentan al Congreso Nacional en apoyo de su solicitud para que en la Rioja se forme una Provincia separada e independiente, donde explican los motivos por los cuales se demanda que se dote a la región de La Rioja de un marco administrativo provincial y donde se aprecia un marcado componenente identitario riojano.
Posteriormente se realizaron varias divisiones provinciales de España en las cuales La Rioja conseguiría su objetivo de constituirse en provincia, aunque bajo la denominación de su capital, con la formación de la provincia de Logroño, primero en 1822 y después en 1833. En 1980 recuperaría su histórico nombre, provincia de La Rioja.
De las obras que llevó a cabo la Sociedad Riojana de amigos del país se conserva por ejemplo en la actualidad el puente de la localidad de Torremontalbo. La totalidad de sus proyectos fueron los siguientes:
La última junta extraordinaria organizada por la sociedad riojana se celebró en Alfaro del 26 al 28 de septiembre de 1832. A partir de ella se aprecia un deterioro económico de la sociedad, que más tarde sería una de las causas de su desaparición. Otro motivo de su disolución fue que al lograr la sociedad su objetivo de dotar de un marco administrativo provincial a la región de La Rioja bajo la denominación de provincia de Logroño, muchas de sus competencias y funciones fueron absorbidas por la propia diputación provincial. Finalmente, la sociedad se disolvería en el año 1836 habiendo llevado a cabo un gran número de reformas y proyectos de infraestructuras muy propicios para la comercialización de los productos riojanos.
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