Rebeca y Eliezer es un cuadro del pintor español Bartolomé Esteban Murillo. Está realizado en óleo sobre lienzo. Mide 107 cm de alto y 171 cm de ancho. Fue pintado al inicio de la segunda mitad del siglo XVII. Se encuentra en el Museo del Prado, Madrid, España.
Narra un episodio procedente de Génesis 24: Abraham le pide a uno de sus siervos (Eliezer) que vaya a buscar una esposa para su hijo (Isaac) a la tierra de donde él tuvo que salir (Ur de Caldea, Mesopotamia), es decir, que sea de su parentela, y que la traiga a donde viven ahora (Canaán) para desposarla con su hijo. Explícitamente le advierte que no le traiga una mujer cananita, y le dice que un ángel le ayudará en su cometido, tal como le ha prometido Dios. El siervo toma diez camellos y se pone en camino. En un punto determinado, se detiene cerca de un pozo y reza a Dios: (Génesis 24, 12-14): “Señor, Dios de Abraham, dame hoy una señal favorable, y muéstrate bondadoso con mi patrón Abraham. Yo me quedaré parado junto a la fuente, mientras las hijas de los pobladores de la ciudad vienen a sacar agua. La joven a la que yo diga: «Por favor, inclina tu cántaro para que pueda beber», y que me responda: «Toma, y también daré de beber a tus camellos», esa será la mujer que has destinado para tu servidor Isaac”. Antes de que termine de hablar aparece Rebeca, entroncada con el linaje de Abraham y además virgen, quien efectivamente da de beber agua a Eliezer y también a los camellos. El siervo le ofrece un anillo y dos brazaletes de oro, le pregunta quién es y si puede pernoctar en su casa, a lo que ella contesta que sí. Rebeca vuelve a casa a contar lo sucedido, y a continuación uno de sus hermanos va en busca del siervo para que pernocte en su casa. Labán, hermano de Rebeca, atiende a los camellos y da de comer a Eliezer. El siervo les cuenta su misión, y ellos acceden a que Rebeca vaya a casa de Abraham y se case con Isaac. Eliezer les hace regalos y adora a Dios. Rebeca parte con él acompañada de una nodriza y varias doncellas. Tiempo después, Isaac ve venir los camellos. Rebeca también ve a Isaac y se cubre con un velo. Ambos se encuentran. Isaac conduce a Rebeca a la tienda de Sara, su madre (que había muerto un poco antes), y la toma por esposa.
De este cuadro bíblico, el pasaje más representado en la pintura universal es el encuentro de Rebeca y Eliezer en el pozo, incluso con mayor número de obras que el propio matrimonio de Isaac y Rebeca. En la versión de Murillo, como es habitual en este pintor sevillano, contemplamos una típica escena andaluza. Rebeca y sus vecinas parecen muchachas del barrio de Triana o de cualquier pueblo andaluz de mediados del siglo XVII, reunidas con sus cántaros en torno a la fuente. Exceptuando la indumentaria, la escenografía sería común a cualquier zona de España.
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