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Reciclaje



El reciclaje es un proceso cuyo objetivo es convertir residuos en nuevos productos o en materia prima para su posterior utilización.

Gracias al reciclaje se previene el desuso de materiales potencialmente útiles, se reduce el consumo de nueva materia prima, además de reducir el uso de energía, la contaminación del aire (a través de la incineración) y del agua (a través de los vertederos), así como también disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con la producción de plásticos.

El reciclaje es un componente clave en la reducción de desechos contemporáneos y es el tercer componente de las 3R («Reducir, Reutilizar y Reciclar»).

Los materiales reciclables son muchos, e incluyen todo el papel y cartón, el vidrio, los metales ferrosos y no ferrosos, algunos plásticos, telas y textiles, maderas y componentes electrónicos. En otros casos no es posible llevar a cabo un reciclaje debido a la dificultad técnica o alto coste del proceso, de modo que suele reutilizarse el material o los productos para producir otros materiales y se destinan a otras finalidades, como el aprovechamiento energético.

También es posible realizar un salvamento de componentes de ciertos productos complejos, ya sea por su valor intrínseco o por su naturaleza peligrosa.

Para hablar sobre el reciclaje es importante conocer sobre cuáles son los factores contaminantes en los cuales debemos tener conciencia para al igual cuidar el medio ambiente y acabar con la contaminación mundial. De los cuales nos referimos:[1]


La cadena de reciclado consta de varias etapas:

Para la separación en origen doméstico[2]​ se usan contenedores de distintos colores ubicados en entornos urbanos o rurales:

Las tres erres consisten en una práctica para alcanzar una sociedad más sostenible.

En España la gestión de residuos está regulada según la Ley 22/2011, de 28 de julio[7]​, de residuos y suelos contaminados (abreviada habitualmente como LR)[8]​ y por el Real Decreto 833/1988, de 20 de julio, por el que se aprueba el Reglamento para la ejecución de la Ley 20/1986, de Básica de Residuos Tóxicos y Peligrosos.[9]​, que excluye de su ámbito las emisiones a la atmósfera que estén reguladas en la Ley 34/2007, de 15 de noviembre, de calidad del aire y protección de la atmósfera, los suelos no contaminados excavados en ciertas condiciones, los residuos radiactivos, los explosivos desclasificados, algunas materias fecales, paja y otro material natural, agrícola o silvícola, no peligroso, utilizado en explotaciones agrícolas y ganaderas, en la silvicultura o en la producción de energía a base de esta biomasa, mediante procedimientos o métodos que no pongan en peligro la salud humana o dañen el medio ambiente, como las quemas incontroladas o cercanas o que se extiendan sus humos y material particulado a poblaciones.

Asimismo, no resulta de aplicación a ciertos tipos de residuos, siempre y cuando se regulen por otra normativa comunitaria, como son las aguas residuales, los subproductos animales (salvo cuando se destinen a la incineración, a los vertederos o sean utilizados en una planta de biogás o de compostaje), ciertos cadáveres de animales y los residuos mineros (es decir, los residuos resultantes de la prospección, de la extracción, del tratamiento o del almacenamiento de recursos minerales, así como de la explotación de canteras cubiertos por el Real Decreto 975/2009).

La Ley de Residuos tiene por objeto fomentar, por este orden, su prevención, reutilización, reciclado y otras formas de valorización, evitando la incineración y asegurando que los destinados a operaciones de eliminación reciban un tratamiento adecuado, y contribuir a un desarrollo sostenible de esta actividad.[10]

La Ley establece los siguientes objetivos, para antes de 2020:

Respecto a la eliminación, se indica que las autoridades ambientales en su respectivo ámbito competencial se asegurarán de que, cuando no se lleve a cabo la recogida de los residuos por métodos eficientes, los residuos se sometan a operaciones de eliminación seguras adoptando las medidas que garanticen la protección de la salud humana y el medio ambiente, siendo preferible la trituración al incinerado de acuerdo con la escala de valorización de la ley. Los residuos deberán ser sometidos a tratamiento previo a su eliminación, salvo que el tratamiento de los mismos no sea técnicamente viable o no quede justificado por razones de protección de la salud humana y del medio ambiente.


La gestión de residuos es un conjunto de actividades que engoblan las operaciones de recogida de residuos, el transporte y el tratamiento de los residuos.


La recogida de residuos se hace mediante contenedores urbanos, en ecoparques o puntos limpios para los residuos urbanos peligrosos y mediante gestores de residuos privados en las empresas.

El transporte de residuos se hacen en camiones de gran tonelaje para hacer más eficiente el mismo.

El tratamiento de residuos es tan amplio como residuos hay, pero en general hay 2 tipos:

Según el Estudio de Información Económica de Reciclaje de Estados Unidos, hay más de 50 000 establecimientos de reciclaje que han creado más de un millón de empleos en los EE. UU.[11]

Años después de que la Ciudad de Nueva York declarara que la implementación de programas de reciclaje sería "un drenaje en la ciudad", los líderes de la Ciudad de Nueva York se dieron cuenta de que un sistema eficiente de reciclaje podría salvar a la ciudad más de 20 millones de dólares.[12]

Solo la industria del reciclaje automotriz en Estados Unidos emplea alrededor de 100 000 personas por año.[13]

El logo es un icono medioambiental y un clásico del mundo del diseño gráfico; actualmente es utilizado en todo el mundo para identificar a los productos que son reciclables.

Fue creado por el estadounidense Gary Anderson en 1970, como parte de un concurso convocado por la Container Corporation of America, una empresa papelera con sede en Chicago, Estados Unidos.

La compañía lanzó el certamen, entre otras cosas, como parte de las actividades que se organizaron durante el Día de la Tierra que comenzó a celebrarse ese mismo año. Anderson, originario de Honolulu, Hawái, tenía 23 años y acababa de graduarse de la carrera de arquitectura.

Su diseño se inspiró en la Banda de Möbius, que es una superficie con una sola cara y un único borde, así como en el trabajo del artista holandés M. C. Escher.[cita requerida]

El premio se anunció durante la Conferencia Internacional de Diseño de Aspen (IDCA) y Anderson obtuvo una beca por 2500 dólares, la cual utilizó para estudiar un año en la Universidad de Suecia.[cita requerida]

El símbolo se utiliza ahora en todo el mundo, con diferentes variaciones, para identificar los productos reciclables, así como para representar las tres "R" que impulsan los ecologistas: reducir, reutilizar y reciclar.

En 1988, la Asociación de la Industria de los Plásticos en Estados Unidos tomó como base esta imagen para crear un código que permite saber cuál es el material predominante en la fabricación de un producto y, por tanto, identificar la complejidad de su reciclaje. Este código utiliza una escala del uno al siete e identifica una serie de plásticos.

El uno es para aquellos productos elaborados con tereftalato de polietileno (PET) y que son los más fáciles de reciclar. La dificultad del reciclaje aumenta con la escala hasta el número siete, el cual se emplea para aquellos productos fabricados con materiales de plástico realmente difíciles de reciclar. El número que le corresponde a cada material se encuentra dentro del símbolo de reciclaje, las tres flechas creadas por Gary Anderson.



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