El reino de Sicilia fue un Estado del sur de la península itálica y la isla de Sicilia que se desarrolló desde su fundación por Roger II de Sicilia en 1130 hasta 1816. Fue el sucesor del condado de Sicilia, creado en 1071 durante la conquista normanda de la península. La isla estuvo dividida en tres regiones: Val di Mazara, Val Demone y Val di Noto («val» es la palabra árabe para distrito).
En 1282 una revolución contra el gobierno argevino, conocida como las Vísperas Sicilianas, expulsó a Carlos de Anjou de Sicilia. Los angevinos lograron mantener el control de la parte continental del reino que, aunque también se llamó reino de Sicilia, comúnmente se denomina reino de Nápoles por el nombre de su capital. La isla se convirtió en un reino separado bajo la Corona de Aragón.
Posteriormente a 1302, el reino insular fue conocido como reino de Trinacria.España o el Sacro Imperio Germánico. En 1816, se unió con el reino de Nápoles para constituir el reino de las Dos Sicilias que perduró hasta que en 1861 fue conquistado por el reino de Piamonte-Cerdeña y se fusionó con otros estados italianos para formar el Reino de Italia.
A menudo, la monarquía fue entregada a los monarcas de Aragón,Sicilia fue conquistada hacia el 1071 por el Gran Conde Roger, estableciéndose como condado. El conde Roger formaba parte de unos mercenarios normandos que habían sido pagados por bizantinos, quienes deseaban expulsar a los sarracenos de la península itálica. Con él se iniciará la dinastía Hauteville en Sicilia.
El antipapa Anacleto II invistió a Roger II como rey de Sicilia y él lo hace su feudo, cosa que plantea un problema político cuando la dinastía Hohenstaufen toma el poder en el reino de Sicilia. Los descendientes de Roger II, Guillermo I y Guillermo II, reinaron en Sicilia desde de su muerte en 1154 hasta 1189.
Roger II creó una poderosa flota en el Mediterráneo central. En 1135 conquistó las costas de Túnez, creando el Reino de África (un protectorado de su Reino de Sicilia).
Guillermo II no tuvo descendencia, por lo que nombra heredera legítima a su tía, Constanza I de Sicilia (hermana de Guillermo I). La cual se casa con Enrique VI, lo que permite la llegada al poder de la dinastía Hohenstaufen.
El papa Clemente III teme por los bienes de la iglesia de Sicilia al subir al poder la dinastía Hohenstaufen, lo que provoca su rechazo al matrimonio entre Constanza I de Sicilia y el emperador Enrique VI. Clemente III invita al emperador a rendirle juramento de vasallaje, pero el emperador lo rechaza.
El papa decide entonces dar apoyo a Tancredo de Sicilia, bastardo de Roger II, que muere en 1194.
Enrique VI se proclama rey de Sicilia el 25 de diciembre de 1194, en Palermo, junto con su esposa Constanza I de Sicilia. Su reinado será sin embargo corto, ya que muere en 1197. Entre esta fecha y 1220, el Papa intenta frenar el poder de los Hohenstaufen en Sicilia.
El reino de Sicilia sin embargo no tiene ningún poder central como en las demás monarquías, así que los barones y los obispos usurpan las prerrogativas reales, y las ciudades grandes no aconsejan seguir adelante con sus instituciones comunales.
En 1220 Federico II, el hijo de Enrique VI, se proclama emperador. Ese diciembre en Capua deroga la ley normanda y cancela las concesiones de 1189 para castigar a los que aprovecharon el vacío de poder para hacerse fuertes.
En 1230, las constituciones de Melfi, inspiradas en la ley romana, dan leyes reales al reino. En ellas Federico II reorganizaba el reino de Sicilia como una Monarquía autoritaria, con un gobierno centralizado, renegando el feudalismo. Estas leyes continuaron siendo, con unas mínimas reformas, las leyes básicas de Sicilia hasta 1819.
Al subir al trono Manfredo I de Sicilia el papa Clemente IV lo excomulga por ser hijo ilegítimo de su padre, volviéndose el reino de Sicilia propiedad del Papado. En 1262 Constanza II de Sicilia, hija del anterior se casa con Pedro el Grande, rey de Aragón y conde de Barcelona. Esta situación de acoso entre la dinastía Hohenstaufen y la casa de Aragón, siendo Constanza la heredera de Manfredo, provoca la antipatía del francés Clemente IV que busca ayuda en Carlos I de Anjou, hermano pequeño de su aliado Luis IX de Francia. Así las tropas de Carlos de Anjou entran en la isla y luchan con Manfredo I en la batalla de Benevento, mientras Carlos es coronado rey de Sicilia en Roma en 1266.
Bajo Carlos de Anjou, y posteriormente su hijo Carlos II, el norte se favorece en detrimento del sur, así la capital se trasladada de Palermo a Nápoles. Esta situación de dominación angevina concluye con las Vísperas sicilianas, que conducen a la división del reino de Sicilia en 1282 en el reino de Sicilia, peninsular o reino de Nápoles, bajo dominio angevino, y el reino de Sicilia, insular, bajo dominio aragonés.
Con el matrimonio de la heredera legal de Manfredo I Hohenstaufen, Constanza II de Sicilia, con Pedro III el Grande, el reino de Sicilia se convierte en uno de los principales intereses del rey aragonés, debido a que alegaba los derechos de su esposa al trono en el reino isleño. Cuando Pedro III se disponía a hacer valer el poder de su flota en el Mediterráneo, los sicilianos se rebelaron contra los Anjou (entre otras causas debido a las cargas impositivas que soportaban) en los sucesos conocidos como las vísperas sicilianas. La nobleza de Sicilia deseaba cierto grado de autonomía política y consiguió expulsar a la dinastía angevina. No se hizo esperar el contraataque de Carlos de Anjou pero, para poder hacer frente a los angevinos, los sicilianos invitan a Pedro el Grande a reivindicar los derechos de su esposa y, segregándose de Nápoles, le entregan a Pedro III el reino.
Los conflictos entre los reinos de Sicilia y Nápoles fueron constantes hasta que es elegido Papa Benedicto XII en 1334, quien tenía relaciones de amistad con Federico II de Sicilia, y le promete respeto de la Santa Sede en Trinacria.
Los dos reinos resultantes estuvieron separados hasta 1442, cuando el rey de Aragón Alfonso V el Magnánimo conquistó el Reino de Nápoles y los unificó.
Sicilia en el siglo XVI fue acosada por el creciente imperio otomano y esto llevó al asedio de Malta con el consiguiente derrumbe del comercio en el Mediterráneo centro-oriental. Entre los virreyes españoles destacó Pedro Téllez-Girón y Velasco, duque de Osuna.
Cuando Osuna tomó posesión del nuevo cargo en Milazzo, el 9 de marzo de 1611, el reino de Sicilia se hallaba en la miseria. Por falta de crédito la Caja de Palermo (el erario público) había tenido que declararse en bancarrota y cerrar sus puertas. La moneda se adulteraba sin recato y la inflación arruinaba al sufrido pueblo siciliano. En Mesina los ladrones asaltaban las tiendas y los comercios a plena luz del día, en medio de la indiferencia general, y era imposible viajar sin una escolta armada. La justicia era un juguete de los poderosos y las cárceles estaban repletas. La escuadra estaba desarmada, convertida en ludibrio de golfos, y sin más reputación que la de su cobardía.
Pero pronto el enérgico Osuna puso remedio a tamaños males, con general aplauso: restituyó el crédito de la hacienda pública, restableció el peso y la ley de las monedas, ajustó los impuestos a las verdaderas rentas de los contribuyentes, equilibró los presupuestos e hizo aumentar los ingresos. Los caminos fueron limpiados de salteadores y facinerosos, la autoridad y la libertad de los ministros de la justicia, restaurada, y las cárceles repletas quedaron yermas y vacías.
Una de sus principales preocupaciones fue reorganizar la marina, como mejor medio de defender la isla contra las incursiones de turcos y berberiscos. La situación era desesperada, ya que el virrey solo contaba con 9 galeras para la defensa de la isla, desprovistas de remeros y bastimentos. Había tanta escasez de tripulantes para las galeras como exceso de pícaros, pordioseros con taras simuladas, que infestaban las calles y las puertas de las iglesias. Pero el nuevo virrey de Sicilia ideó un sistema de reinserción que resolvió simultáneamente ambos problemas, aunque, cuando se retiró en 1616, todo volvió a ser como antes.
Al terminar la guerra de sucesión española Sicilia fue cedida a Saboya (bajo el reinado de Víctor Amadeo II) mediante los tratados de Utrecht. Pero ya en 1720 Sicilia pasó en manos de los Habsburgo de Austria.
En 1735 José Carrillo de Albornoz, conde de Montemar, reconquistó Sicilia para los Borbones españoles.
El advenimiento del Primer Imperio francés de Napoleón Bonaparte significó que Nápoles fue tomada tras la batalla de Campo Tenese y se instauraron reyes de Nápoles bonapartistas. El borbón rey Fernando en 1805 se vio obligado a retirarse a Sicilia que aún controlaba totalmente gracias a la ayuda de la protección naval británica. Después de esto Sicilia se vio implicada en las guerras napoleónicas. Después de la guerra, en diciembre de 1815 el rey Fernando regresó a Nápoles.
Los reinos de Sicilia y de Nápoles se unieron formalmente en 1816 como Reino de las Dos Sicilias bajo los Borbon-Dos Sicilias. Grandes movimientos revolucionarios acontecieron en Palermo en los años 1820 y 1848 contra el gobierno borbón con Sicilia buscando su independencia; en la segunda, la revolución de 1848 resultó triunfadora y como consecuencia de ello se abrió un período de independencia para Sicilia, con su propio gobierno y su propio parlamento.
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