En un laboratorio de química, una retorta es un recipiente, generalmente de vidrio, que se usa en la destilación de sustancias. Consiste en una vasija esférica con un "cuello" largo inclinado hacia abajo. El líquido a destilar se pone en el vaso y se calienta. El cuello actúa como un condensador, permitiendo a los vapores condensarse fluir a través del cuello y para recogerlos en un vaso puesto al final del mismo.
En aplicaciones industriales, una retorta es un vaso hermético en el cual las sustancias se calientan mediante una reacción química produciendo productos gaseosos que serán recogidos en un vaso. La retorta suele formar parte de un alambique.
Los alquimistas usaron muy frecuentemente retortas de las que se servían para obtener las esencias de las sustancias; aparecen imágenes de retortas en muchos dibujos y bosquejos de sus laboratorios. Antes del invento de los condensadores modernos, las retortas fueron usadas por muchos químicos prominentes, como Antoine Lavoisier y Jöns Jacob Berzelius.
Debido a los avances de la tecnología, especialmente tras la invención del condensador de Liebig, en los laboratorios, las retortas se consideraban anticuadas, por la simple rázon de que aparecieron nuevos y mejores instrumentos. Sin embargo, en algunas técnicas de laboratorio, incluyendo la destilación simple, que no requieren aparatos complicados se sigue usando la retorta como un sustituto de equipos de destilación más complejos.
En la producción artesanal o casera de licores, la retorta sigue siendo una parte indispensable del alambique. En este caso, generalmente suele ser de cobre, aunque los hay actualmente de acero inoxidable.
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