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Rondallas mallorquinas



Las rondallas mallorquinas (rondalles mallorquines en catalán, aunque suele escribirse rondaies mallorquines, con la intención de representar la pronunciación local mallorquina) son cuentos de la isla de Mallorca, de tradición oral que pasaban de boca en boca y de padres a hijos. Aparecieron en forma escrita a partir de las recopilaciones realizadas por mosén Antoni Maria Alcover Sureda bajo el seudónimo de Jordi des Racó y que se publicaron a partir de 1880 bajo el título de Aplech de Rondayes Mallorquines d'En Jordi d'es Recó en 1885 por la Tipografía Católica Sanjuan germans en 1896.

La recopilación está estructurada de tal manera que antes de cada cuento se especifica quién se la contó al recopilador, si se la contaron distintas personas de distintos pueblos e incluso si los personajes eran de ese pueblo.

Resultan notables por ingente trabajo de recopilación de folklore del autor y por haber seguido siendo publicadas recogiendo expresiones típicas de Mallorca e intentando representar la forma en que habían sido contadas, en una época en la que el uso del catalán no estaba bien visto en España. Tal fue la popularidad de la recopilación que las rondallas se llegaron a grabar y emitirse en la radio desde finales de los años cincuenta hasta mediados de los años setenta. Resultó uno de los programas con más éxito de la emisora Radio Popular de Mallorca. Colaboraba en ese programa Francesc de Borja Moll, que había sido a su vez colaborador de Alcover. Hay que subrayar el aspecto atrevido (para la época y contexto político en el que se iniciaron las emisiones) de emitir un programa en mallorquín.

La labor de recogida de tradiciones orales fue ingente, pero parece cierto que el material recogido fue sometido a cierta transformación para convertirse en lo finalmente publicado. Como no se trataba al fin y al cabo de realizar un trabajo de investigación, sino de conservar para el público general las rondallas, sin duda el material que le llegó incompleto o por partes fue rellenado y ordenado según su criterio además de haberse censurado los cuentos picantes, que hacían burla de la Iglesia o no eran del gusto de su recolector.

Con todo, a pesar de haber sido sobrevaloradas por unos e innecesariamente vilipendiadas por otros, las rondallas fueron y son parte de la identidad cultural de las Islas Baleares.

Las rondallas contienen elementos comunes a otros cuentos populares de Europa y de otras partes de España. Aparecen personajes que son equivalentes a Blancanieves, La Cenicienta (Francineta), animales parlantes y personajes fantásticos como gigantes (gegants), demonios (dimonis) y dragones (dracs). De otro lado, en muchos casos los personajes forman parte del acervo cultural, mucho más cerrado, de la isla. En ambos casos los personajes son de Mallorca, viven en Mallorca y sus aventuras transcurren, por lo general, en Mallorca.

En algunas rondallas el argumento se toma prestado de obras de literarias o de la dramaturgia como El mercader de Venecia.

Debido a su antigüedad, muchos de los argumentos resultan crueles y machistas (y quizá hoy, políticamente incorrectos). También abunda el humor escatológico, lo que resultaba siempre especialmente divertido para el público infantil.

Las rondallas tienen en definitiva un tono moralizador, perteneciente a la época en la que fueron transcritas. Aunque tengan en ocasiones, como se ha dicho antes, argumentos crueles, ensalzan virtudes como la sencillez, la honradez y la ayuda al prójimo.

Suele ser tema de conversación cuántas rondallas se publicaron. La siguiente lista enumera los títulos de los veinticuatro volúmenes. Una edición de 1997 se ha publicado en cuatro tomos, pero la edición tradicional es la de veinticuatro tomos en rústica.



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