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Sísifo



En la mitología griega, Sísifo (Σίσυφος) fue fundador y rey de Corinto. Era hijo de Eolo y Enareta, y marido de Mérope. Hay tradiciones que indican que fue padre de Odiseo con Anticlea, antes de que esta se casase con su último marido, Laertes. Es conocido por su castigo: empujar cuesta arriba por una montaña una piedra que, antes de llegar a la cima, volvía a rodar hacia abajo, repitiéndose una y otra vez el frustrante y absurdo proceso.[1]

El término «trabajo de Sísifo», que se utiliza en la actualidad para describir un trabajo duro que debe de hacerse una y otra vez, tiene su origen en el castigo de Sísifo.[2]

Se decía que había fundado los Juegos Ístmicos en honor a Melicertes, cuyo cuerpo había encontrado tendido en la playa del istmo de Corinto.

Fue promotor de la navegación y el comercio, pero también avaro y mentiroso. Recurrió a medios ilícitos, entre los que se contaba el asesinato de viajeros y caminantes, para incrementar su riqueza. Desde los tiempos de Homero, Sísifo tuvo fama de ser el más astuto y sabio de los hombres.

El motivo del castigo al que fue sometido Sísifo no es mencionado por Homero, pero otras fuentes indican que Sísifo había revelado al dios fluvial Asopo que el autor del rapto de su hija Egina había sido Zeus;[1]​ o que el castigo había sido a causa de su impiedad;[3]​ o bien se debió a su hábito de atacar y asesinar viajeros.[4]

Cuando, por orden de Zeus o Hades, Tánatos (la muerte) fue a buscar a Sísifo, este lo engañó y le puso grilletes a Tánatos, por lo que nadie murió en la Tierra hasta que Ares lo liberó, entonces, como castigo, este puso a Sísifo bajo su custodia en el inframundo.

Pero Sísifo aún no había agotado todos sus recursos: antes de morir le dijo a su esposa que cuando él se marchase no ofreciera el sacrificio habitual a los muertos y ella así lo hizo, así que en el infierno se quejó de que su esposa no estaba cumpliendo con sus deberes, y convenció a Hades (o a Perséfone, dependiendo de la versión del mito) para que le permitiese volver al mundo superior y así castigarla. Pero cuando estuvo de nuevo en Corinto, rehusó volver de forma alguna al inframundo, viviendo varios años más en la Tierra hasta que murió de forma natural, ya anciano.

En el inframundo, Sísifo fue obligado a cumplir su castigo, que consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez. Así se cuenta en la Odisea.[5]​ También se dice que aún viejo y ciego seguiría con su castigo. Este asunto fue un tema frecuente en los escritores antiguos, y fue representado por el pintor Polignoto en sus frescos sobre la Nekyia, en la galería pública o lesque (λέσχη) de Delfos.[6]

De acuerdo con la teoría solar, Sísifo es el disco del sol que sale cada mañana y después se hunde bajo el horizonte. Otros ven en él una personificación de las olas subiendo hasta cierta altura y entonces cayendo bruscamente, o del traicionero mar. Welcker ha sugerido que la leyenda fuera un símbolo de la vana lucha del hombre por alcanzar la sabiduría. Salomón Reinach[7]​ sitúa el origen de la historia en una pintura, en la que Sísifo era representado subiendo una enorme piedra por el Acrocorinto, símbolo del trabajo y el talento involucrado en la construcción del Sisífeo. Cuando se hizo una distinción entre las almas del infierno, se supuso que Sísifo estaba empujando perpetuamente la piedra cuesta arriba como castigo por alguna ofensa cometida en la Tierra, y se inventaron varias razones para explicarla.[8][9]

En el siglo I a.C., Lucrecio interpretó el mito como los políticos que aspiran a un cargo, con la búsqueda del poder como una "cosa vacía", se asemeja a rodar la roca arriba del cerro.[10]Albert Camus consideraba a Sísifo personificando el absurdo de la vida humana, pero concluye que «uno debe imaginar a Sísifo feliz», como «la lucha de sí mismo hacia las alturas es suficiente para llenar el corazón del hombre».

Camus menciona poéticamente que la razón de su castigo obedece a su ligereza con los dioses, revelando sus secretos y prefiriendo "la bendición del agua a los rayos celestes".





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