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SMS Dresden (1908)



El SMS Dresden fue un crucero ligero (Kleiner Kreuzer en alemán) de la Kaiserliche Marine alemana, botado en 1906, de 118 m de eslora y tres chimeneas, armado con 10 cañones de 105 mm, y el primer crucero alemán equipado con turbinas tipo Parsons y cuatro hélices navales tetrapalas, que le permitían alcanzar 28 nudos, cuatro más que su gemelo, el SMS Emden, con el cual constituía clase.

Tuvo una destacada participación en la evacuación de alemanes radicados en el puerto de Veracruz en México a principios de 1914, llevando entre sus oficiales al teniente de navío Wilhelm Canaris, y durante esos días de asedio al deportado dictador Victoriano Huerta.

Pancho Villa hizo un ofrecimiento al gobierno alemán para comprar este crucero y otros más.[cita requerida]

El 20 de julio de 1914, después de la caída del régimen de Huerta, el Dresden llevó a Huerta, su vicepresidente, Aureliano Blanquet, y sus familias a Kingston, Jamaica, donde Gran Bretaña les había concedido asilo. Al llegar a Kingston el día 25, Köhler se entera de las crecientes tensiones políticas en Europa durante la Crisis de julio que siguió al asesinato del archiduque Franz Ferdinand. En este momento, el barco necesitaba reparaciones en Alemania, y se reunió con su reemplazo, Karlsruhe, en Puerto Príncipe, Haití, al día siguiente. Lüdecke, quien había llegado al mando del Karlsruhe, cambió puesto con Köhler a bordo del Dresden. El almirantazgo ordenó inicialmente al Dresden retornar a Alemania para una manutención general, pero la intensa amenaza de guerra para el 31, llevó a la oficina a revocar la orden, en su lugar instruyó a Lüdecke para prepararse para llevar a cabo Handelskrieg (corso) en el Atlántico.[1][2]

Después de recibir la orden de permanecer en el Atlántico, Lüdecke dirigió su buque al sur mientras mantenía silencio radial para evitar que barcos de guerra hostiles descubrieran su nave. En la noche del 4–5 de agosto, recibió un reporte radial que le informaba de la declaración de guerra de Gran Bretaña a Alemania. El eligió el Atlántico Sur como área operacional para el Dresden, y navegó a la costa brasileña. Frente a la boca del río Amazonas, detuvo un buque mercante británico el 6 de agosto.[1]​ Al barco, SS Drumcliffe, cuyo capitán aseguró no saber nada de la entrada en guerra de Gran Bretaña, se le permitió continuar de acuerdo con las reglas de las Conferencias de La Haya de 1899 y 1907. El Dresden se encontró con el collier alemán SS Corrientes, un navío de la Hamburg Süd. El crucero se movió al Atolón de las Rocas él 12, junto con los vapores SS Prussia, SS Baden, y SS Persia de la HAPAG. Después de dejar el atolón, en ruta a Trinidad, el Dresden capturó el vapor británico SS Hyades; Lüdecke sacó la tripulación y entonces lo hundió. El Dresden capturó el collier británico SS Holmwood el 24 de agosto y lo hundió después de evacuar su tripulación. Después de llegar a Trinidad, se reunió con el cañonero SMS Eber y varios vapores.[3][4]

Se unió a la flota de von Spee, que venía desde Tsingtao (China), en la isla de Pascua. Desde ahí zarpó con la flota hacia la costa sudamericana, específicamente al cabo de Hornos.

Participó en la batalla de Coronel (Chile) el 1 de noviembre de 1914, donde la flota alemana resultó victoriosa.

Durante una parada de abastecimiento en Valparaíso, su gemelo el SMS Emden fue inutilizado en las islas Cocos (12°11′10.24″S 96°49′47.07″E / -12.1861778, 96.8297417) el 9 de noviembre por el HMAS Sydeny. La flota de von Spee dejó Valparaíso y rodeando el Cabo de Hornos navegó en pos de las Islas Malvinas para atacar Puerto Stanley. El SMS Dresden era el buque más alejado de la escuadra de Spee, cuando la flota británica pudo hacerse a la mar desde Puerto Stanley perdiendo el factor sorpresa que los alemanes deseaban obtener.

En la batalla de las islas Malvinas el 8 de diciembre del mismo año, donde la armada británica al mando del vicealmirante Sir Frederick Sturdee hundió a casi todos los navíos de Von Spee, el SMS Dresden fue el único navío sobreviviente gracias a sus turbinas, que le dieron mayor velocidad (27 nudos) durante el forzado escape.

Los británicos no deseaban que el SMS Dresden se les escabullera y dieron una batida de caza por toda la región austral sin encontrarlo.

El SMS Dresden navegó por los canales patagónicos en busca de refugio. Una vez agotado el carbón, se mantuvo escondido en estrechos canales patagónicos chilenos no demarcados geográficamente (isla Santa Inés e isla Santa Magdalena), por espacio de varios meses y cambió de posición en muchas ocasiones, dentro de la misma zona. El lugar más espectacular fue el fiordo de Quintupeu (42°5′41.17″S 72°33′16.40″O / -42.0947694, -72.5545556), en cuya boca apenas cabía el SMS Dresden. Estuvo fondeado en Llancahué (42°10′17.30″S 72°24′06.37″O / -42.1714722, -72.4017694), Porcelana (42°29′3.36″S 72°26′11.69″O / -42.4842667, -72.4365806), Cahuelmó y Quintupeu. La tripulación sobrevivió gracias a la abundante caza, pesca y fuentes de aguas naturales bebestibles, así como a la ayuda de algunos escogidos alemanes residentes en Chile, tales como Harry Rothenburg y Albert Pagels radicados en Punta Arenas (Chile). Estas personas gestionaron el aprovisionamiento de carbón, víveres y noticias a la tripulación alemana.

Quintupeu es un bellísimo fiordo, solitario, con una estrecha entrada de no más de un cable de ancho, con un saco de tres millas y un ancho de media milla, rodeado de acantilados de unos 600 m de altura, cubiertos de profusa vegetación, útil para abastecer las calderas del buque con una cascada de purísima agua.

El 6 de febrero de 1915, al atardecer, llega hasta aquí el averiado SMS Dresden, con las máquinas quejándose y rechinando. Al pasar los enormes acantilados de la estrecha entrada, se observó un velero con bandera alemana que resultó ser uno de los barcos de la flota de Carlos Oelkers de Calbuco que venía capitaneado por Enrique Oelkers, acompañado del eficiente colaborador Albert Pagels, quien les había informado de la emergencia del buque y traía víveres, carbón y mecánicos para llevarse las piezas dañadas a Calbuco y Puerto Montt. A fines de febrero de 1915 y estando ya en condiciones de navegar, aunque con bajas reservas de carbón, buscó encontrarse con un barco alemán abastecedor en alta mar y luego emprender la llamada ruta de los veleros hacia Oceanía.

Esa misma noche empezó la gloriosa estancia del Dresden en este maravilloso fiordo. El aire tibio de verano, la banda tocando en cubierta, cerveza, cecinas de las buenas, auténticas, fabricadas por los alemanes residentes y salchichas en fondos con agua hirviendo, ¡no podía haber nada más estupendo después de tantas privaciones! A la mañana siguiente, muy temprano, se empieza con el desarme de las piezas dañadas. Todo el personal tenía algo que hacer, había que apurarse, pues era de suponer que no podrían quedarse mucho tiempo, ya que ello contravenía la Convención de La Haya. Se sacaron dos pesadísimas tapas de las calderas semifundidas por las tremendas temperaturas a que habían sido sometidas, así como ejes y partes de los comandos del timón. Todo fue trasladado al velero de la flota de Oelkers que partiría rumbo a Calbuco y Puerto Montt. El personal, agotado, se retiró temprano. Al otro día se continuó con la labor de desarme de las últimas piezas dañadas con las que saldrían al día siguiente a las 5 de la mañana el capitán Wiebliz, Albert Pagels y dos marineros en la lancha de vapor del buque, rumbo a la isla Guar para ser entregados al mediodía en el solitario estero de Chipué a la Elfeide, la goleta de Pagels comandada por su colaborador Schindling, y llevarlos a reparar a Puerto Montt, estratagema meticulosamente elaborada con anterioridad para no delatar la posición del Dresden.

Antes de partir con Pagels, Schindling entregó al capitán Wiebliz una bolsa con correspondencia para el buque, recopilada por muy diferentes y extraños medios. Enfilados a 182º magnéticos, rumbo que mantendrán por 10 millas para luego virar a babor, a la cuadra de la isla Queultín y tomar el nuevo rumbo de 124º hacia la isla Llancahué. Era un día soleado con mar plana y suave viento del NW. El pequeño motor a vapor de la lancha resoplaba acompasadamente, manteniendo una velocidad, con ayuda del viento, de 7 nudos que les auguraba una pronta llegada en unas 7 horas. Faltando más de una hora para efectuar el cambio de rumbo en la isla Queltin, el capitán Wiebliz, a instancias de los tripulantes, accedió a abrir el saco de la correspondencia. Sobre todas las cartas se destacaba inmediatamente una caja dirigida a uno de los marineros tripulantes, Otto Hunger, el corneta del buque, quien con gran apresuramiento y ansiedad la abrió: era un grueso chaleco con cuello de piel que le había tejido su madre, pues él en una carta se había quejado del frío de los canales magallánicos. Con gran alborozo se lo pone a pesar de que no correspondía a la temperatura veraniega. Al cambiar el rumbo hacia el oeste, favorecida por el viento de empopada, la pequeña embarcación aumentó su andar a casi 8 nudos, lo que les permitió llegar al buque con el sol aún alto.

Sobre la cubierta encontraron un misterioso cajón. El aserrín y restos de tablas que lo rodeaban denotaban su reciente construcción. Al preguntar a que correspondía, nadie supo contestar. Cuando el capitán Wiebliz fue a informar sobre su misión al Comandante Lüdecke, le preguntó por el misterioso cajón. El comandante le informó que se trataba del molde que se usaría para concretar la caja que contenía el tesoro mexicano, el que intentaba fondear en Quintupeo, ya que no había sido posible depositarlo en un banco en Alemania. “Nuestro destino es demasiado incierto como para continuar con esta responsabilidad”, justificó el comandante. En la mañana, el misterioso cajón había desaparecido, no quedaba ni rastro de su existencia. Al fondo del buque, en una bodega de la sentina, el teniente Canaris, Karl Hartwig el torpedero y Gregor Bitter el carpintero, en estricto secreto, envuelven la caja del tesoro con linoleum y la sellan con brea, para luego introducirla en el mentado cajón y concretarlo con la mezcla que el carpintero ya tenía preparada. Terminada esta última operación, Bittler introdujo en la mezcla dos ganchos de fierro para posteriormente, y una vez fraguado, izar el pesado bloque con la grúa de torpedos.

El SMS Dresden se hizo a la mar y a la altura del puerto de Corral sorprendió y hundió a la barca británica Cornwall Castle, recogiendo a sus tripulantes, que fueron transferidos más tarde en Valparaíso a un barco de aprovisionamiento alemán.

En principio, su objetivo era tomar la ruta de los veleros, una vez abastecido de un barco amigo, pero en lugar del abastecedor se encontró con su última presa. El velero británico venía sin carbón suficiente, por lo que las estimaciones de combustible para realizar semejante travesía le ponían en peligro de quedar a la deriva en medio del Pacífico.

El 1 de marzo, estando a la deriva, en la amanecida de una neblinosa mañana, los alemanes divisaron la silueta de un crucero británico, que a su vez los divisó navegando a baja velocidad. Lüdecke contaba con pasar por un crucero chileno, ya que había sido repintado en un color más oscuro, semejante a los de la Armada de Chile. Pero los británicos reconocieron al SMS Dresden e informaron por TSH a sus pares, siguiéndole bajo el horizonte.

Con sus reservas de carbón alarmantemente bajas, el crucero buscó abastecimiento el 2 de marzo en puerto chileno, en la bahía Cumberland en la entonces llamada Isla de Más a Tierra, actual Archipiélago Juan Fernández. La idea de Lüdecke era abastecer el navío para emprender definitivamente la navegación hacia Oceanía para encontrarse con su gemelo SMS Emden.

La gobernación chilena sólo ofreció 72 horas de reparación con sus propios medios o internación. Estando en estos trámites, una fuerza británica compuesta por los cruceros HMS Kent, HMS Orama y HMS Glasgow lo sorprendió fondeado, el 14 de marzo de 1915.[5]​ Lüdecke, imposibilitado de escapar o hacer frente, e intentando ganar tiempo para preparar la nave para su hundimiento, hizo subir bandera de parlamento, y envió al oficial Canaris al HMS Glasgow a parlamentar, pero los británicos lo ignoraron y comenzaron a disparar.[5]​ El Dresden hizo algunos disparos, pero una batería de popa fue alcanzada muriendo siete tripulantes. El capitán Lüdecke ordenó desembarcar la tripulación y preparar el hundimiento de su nave: Algunos miembros de la tripulación hicieron explotar la santabárbara de proa y abrieron las válvulas de fondo, para luego lanzarse a nado para alcanzar la orilla mientras el crucero imperial comenzaba a hundirse a las 11:35.[5]

Los heridos más graves fueron atendidos por los mismos británicos y trasladados a Valparaíso en el transporte Orama. Más tarde el crucero chileno Esmeralda se presentó y trasladó a los restantes marinos a Concepción.

La tripulación fue internada en la isla Quiriquina (Talcahuano, Chile) por el resto de la guerra. Tan sólo tres integrantes se fugaron, entre ellos el teniente de navío Wilhelm Canaris, futuro jefe de la Abwehr en el período nazi. El resto decidió unirse a la comunidad alemana residente en Chile.[5]

Es llamativo porque Wilhelm Canaris tuvo una larga relación con Chile, según lo documenta Richard Basset en El enigma del almirante Canaris. Historia del jefe de los espías de Hitler. Navegó por estas costas. Hizo ejercicios navales en Tierra del Fuego y Chiloé. A bordo del Dresden, jugó al escondite en el Pacífico Sur, durante varios meses, con la flota imperial británica en 1916. El Dresden fue el único navío alemán que sobrevivió a la catastrófica derrota teutona en las Malvinas, a fines del año anterior. Y cuando finalmente fue atrapado frente a las costas de Juan Fernández, una última y habilidosa jugada del subteniente Canaris, oficial de inteligencia a bordo, permitió que la tripulación desembarcara y hundiera su barco, impidiendo así a los británicos darse el gusto de cañonearlo a discreción. En premio a su desempeño fue el primer oficial autorizado a huir del archipiélago chileno, donde se suponía que toda la tripulación del Dresden debía permanecer internada hasta el fin de la guerra. La tripulación sobreviviente del Dresden, Canaris entre ellos, fue internada en Chile, en la isla Quiriquina -frente a Talcahuano- y pese a que formalmente eran prisioneros, el relajamiento de las medidas de seguridad impuestas por la Armada permitió a varios de los oficiales viajar a Concepción en más de una oportunidad. Demás está decir que la fuga de Canaris (y, luego, de casi toda la tripulación) contó con el decidido apoyo de los anfitriones.[5]

En agosto de 1915 se fugó junto a otros compañeros de armas desde Chile, desde Osorno. Allí estaba alojado en la mansión Von Geyso, desde donde lo enviaron al fundo Eggers, en Puyehue, a fin de preparar el cruce de la cordillera, lo que hizo solo y a caballo. Al otro lado, en una de las puntas del Nahuelhuapi, era esperado por otro integrante de la familia Eggers, que lo cruzó en bote hasta San Carlos de Bariloche, ubicándolo por algunos días en la estancia de Luis von Bülow. Allí fue recibido por el cónsul alemán Karl Wiederhold, quien le proporcionó ayuda.[5]

Premunido de un pasaporte chileno -auténtico, que fue conseguido por agentes de la embajada alemana en Buenos Aires- a nombre de Reed Rosas, un modesto vendedor anglochileno, Canaris emprendió un viaje de 500 km hacia Osorno, en tren, llegando a esta ciudad el 6 de agosto valiéndose de su excelente dominio del español, y marchó hacia Argentina, donde finalmente consigue embarcarse hacia Alemania en un carguero neerlandés que lo llevó a Rótterdam, desde donde retornó a Alemania, donde fue rápidamente ascendido a capitán.[5]

Además, fue reclutado por la inteligencia exterior alemana, dadas sus evidentes dotes de actor y su conocimiento del idioma de Cervantes, siendo enviado a trabajar a la embajada alemana en Madrid, donde estuvo un año ejerciendo funciones de espía, para lo cual utilizaba como cobertura su falsa de identidad del chileno Reed Rosas, agregando -cuando se lo preguntaban- que él venía de una pequeña ciudad del sur de Chile llamada Osorno.

El Dresden es hoy una atracción para buzos profesionales debido a la claridad del agua en ciertas épocas del año, y se conserva aún en relativo buen estado, en el fondo del puerto de la isla a unos 70 m de profundidad y a 516 m del embarcadero. Muchas piezas de vajilla han sido extraídas por buzos lugareños.

En febrero de 2006 fue rescatada la campana de bronce de 155 kg del crucero por un grupo de arqueólogos. Se exhibió durante un año en el Museo Naval y Marítimo de Valparaíso en Chile antes de ser prestada a Alemania por las autoridades chilenas, por un período de cinco años, en muestra de las buenas relaciones institucionales. Actualmente se encuentra en el Museo Militar de la ciudad de Dresde.

Hay una pieza hecha de material fundido del Dresden en la Séptima Compañía de Bomberos de Concepción, Bomba Alemana ubicada en Veteranos del 79 S/N

El 13 de junio de 2014, la Embajada de la República Federal de Alemania en Chile hizo entrega de una réplica de la campana del crucero ligero alemán S.M.S. "Dresden" al Museo Marítimo Nacional – Chile. La réplica es copia de la campana original de 144 kilos de peso y su confección fue financiada por el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de la República Federal de Alemania. Está previsto que la campana original regrese a Chile el año 2021. Fue restaurada en el Museo Regional Arqueológico de Schleswig y desde el 14 de noviembre de 2008 está siendo exhibida en el Museo Histórico Militar de las Fuerzas Armadas Federales en Dresde.[6]

Para conmemorar el centenario del hundimiento del crucero ligero “SMS Dresden”, la Liga Chileno-Alemana (DCB) inauguró el lunes 3 de noviembre de 2014 una exposición itinerante con piezas originales halladas y documentos de la historia del SMS Dresden. La exposición se abrió en la sede de la Liga Chileno-Alemana y luego inició un recorrido por Punta Arenas, Puerto Montt, Concepción y Valparaíso. En marzo de 2015, la exposición será entregada solemnemente junto a una segunda réplica de la campana a la isla Robinson Crusoe para quedarse allí permanentemente.[7]

La situación política en México en 1910 era caótica, los gobernantes eran derrocados continuamente, ante lo cual Alemania envió al crucero SMS Dresden para cautelar los intereses y la seguridad de la colonia alemana residente. En Tampico la situación era dramática e insostenible, imperaba el desorden y ante el inminente peligro de saqueo, los colonos alemanes entregaron al comandante sus joyas, dinero, oro y objetos de valor, iniciativa a la que se unieron otras familias de extranjeros, así como personajes mexicanos adinerados. Todo debía ser puesto a resguardo en un banco al regreso del Dresden a Alemania. El tesoro quedó en una caja bajo la custodia del comandante de la nave.

La nave navegaba rumbo a Alemania cuando estalló la Primera Guerra Mundial, agosto de 1914. El comandante recibió la orden de efectuar la guerra de corso en el Atlántico y, posteriormente, dirigirse a Isla de Pascua para integrarse a la escuadra del almirante Maximilian von Spee. En noviembre, el escuadrón de cruceros alemanes derrotó a una escuadra británica a 41 millas del puerto de Coronel en Chile, y esta misma fuerza, al incursionar en el Atlántico, fue completamente derrotada por otra escuadra británica en las islas Malvinas, salvándose solamente el Dresden. El SMS Dresden sufrió múltiples averías en el combate de Las Malvinas. Se ocultó en los canales patagónicos del sur de Chile donde fue ayudado y aprovisionado por el ciudadano alemán Harry Rothenburg, que residía en Punta Arenas. Aconsejado por Rothenburg, la nave puso rumbo al estero de Quintupeu, cerca de Puerto Montt. Allí la nave terminó su reparación y continuó su navegación hacia el norte, debiendo fondear en la isla Robinson Crusoe, pues ya no tenía carbón para sus calderas. Finalmente fue localizado por varios buques de guerra británicos y hundido en la bahía Cumberland.

Uno de los testigos presenciales afirmó:




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