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Sacerdocio de la Antigua Roma



El sacerdocio (del latín sacerdotium y éste de sacerdos y, en plural, sacerdotes, palabra tanto de género masculino como femenino, y éstos de sacer, "el que realiza actos sagrados"),[1]​ en la religión de la Antigua Roma, está compuesto por los sacerdotes, que con carácter oficial son responsables del cuidado, la vigilancia y control de todo lo relacionado con las divinidades, incluyendo cualquier objeto o ente que les pertenezca, cualquier acto que esté dirigido a ellas o cualquier fenómeno considerado como signo especial de su voluntad.

Sin embargo, en puridad, no hubo casta sacerdotal en la Antigua Roma, y en cierto sentido, todo ciudadano era un sacerdote cuando presidía el culto doméstico en su hogar. Los sacerdos no tenían la exclusividad sobre la práctica de los ritos habituales de culto, como las oraciones, libaciones, sacrificios, votos o dedicatorias a las divinidades, tanto en su ámbito privado como en el ámbito del Estado. De esta forma, los magistrados o senadores celebraban o presidían las ceremonias religiosas en nombre del Estado, y los padres de familia rendían los homenajes rituales precisos a las deidades domésticas o antepasados, aunque en ninguno de los casos, fuesen sacerdotes en sí.[2]

Un sacerdos era quien ostentaba su título, por lo general, en relación con una deidad o templo determinado.[3]​ Sólo los sacerdotes eran "expertos" o "profesionales" en los actos religiosos pues, incluso los sacrificios más comunes se hacían siguiendo unas reglas minuciosas que no era posible observar sin un conocimiento muy preciso de los ritos específicos y sin contar con una experiencia contrastada. También los sacerdotes publici populi romani no solo se encargaban de controlar o supervisar el culto público, sino también las ceremonias religiosas privadas.

A diferencia de los magistrados y los pater familias, eran designados, siguiendo unos modos precisos de nombramiento, para desempeñar las funciones litúrgicas que, como sacerdotes, tenían que realizar, pero también con derechos y privilegios determinados.

Los sacerdocios romanos eran numerosos y variados, y no estaban relacionados entre sí por relaciones de dependencia, para formar un conjunto. Se distinguen tres tipos:

A través de las sodalidades o colegios se aseguraba la transmisión de los cultos específicos.[4]

Los sacerdotes romanos (sacerdotes publici populi romani), que probablemente fueron originalmente nombrados así por el rey, fueron denominados durante la República romana:

Durante el Imperio, cualesquiera que fuesen las reglas teóricas y oficiales, de hecho, las nominaciones dependían de la voluntad imperial.



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