Sélestat (en idioma francés y oficialmente, Schlettstàdt en alsaciano y Schlettstadt en alemán) es una localidad y comuna francesa, situada en el departamento de Bajo Rin, del que es una de sus subprefecturas, en la región de Alsacia.
Sus habitantes reciben el gentilicio en francés de Sélestadiens.
El municipio de Sélestat ocupa una posición central en Alsacia: 22 km al norte de Colmar, capital administrativa de Alto Rin, y 47 km al sur de Estrasburgo. La frontera con Alemania se encuentra a unos 20 km hacia el este, mientras que a 43 km al oeste se halla la ciudad lorenesa de Saint-Dié-des-Vosges, con la que está comunicada por el túnel “Maurice-Lemaire” o túnel de Sainte Marie-aux-Mines.
Situada en las márgenes del río Ill, se encuentra próxima a la cordillera de los Vosgos pero sobre un relieve regular, el de la planicie de Alsacia, entre 165 y 184 m sobre el nivel del mar. El monte del Castillo de Haut-Koenigsbourg se localiza a 10 km al este de Sélestat, desde el cual se pueden observar unas vistas privilegiadas del entorno de la población.
Según una tradición, la villa fue fundada por un gigante llamado Sletto, de quien deriva el nombre alemán de Schlettstadt, leyenda que refleja de manera metafórica la existencia desde el Neolítico de un asentamiento humano. Del 735 se conserva una mención en un documento testamental y hace referencia a su dependencia de Kintzheim. A partir del siglo XI, la villa se desarrolla rápidamente cuando la condesa Hildegarda de Buren, madre del primero de los Hohenstaufen y abuela por tanto del emperador Federico Barbarroja, fundó una iglesia diseñada según el modelo del Santo Sepulcro en 1087. Hildegarda encargó a monjes provenientes de la abadía de Conques en el condado de Rouergue, donde veneraban a Santa Foy, el cuidado de la nueva fundación y de la villa. Federico II de Hohenstaufen concedió el título de ciudad libre imperial a Schlettstadt en 1217.
A partir de entonces y gracias al impulso de la emergente clase burguesa enriquecida por el comercio, la villa conoce un periodo de expansión, construyéndose la iglesia de Saint-Georges de Schlettstadt, en estilo gótico, entre 1220 y 1500. La próspera Schlettstadt es miembro de la Decápolis Alsaciana, la alianza de las 10 ciudades imperiales más importantes del valle del alto Rin, de 1354 a 1679.
De Schlettstadt proviene la mención más antigua que se conserva de la tradición del árbol de Navidad, en un documento contable del 21 de diciembre 1521, que se exhibe en la Biblioteca Humanista.
Con el Renacimiento, la ciudad alcanza su apogeo, y el prestigio de su Escuela la convierte en uno de los centros de difusión del humanismo en la Europa del siglo XV y siglo XVI. Sin embargo, el conflicto social que estalló con la Guerra de los campesinos alemanes y el religioso de la Guerra de los Treinta Años, en la que sufrió los sitios sucesivos de suecos y franceses, marcaron el declive de Schlettstadt, hasta su integración en la corona de Francia en 1634. Fortificada según los trabajos de Vauban en 1674 por orden de Luis XIV, Schlettstadt se convirtió en una guarnición militar. Por el Tratado de Nimega, pasa definitivamente a poder francés. Entre el 5 de enero y el 16 de abril de 1814 y de nuevo en 1815 padeció nuevos sitios, esta vez por las fuerzas aliadas contra Napoleón I, y nuevamente en 1870, por el ejército prusiano durante la Guerra Franco-prusiana.
Incorporada al Reichsland de Alsacia-Lorena, Schlettstadt pasó a la soberanía francesa tras la Primera Guerra Mundial y en 1920 adoptó el nombre de Sélestat. Durante la Segunda Guerra Mundial, Sélestat fue escenario de combates por su dominio entre el ejército de los Estados Unidos y la Wehrmacht a partir del 2 de diciembre de 1944. Sin embargo, atrincherados en algunos barrios de la ciudad, los alemanes resistieron hasta su definitiva expulsión en febrero de 1945.
La posguerra estuvo marcada por la reconstrucción de la ciudad bajo el impulso de los alcaldes Joseph Klein, Albert Ehm y del Dr. Maurice Kubler, quien en 1966 simbolizó, mediante el acta de hermanamiento con la villa de Waldkirch, uno de los episodios de la reconciliación franco-alemana.
Durante los años 1990, la ciudad alcanza renombre nacional gracias a las victorias de su equipo de balonmano, el SC Sélestat handball.
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