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Señorío de Albarracín



Señorío

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El Señorío de Albarracín fue un señorío cristiano, habitualmente denominado independiente, capitalizado en la actual ciudad aragonesa de Albarracín, enclavado entre la Corona de Aragón y el Reino de Castilla y creado a partir de la antigua Taifa de Albarracín por la dinastía bereber de los Banu Razín.

Existen diversas hipótesis en torno a cómo pasa de manos musulmanas a cristianas, aunque la más aceptada es la que defiende la idea que, hacia 1167, ante la presión de las continuas luchas entre los almorávides y los nuevos invasores almohades, el rey Muhammad ibn Mardanis, apodado el «Rey Lobo», cede la Taifa de Albarracín a un vasallo del rey Sancho VI de Navarra, el señor de Estella, Pedro Ruiz de Azagra, en recompensa a algún posible apoyo militar realizado previamente.

En 1172, Pedro Ruiz de Azagra, fallecido en 1186, logra convertir la ciudad en sede episcopal, a través de la sede de Toledo, consolidando así su independencia del resto de señores de la zona.

En 1220 Albarracín se convierte en uno de los escenarios de la primera revuelta nobiliaria contra Jaime I de Aragón, protagonizada por Rodrigo de Lizana con el apoyo de Pedro Fernández de Azagra (1196-1246), III señor de Albarracín. Jaime I de Aragón decide entonces sitiar Albarracín ese mismo año, siendo todavía menor de edad. Sin embargo, levanta el asedio al no contar con el apoyo de la nobleza y ante las incursiones que realizan los asediados en Albarracín. No es hasta la colaboración de Pedro Fernández de Azagra en la conquista de Valencia, ayudando a Jaime I, cuando el linaje se redime con el rey de Aragón.

Durante la conquista de Valencia (1238) es cuando aparece el primer documento en el que se menciona la donación por parte del rey Jaime I a don Pedro Fernández de Azagra de los castillos y villas de Altura (incluido su rabal) y Chelva, así como las alquerías de Cárcer y Gátova. Asimismo, la jurisdicción del señorío de Albarracín llegaba incluso hasta la localidad de Llíria, además de obtener un ventajoso pacto en torno a la ganadería, principal motor económico en la zona de Albarracín.

El linaje de los Azagra perduró durante seis generaciones y no fue hasta 1284 cuando el marido de Teresa Álvarez de Azagra, Juan Núñez I de Lara, aliado de los franceses en la Cruzada Aragonesa, es derrotado por Pedro III de Aragón que somete el señorío al dominio aragonés. En 1300, el rey Jaime II de Aragón incorpora las tierras al realengo y da a Albarracín el título de ciudad.



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