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Sebastián Acevedo



Sebastián Acevedo Becerra (Coronel, c. 1931 - Concepción, 11 de noviembre de 1983)[1]​ fue un obrero chileno que, motivado por la detención de sus hijos por la policía secreta de la dictadura de Augusto Pinochet, se inmoló en la Plaza de la Independencia de Chile, frente a la Catedral de la Santísima Concepción en la ciudad de Concepción.

El 9 de noviembre de 1983 Galo y María Candelaria Acevedo Sáez, hijos de Sebastián Acevedo, fueron detenidos por civiles armados que no se identificaron. Este padre, desesperado, los buscó en diferentes recintos, sospechando que se encontraban en poder de la CNI.[2]

Al no tener noticias de sus hijos, dos días después de la detención, el 11 de noviembre de 1983, en señal de protesta para presionar a las autoridades, se roció gasolina y parafina en sus ropas en la Plaza de Armas de Concepción. Cuando un carabinero intentó detenerlo, prendió fuego a sus ropas. Murió a las pocas horas a consecuencia de las quemaduras.[2]

La muerte de Acevedo es considerada una muestra del dolor y angustia de quienes vivieron la desaparición de familiares durante la dictadura militar en Chile. Es por esto, señala su hija Erika Acevedo:

Luego de los hechos, su hija Candelaria fue liberada, pudo ir al Hospital Regional de Concepción y despedirse de su padre moribundo. Éste pudo ver que su hija había sido liberada. Según Candelaria:

Luego de la muerte de su padre, sus hijos nuevamente fueron detenidos. María Candelaria cayó nuevamente detenida el 30 de noviembre de 1983, pasando un año y dos meses privada de libertad. Su hermano Galo Fernando estuvo detenido durante dos años.[4]

En el lugar mismo donde Sebastián Acevedo se inmoló, se pintó una cruz roja para recordar su gesto.[4]

Ante los hechos sucedidos en Concepción, un grupo de personas que protestaba contra la tortura que practicaba la CNI, decidió denominar a su movimiento con el nombre de Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo. Este grupo estaba coordinado por el jesuita José Aldunate, y realizó 180 protestas pacíficas en las calles durante siete años. Aldunate, recordando una de estas acciones, aseveró:

El Informe Rettig, cataloga la muerte de Sebastián Acevedo como víctima de la violencia política:

El 11 de noviembre de 1983, al no tener noticias de ellos, en señal de protesta y para presionar a las autoridades, rocía parafina y bencina en sus ropas en la Plaza de la ciudad, y debido a que un Carabinero intenta detenerlo, se prende fuego, muriendo a las pocas horas a consecuencia de la quemaduras que sufre.

El poeta chileno Gonzalo Rojas escribió un poema titulado «Sebastián Acevedo», en honor a su nombre.[7]

A su vez, Pedro Lemebel realizó en 1993 en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Concepción una instalación titulada «Homenaje por Sebastián Acevedo», que incluyó video y performance.[8]



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