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Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos



Preámbulo

Enmiendas ratificadas
Las primeras diez Enmiendas se conocen como la Carta de Derechos

Enmiendas no ratificadas

La Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América (o Enmienda II) protege el derecho del pueblo estadounidense a poseer y portar armas. Así, Estados Unidos es uno de los países con menores limitaciones para adquirir y portar armas de fuego. Es parte de la llamada Bill of Rights o Carta de Derechos estadounidense. La Corte Suprema de los Estados Unidos ha aclarado en numerosas ocasiones el texto constitucional: ha afirmado que el derecho a portar armas es un derecho individual que tienen todos los estadounidenses, pero también ha declarado que el derecho no es ilimitado y que no prohíbe la regulación de la producción y compra de armas de fuego o de dispositivos similares. La Segunda Enmienda establece que ni el gobierno federal de los Estados Unidos ni los gobiernos estatales y locales pueden infringir el derecho a portar armas.

Desde finales del siglo XX, la Segunda Enmienda ha estado sujeta a un renovado interés académico, político y judicial. La Corte Suprema de los Estados Unidos, órgano supremo en asuntos de interpretación del texto de la Constitución, aclaró en 2008 que la Segunda Enmienda protege el derecho de un individuo a portar armas. En 2016, la Corte reiteró que "la Segunda Enmienda protege el derecho a portar armas, incluso las que no existían en el tiempo en el que la Enmienda fue ratificada" y que esta protección no se limita a "solo armas útiles para hacer la guerra".[1]​ A pesar de los numerosos casos judiciales, el debate sociopolítico continúa. Los defensores del derecho a portar armas dicen que un pueblo armado realiza una mejor ejecución de la legítima defensa y que evita que la autoridad gubernamental se vuelva tiránica. Los defensores del control de armas afirman que las ciudades estadounidenses serían más seguras si no hubiese tantas armas de fuego, aunque los defensores del derecho a portar armas argumentan que cuando los ciudadanos respetuosos con las leyes se arman, actúan "más rápido y mejor" que la policía estadounidense y, por tanto, las armas reducen las tasas de criminalidad.

En 2016, cuatro de cada diez estadounidenses afirmaban tener al menos una arma de fuego en sus casas,[2]​ aunque esta proporción podría ser mucho mayor ya que los datos solo recogen a aquellas personas que quieren revelar voluntariamente si poseen un arma de fuego o no. Desde la década de 1990, el apoyo a la Segunda Enmienda ha incrementado progresivamente tanto entre votantes liberales como conservadores. En 2016, el 76% de los estadounidenses se opone a la derogación de la Segunda Enmienda; esta cifra era solo del 36% en 1960.[2]

Existen varias versiones al texto de la Segunda Enmienda, cada una con pequeñas diferencias de capitalización y puntuación, encontradas en los documentos oficiales relacionados con la adopción de la Carta de Derechos.[3]​ Una versión fue aprobada por el Congreso,[4]​ mientras otra es encontrada en las copias distribuidas a los Estados[5]​ y luego ratificadas por ellos.


La copia original escrita a mano de la Carta de Derechos, aprobada por la Cámara y Senado, fue preparado por el escriba William Lambert y reside en los Archivos Nacionales.

En ningún orden en particular, los primeros colonos estadounidenses veían el derecho de poseer armas y/o el derecho de portar armas y/o milicias estatales como importantes para uno o más de estos propósitos:[6][7][8][9][10][11][12][13]

Cuales de estas consideraciones ellos pensaban que era la más importante, cuales de estas consideraciones les preocupaba más, y a que grado cada una de estas consideraciones finalmente encontró expresión en la Segunda Enmienda es discutible. Algunos de estos propósitos fueron explícitamente mencionados en algunas constituciones antiguas de estados; por ejemplo, la Constitución de Pennsylvania de 1776, afirmó que, "la gente tiene derecho a portar armas por la defensa de ellos mismos y el estado".[15]

Durante el periodo pre-revolucionario de los años 1760, la milicia colonial establecida estaba compuesta de colonos, que incluía un número de personas que eran leales al imperio Británico. Como la rebeldía y oposición al dominio Británico se desarrollaba, una desconfianza de estos Lealistas en la milicia se volvió amplio entre los colonos, conocidos como Patriotas, quienes favorecían la independencia del dominio Británico. Como resultado, estos Patriotas establecieron legislaciones coloniales independientes para crear sus propias milicias que excluían a los Lealistas y luego buscaban crear armerías independientes para sus milicias. En respuesta a este armamento, el Parlamento Británico estableció un embargo a las armas de fuego, partes y municiones a las colonias Americanas.[16]

Los esfuerzos de los Británicos y Lealistas de desarmar las armerías de las milicias Patriotas en las fases tempranas de la Revolución Estadounidense, resultó en los Patriotas citando la Declaración de Derechos, el resumen de la Declaración de Derechos de William Blackstone, las mismas leyes de milicias de los Patriotas, y leyes sobre la defensa propia de la ley Inglesa.[17]​ Mientras la política Británica en las fases tempranas de la Revolución claramente eran para prevenir una acción coordinada por parte de la milicia de los Patriotas, algunos han argumentado que no existe evidencia que los Británicos hayan buscado restringir las leyes de defensa propia.[17]​ Patrick J. Charles disputa estas afirmaciones citando el desarme por los patriotas y desafiando esas interpretaciones de Blackstone.[18]

Las fuerzas armadas que ganaron la Revolución Estadounidense consistían en el Ejército Continental creado por el Congreso Continental, juntos con varias unidades de milicia regionales y estatales. En oposición, las fuerzas Británicas consistía en una mezcla del Ejército Británico, Milicia Lealista, y Mercenarios. Después de la Revolución, Estados Unidos fue gobernado por los Artículos de la Confederación. Los Federalistas argumentaban que este gobierno tenía una división de poderes impracticable entre el Congreso y los estados, que causaban debilidades militares, ya que el ejército permanente fue reducido a apenas 80 hombres.[19][20]​ Por otra parte, los anti-federalistas abogaban por un gobierno limitado y simpatizaban con los rebeldes, muchos de los cuales eran exsoldados de la Guerra Revolucionaria. Posteriormente en 1787, la Convención de Filadelfia propuso concederle al Congreso un poder exclusivo para levantar y mantener un ejército permanente y una armada de tamaño ilimitado.[21][22]​ Los anti-federalistas se oponían al traspaso de poder de los estados al gobierno federal, pero como la adopción de la Constitución se hacía más y más probable, cambiaron su estrategia a establecer una carta de derechos que le pondría límites al poder federal.[23]

Hubo un gran debate en los años 1780 sobre "el pueblo" luchando contra la tiranía gubernamental (como fue descrito por los anti-Federalistas); o el riesgo de un gobierno de la muchedumbre de "el pueblo" (como fue descrito por los Federalistas) relacionado con la ,por entonces en curso, Revolución Francesa.[24]​ Había un amplio miedo, durante los debates en la ratificación de la Constitución, de la posibilidad de una toma de posesión militar de los estados por el gobierno federal, que podría ocurrir si el Congreso aprobara leyes prohibiendo a los estados de armar a sus ciudadanos,[25]​ o prohibir a los ciudadanos de armarse ellos mismos.[17]​ Es discutible decir que los estados perdieron el poder de armar a sus ciudadanos cuando el poder de crear una milicia fue transferido de los estados al gobierno federal por el Artículo 1, Sección 8 de la Constitución de los Estado Unidos.[26][27]

El 28 de junio de 2010 la Corte Suprema de los Estados Unidos sentenció que ninguna ley estatal o local puede restringir el derecho a poseer o portar armas que reconoce la Segunda Enmienda.[28]



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