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Semana Santa de Valladolid



La Semana Santa de Valladolid es el principal acontecimiento cultural, religioso y de atracción turística de la ciudad. Sus tallas se encuentran entre las de mayor valor artístico del mundo en escultura policromada, gracias sobre todo a imagineros como Juan de Juni y Gregorio Fernández, activos en el periodo en que la ciudad fue Corte imperial. El Museo Nacional de Escultura de la ciudad cede un total de 42 imágenes (distribuidas en los correspondientes pasos) para las procesiones, como hecho museístico singular en España.[1]​ La Semana Santa de Valladolid ha sido calificada como la que representa con mayor fidelidad, rigor y detalle la Pasión.[2]

Además del valor artístico y catequético de su imaginería religiosa, la Semana se caracteriza por la devoción, sobriedad, silencio y respeto de los cofrades y el público, y por actos singulares como la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor y el Sermón de las Siete Palabras de la Plaza Mayor, que recuerda a los autos de fe del siglo XVI. Por todo ello, esta celebración fue declarada de Interés Turístico Internacional en 1980, siendo de esta manera la primera celebración de la Semana Santa en España en ostentar dicha declaración.

En 2014 se iniciaron los trámites para conseguir su reconocimiento como patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad, con la aprobación por unanimidad en el Ayuntamiento de la ciudad.[3]​ En octubre de 2015, la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados aprobó instar al Gobierno para elevar tal declaración a la UNESCO.[4]

Las primeras procesiones en las calles vallisoletanas se celebraron en el siglo XV, si bien anteriormente las hubo en el interior de los conventos, donde nacieron las cinco cofradías históricas: Vera Cruz, Angustias, Piedad, Sagrada Pasión y Jesús Nazareno, así como la Venerable Orden Tercera. En los siglos XVI y XVII llegó el mayor esplendor escultórico, iniciado con las obras de Juan de Juni y de Gregorio Fernández. Con el XVIII se entró en una etapa de decadencia, atemperada por la celebración de algunos actos de las cofradías penitenciales y, desde 1810, de la Procesión General del Santo Entierro, hoy denominada Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor, aunque de forma irregular.

En 1920, a instancias del Arzobispo de Valladolid, Remigio Gandásegui, quien contó con la colaboración del arquitecto e historiador Juan Agapito y Revilla y del entonces director del Museo Provincial de Bellas Artes (hoy Museo Nacional de Escultura) Francisco de Cossío, se recuperan los desfiles procesionales con la presencia de las cofradías penitenciales y de las imágenes que se habían ido conservando en el Museo. En las procesiones colaboran también asociaciones religiosas seglares, que pronto darán paso a la creación de numerosas nuevas cofradías, todas las cuales se irán incorporando a la renovada Procesión General del Viernes Santo, que adquiere la estructura que se ha mantenido hasta hoy. Desde finales del siglo XX, las cofradías han impulsado la recuperación o renovación de su patrimonio imaginero y nuevas salidas procesionales.

El cartel y el programa oficial son dos de los elementos típicos que año tras año despiertan la curiosidad y expectación del mundo cofrade vallisoletano.

El primero se presenta oficialmente a mediados del mes de enero, junto con la designación de quien será Pregonero. Desde mediados de los noventa se realiza sobre la base de un turno rotatorio de las cofradías. Así, la que le corresponde ser progagonista del cartel ese año, escoge una fotografía del año anterior procedente del archivo fotográfico de la Junta de Cofradías. En cambio, en 2014 y 2015 se optó por convocar un concurso de dibujo y pintura y un concurso de fotografía respectivamente, con la anuencia de las respectivas cofradías. En 2014, la cofradía fue la del Santo Sepulcro y el ganador el pintor Miguel Ángel Soria con una lámina del paso titular frente a la iglesia de San Benito.[5]​ En 2015 le tocó el turno a la de la Sagrada Cena, siendo ganador José María Pérez Concellón con una fotografía de Jesús de la Esperanza.[6]

Normalmente, semanas después se presenta un segundo, de estética más recogida, que servirá de complemento al cartel principal. Ambos carteles llevan la leyenda Valladolid / Semana Santa / Pura maravilla de arte, lema acuñado por el poeta vallisolestano Ángel de Pablos Chapado.

El programa oficial se presenta quince días antes del inicio de la Semana Santa. Desde 2010 se ha adoptado el formato de libro, en el que se contienen una serie de artículos de tipo histórico-artístico, literario, periodístico y teológico en torno a la Semana Santa vallisoletana, sus cofradías y sus imágenes y donde las fotografías tienen un papel muy importante. Se acompaña de un plano de bolsillo con las procesiones y actos y sus recorridos y la distribución de Cofradías y pasos en la Procesión General. Portada y contraportada son sendas fotografías correspondientes a la cofradía a la que le corresponde ser cartel, pero diferentes de las empleadas para los carteles.

Tiene lugar en la tarde del viernes de la IV Semana de Cuaresma, una semana antes del Viernes de Dolores. Cuando ha coincidido con la festividad de San José, 19 de marzo, se ha considerado apropiado trasladarlo de fecha, celebrándose el viernes de la semana anterior.

Desde 1990 se viene celebrando en la Catedral por razones de solemnidad y aforo, tras décadas con escenarios itinerantes: el Ayuntamiento, la iglesia de San Pablo, la de San Benito o la Capilla del Museo Nacional de Escultura.

El pregonero es escogido por el Alcalde de una terna presentada por la Junta de Cofradías y que cuenta con la anuencia del Arzobispo. Es presentado, junto con el cartel oficial, a mediados del mes de enero.

En la tarde del pregón, el protocolo se inicia con la firma del pregonero en el Libro de Honor del Ayuntamiento, tras lo cual, acompañado por la Corporación municipal, se dirige a la Catedral, donde es recibido a la puerta por el Arzobispo y el Deán. Para la ocasión, se dispone en el altar mayor un montaje de figuras que rememora alguna escena de la Pasión, en ocasiones enmarcada en un gran decorado. Alcalde y Corporación Municipal ocupan los primeros asientos del lateral izquierdo del altar, mientras que Arzobispo y Cabildo Catedralicio ocupan los del derecho. Los primeros bancos frontales están destinados al resto de autoridades.

El acto finaliza con una intervención musical. El texto del pregón es editado y publicado en forma de librillo por el Ayuntamiento, y puede adquirise en los puntos de la Junta de Cofradías, siendo una constante que, en la portada y la contraportada, figuren dos fotografías del montaje que presidió el pregón el año anterior.

En los últimos años han sido pregoneros:[7]

Las procesiones se inician el Viernes de Dolores y se suceden hasta el Domingo de Resurrección. El Arzobispado de Valladolid, siguiendo escrupulosamente la liturgia, ha venido considerando la jornada diurna del Sábado Santo como no litúrgica, y por tanto, no apta para celebrar procesiones. Con base a esta consideración, solo tienen lugar la Procesión de la Soledad, en la madrugada y con ausencia de todo adorno en la imagen de Nuestra Señora de las Angustias, y el Santo Entierro de Cristo, a última hora de la tarde, en que se efectúa el traslado del Cristo Yacente, con el que se cierra la Pasión y se espera a la Resurrección. Especial relevancia en la tarde del Sábado, en este ambiente de recogimiento, cobra el Ofrecimiento de los Dolores a la Santísima Virgen, acto penitencial que se celebra en la iglesia de la Vera Cruz a la Dolorosa de la Vera Cruz y que goza de gran fervor entre los vallisoletanos.

Las 20 cofradías vallisoletanas alumbran un total de 61 pasos distintos, que se describen dentro de su cofradía respectiva, celebrando un total de 37 procesiones (a las que hay que añadir el Pregón y Sermón de las Siete Palabras):[13]

El Sermón de las Siete Palabras y la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor son los acontecimientos más populares y concurridos. No obstante, la mayoría de procesiones, por su tradición, solemnidad y silencio, reflejan a la perfección el sentimiento y el alma de esta celebración.

Los actos se completan con las celebraciones litúrgicas en la Catedral, en las que también toman parte las cofradías: la Bendición de las Palmas a cargo del Arzobispo, el Domingo de Ramos por la mañana; la Misa Crismal el Jueves Santo por la mañana; la Misa de la Cena y la Celebración de la Pasión por la tarde del jueves y viernes; la Vigilia Pascual el Sábado Santo por la noche y la Misa Pascual el Domingo de Resurrección.

Las cinco cofradías históricas vallisoletanas, consignadas por el portugués Tomé Pinheiro da Veiga en su Fastiginia (1605), a las que hay que añadir la cofradía franciscana seglar, se formaron alrededor de las órdenes religiosas:

A raíz de la recuperación de las procesiones de Semana Santa en 1920, empezaron a fundarse una serie de cofradías: unas a partir de asociaciones piadosas, y más en concreto de sus secciones juveniles, y otras por iniciativa directa del Arzobispo Remigio Gandásegui, con la finalidad principal de procesionar uno o varios de los pasos recuperados. Así se fueron creando hasta trece nuevas cofradías. A ellas hay que sumar la del Discípulo Amado, que tras una breve existencia en los años cincuenta sin aprobación canónica, consiguió su aprobación en 2011.

Durante los siglos XV y XVI se llamó imagineros a los escultores que tallaban en madera imágenes religiosas, preferentemente pasos y retablos. Sus figuras solían ser de tamaño mayor que el natural y por ello ahuecaban la madera en que trabajaban (generalmente madera de pino), con el fin de hacer más ligeros los pasos que eran transportados en andas. Junto a ellos trabajaban carpinteros, pintores y doradores que aportaban su trabajo y conocimientos en la elaboración completa de las obras.

Durante los periodos en que fue sede de la corte castellana (siglos XV y XVI) y después capital del Imperio español (1601-1606), Valladolid y sus alrededores se consolidaron como el principal centro de la escuela escultórica castellana, al instalarse aquí los talleres de destacados imagineros como Juan de Juni o Gregorio Fernández. Su situación geográfica impulsó el uso de los materiales típicos de la escuela, especialmente la madera de nogal y pino. También aportaron obras destacadas los seguidores de los grandes maestros, como Andrés de Solanes, Francisco Fermín, Bernardo del Rincón o Francisco Díaz de Tudanca.

En reconocimiento de la importante labor de estos escultores, en 2003 se inauguró el Monumento al Imaginero, obra del escultor vallisoletano Jesús Trapote Medina, situado muy cerca de la iglesia de las Angustias.

Desde mediados del siglo pasado, la Semana Santa se ha visto enriquecida de patrimonio con pasos y tallas que han ido completando diferentes pasajes de la Pasión de Cristo. Algunos de estos imagineros son: Juan Guraya Urrutia, José Antonio Hernández Navarro, Miguel Ángel González Jurado, Miguel Ángel Tapia, Ricardo Flecha, etcétera.

En marzo de 1946 las cofradías vallisoletanas acuerdan crear la Junta para el Fomento de la Semana Santa, formada por funcionarios municipales, cuyo reglamento fundacional fue aprobado ese mismo mes por el Arzobispo. En febrero de 1959 se transforma en la Junta de Semana Santa de Valladolid, dirigida por un delegado del Ayuntamiento. Tras las reformas de 1979 y 1991, en abril de 1992 pasa a denominarse Junta de Cofradías de Semana Santa de Valladolid, con elecciones democráticas realizadas por las cofradías y mandatos de cuatro años. Durante su historia, la Junta siempre ha estado formada por todas las cofradías penitenciales existentes y activas en ese momento.

La finalidad de la Junta es coordinar la labor de las cofradías de cara a la promoción y difusión de la Semana Santa, la edición de publicaciones relacionadas con ella, la organización de exposiciones y la programación de los horarios y recorridos de las procesiones, así como la transmisión de la doctrina cristiana, la promoción del culto público y el ejercicio de actividades de apostolado. Canónicamente es una Confederación de Cofradías con personalidad jurídica pública, registrada como Asociación Pública en el Archivo de Curia Diocesano.

Actualmente la Junta tiene su sede en la calle Leopoldo Cano, 13, 1º, y está presidida, desde 2018, por Isaías Martínez Iglesias.

En 1948, se realizó un documental sobre la Semana Santa de Valladolid, en el que se hacía un repaso de los diversos actos y procesiones.

La primera parte de la obra de teatro Una muchachita de Valladolid (1957) se desarrolla en la Semana Santa de la ciudad. La película de 1958 basada en la obra recoge varias escenas, algunas de ellas grabadas en la propia Semana Santa de ese año: los cultos al Cristo de las Mercedes en la Iglesia de Santiago, el Pregón de las Siete palabras frente a la Iglesia de San Pablo, la Procesión de esta Cofradía por diversas calles del centro, y el Sermón de las Siete Palabras en la Plaza Mayor, momento con el que también finaliza la película. También hay escenas rodadas en el exterior e interior del Museo Nacional de Escultura, sirviendo de pretexto para hacer repaso a algunas de las piezas más importantes que allí se exhiben.

En los años sesenta, el director de escena polaco Jerzy Grotowski se inspiró en los pasos del Museo Nacional de Escultura para los gestos corporales de su montaje de El príncipe constante de Pedro Calderón de la Barca.[14]

En 1988, el grupo Teatro Corsario creó la obra Pasión, dirigida por Fernando Urdiales. Llevando como sobretítulo Puesta en escena inspirada en la imaginería barroca castellana y en los desfiles procesionales de la Semana Santa de Valladolid, constituye una escenificación de la Pasión en la que los actores representan diversos conjuntos procesionales de la Semana Santa de Valladolid en movimiento, acompañado de textos de los Evangelios y de Fray Luis de Granada. La obra se ha mantenido veinticinco años en cartel a lo largo de la geografía española, conmemorándose su aniversario con unas representaciones realizadas al aire libre en el Patio Herreriano de la ciudad, en agosto de 2013.[15]

Desde la década de los noventa, entre las diversas exposiciones temáticas que se realizan en la ciudad, son habituales las que tienen lugar en la Sala de Exposiciones del Convento de las Francesas sobre alguna cuestión relativa a la escultura procesional, y las de la Casa Revilla, de aspectos más diversos.

La Semana Santa de Valladolid ha gozado tradicionalmente de buena bibliografía, si bien en los últimos años esta está siendo especialmente abuntante. Solo en 2014 se presentaron Pregoneros de la Semana Santa de Valladolid (1948-2014) de Miguel Ángel Rodríguez Lanza, editado por el Ayuntamiento; El escultor Gregorio Fernández (1575-1636), apuntes para un libro de Jesús Urrea, por la Universidad; A los pies del Nazareno, recopilatorio de los pregones ofrecidos por la Cofradía de Jesús Nazareno entre 2001 y 2014; y Cofradía de El Descendimiento y Santísimo Cristo de la Buena Muerte (Valladolid): Setenta y cinco años de su fundación (1939-2014) de Javier Burrieza y Luis Luna.

El 4 de abril de 2014 se estrenó en la Catedral, tras el pregón de ese año, el himno de la Semana Santa de Valladolid, con música y letra del vallisoletano Carlos Estébanez, que fue interpretado por la Orquesta de Cámara de San Benito y el Coro Musicalia, dirigidos por Félix Ángel del Barrio,[16]​ que también han realizado la grabación oficial.

Formalmente, se trata de un tema con variaciones precedido de una introducción inicial y concluido por una coda. Está escrito para orquesta y coro de cámara. La primera requiere cuerda, una trompeta, un trombón y caja, mientras que el segundo es un coro mixto a cuatro voces con intervenciones solistas por parte de algunos de sus miembros.[17]

El compositor consideró que esta obra debía ser de libre distribución, postura compartida por la Junta de Semana Santa, por lo que en su página web se puede descargar la grabación oficial, la partitura y la letra. Expresamente se indica que su uso no ha de ser comercial ni lucrativo y ha de indicarse el nombre de su autor y el de la Junta de Cofradías de Semana Santa.



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