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Sierra de las Nieves



El parque natural de la Sierra de las Nieves fue declarado por la ley 2/89, de 18 de julio, por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía y se establecen medidas adicionales para su protección. Posteriormente pasó a formar parte de la Reserva de Biosfera Sierra de las Nieves, declarada por la UNESCO en 1995, integrándose desde entonces en la Red Mundial de Reservas de la Biosfera. También entró a formar parte de la Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo en 2006, constituida por la sierra de las Nieves junto con otros espacios protegidos de España y Marruecos.

Sierra de las Nieves destaca por la gran variedad de paisajes y ecosistemas que ostenta y esto es debido a la compleja geología y geomorfología que presenta, así como a las condiciones climáticas especiales a las que está expuesta.

La auténtica seña de identidad de este territorio son los bosques de pinsapos, reliquia botánica de los bosques de coníferas del Terciario, endémicos de las sierras de Málaga y Cádiz, y que cuenta en este espacio natural protegido con su mayor superficie de distribución mundial con cerca de 2000 ha. [1]

Sierra de las Nieves se localiza en el extremo suroeste de la Cordillera Bética, enmarcándose en la porción más elevada de la Serranía de Ronda, constituyendo las montañas más elevadas de la Andalucía occidental, con los 1919 metros de altura del Pico Torrecilla. El parque natural cuenta con una superficie de 20 132 hectáreas y comprende parte de los municipios de El Burgo, Istán, Monda, Parauta, Ronda, Tolox, y Yunquera.

En sus cumbres hace años que los neveros guardaban en pozos, nieve durante el invierno para distribuirla durante el verano por los pueblos de la provincia. De este antiguo oficio, paradójicamente responsable del deterioro del quejigal de montaña, proviene el nombre de este parque natural.

El clima se caracteriza por la existencia de un periodo de sequía estival, una estación lluviosa que se extiende desde el otoño hasta la primavera y un régimen de temperaturas con máximos estivales. Asimismo, la influencia del relieve es importante, ya que determina que las zonas más elevadas sean más frescas y con mayores precipitaciones, lo que explica la presencia del pinsapo en estas sierras. El régimen de precipitaciones oscila entre los 700 mm y los 1800  mm. Las mayores precipitaciones se recogen en las zonas centrales que son las más elevadas. Conforme se desciende en altura hacia la parte oriental, las lluvias disminuyen hasta valores próximos a 700 mm. Las precipitaciones se concentran en el periodo de octubre a marzo, mientras que en los meses estivales se hacen prácticamente inexistentes (menos de 15 mm mensuales). En cuanto al régimen de temperaturas, la media registrada es de 14 °C. En los meses de verano, este valor oscila entre los 20 y los 25 °C, mientras que en invierno se sitúa entre los 8 y los 10 °C.

El macizo Sierra de las Nieves se encuentra en el ámbito geológico de contacto entre los complejos Béticos, Penibéticos y las Unidades del Campo de Gibraltar, por lo que cuenta con una gran diversidad geológica.

Aparecen claramente diferenciadas las denominadas sierras blancas y las sierras pardas.

La mayor parte de la superficie se corresponde con litologías sedimentarias, fundamentalmente calizas y margas, y también dolomías, conocida como las sierras blancas. Corresponden a las zonas más elevadas y destacan por sus fuertes pendientes, profundos barrancos y numerosos elementos kársticos como tajos, lapiaces, cuevas, simas (destacando la sima GESM, que con 1101 metros de descenso es la más profunda de Andalucía), sumideros, dolinas y poljes.

Le siguen en importancia las peridotitas y las serpentinas, que corresponden a las denominadas sierras pardas. Estas sierras se caracterizan por tener fuertes pendientes y una red fluvial muy encajada debido a su baja permeabilidad. Hay que señalar que los afloramientos malagueños de rocas peridotitas están entre los más extensos del mundo. Las peridotitas son unas rocas de origen magmático muy raras en la corteza terrestre, que adquieren tonalidades rojizas por la oxidación del hierro que contienen.

Por último, rodeando a las anteriores se encuentran las rocas de origen metamórfico, con la presencia de esquistos, gneises y pizarras.

La estratégica ubicación geográfica de estas sierras, unida a su particular conformación geológica y orográfica, y la consiguiente complejidad del sustrato, hace que la vegetación se caracterice por su elevada diversidad.

En terrenos calizos y dolomíticos en áreas de basales térmicas dominan los sabinares y enebrales con pino carrasco (Pinus halepensis). En áreas de media montaña se encuentran encinares (Quercus rotundifolia), y pinares (Pinus pinaster), así como sabinares (Juniperus phoenicea) y pinares de pino resinero mezclados con pinsapos (Abies pinsapo) y pinsapares, mientras que en la alta montaña es característico el bosque caducifolio adehesado de quejigos de alta montaña (Quercus faginea subsp. alpestris) salpicado de arces (Acer opalus subsp. granatense), mostajos (Sorbus aria) y tejos (Taxus baccata). Finalmente, en las cumbres se localizan los enebrales (Juniperus communis) y sabinares (Juniperus sabina), mayoritariamente de carácter rastrero y, por tanto, adaptados a las duras condiciones ambientales allí existentes. La vegetación riparia está caracterizada en zonas bajas por saucedas (Salix pedicellata, S. purpurea y S. eleagnos subsp. angustifolia) y adelfares (Nerium oleander), mientras que en zonas más elevadas existen retazos de fresnedas (Fraxinus angustifolia).

Los terrenos serpentinoperidotíticos se caracterizan por la presencia de una flora altamente especializada. Dominan las formaciones de pinares resineros en el estrato arbóreo, siendo mínima la representación de los pinsapares (muy castigados en el pasado por los incendios), que aparecen en ciertas umbrías elevadas. En los arroyos son características las saucedas, adelfares y juncales.

Al sur del parque natural, predominan las formaciones de alcornocal (Quercus suber) sobre sustratos de naturaleza esquistosa. En enclaves de umbría especialmente húmedos, el alcornocal se enriquece con quejigos y pinsapos.

Hay que destacar la presencia de 16 taxones catalogados en distinto grado de amenaza en el Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas, establecido por la Ley 8/2003 de 28 de octubre[2]​ y modificado por el Decreto 23/2012, de 14 de febrero, por el que se regula la conservación y el uso sostenible de la flora y la fauna silvestres y sus hábitats,[3]​ entre los que figuran, el pinsapo, el quejigo de alta montaña y el tabaco gordo (Atropa baetica).  Asimismo, el ámbito del parque natural incluye un número destacado de elementos del Inventario de Árboles y Arboledas Singulares de la provincia de Málaga.[4]​ En particular existen diez arboledas singulares (mayoritariamente pinsapares) y veinticinco árboles singulares, entre los que destaca el pinsapo.[1]

Además, en las sierras peridotíticas abundan numerosos endemismos exclusivos: Arenaria capillipes, Armeria colorata, Centaurea haenseleri, Saxifraga gemmulosa, Galium viridiflorum[1]

Existe un ejemplar de pinsapo, el pinsapo de Las Escaleretas, declarado Monumento Natural.

Todo ello refleja la importante riqueza florística que presenta el parque natural Sierra de las Nieves.

La diversidad de hábitats existentes en Sierra de las Nieves la convierten en un importante refugio para la fauna silvestre. Sobre todo quedan representadas especies típicas de media y alta montaña.

Hay que destacar entre los mamíferos la presencia de la cabra montés (Capra pyrenaica), especie exclusiva de la península ibérica, el corzo (Capreolus capreolus), la garduña (Martes foina), la gineta (Genetta genetta), el meloncillo (Herpestes ichneumon) y la nutria (Lutra lutra), presente en todos los ríos importantes. En el ámbito de las aves distinguiremos el águila real (Aquila chrysaetos), águila perdicera (Aquila fasciata), águila culebrera (Circaetus gallicus), búho real (Bubo bubo) y halcón peregrino (Falco peregrinus), así como interesantes comunidades de paseriformes forestales y ligadas a la alta montaña: colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus), mirlo capiblanco (Turdus torquatus), roquero rojo (Monticola saxatilis) y collalba gris (Oenanthe oenanthe), entre otros. Entre los reptiles destacan la víbora hocicuda (Vipera latasti) y casi todas las especies andaluzas de culebras; mientras que el anfibio más representativo es la salamandra (S. Salamandra subsp. longirostris). En el ámbito de los invertebrados hay que señalar al cangrejo de río autóctono (Austropotamobius pallipes), que conserva en esta sierra algunas de sus últimas poblaciones en Andalucía.

Existe una red de alojamientos y servicios turísticos que permiten que pueda ser visitada de forma cómoda y disfrutar de su belleza.[5]

El parque natural cuenta con una amplia red de caminos y senderos que permiten el disfrute del senderismo, teniendo especial atención con la escasez de fuentes de agua de la zona. Hay dos accesos principales que nos llevan al corazón del parque: uno desde la carretera de Ronda a San Pedro de Alcántara, por una pista forestal que nos lleva al área recreativa Los Quejigales y otro desde Yunquera por una pista forestal que llega hasta los Miradores de Pº Saucillo y Caucón o Luis Ceballos. También existen accesos por el pueblo de Tolox, Istán y El Burgo. Las rutas principales del parque natural son Quejigales-Torrecilla y Pº Saucillo-Torrecilla las cuales nos llevan al pico más alto de Andalucía occidental. Otro sendero muy visitado es Mirador Ceballos-Tajo de la Caína, donde nos adentraremos en el pinsapar de Caucón, además de poder observar los impresionantes paisajes que existen desde el Tajo de la Caína.

Los pueblos de la comarca también tienen muchos lugares que visitar y destacan por su patrimonio histórico y por sus fiestas singulares, como los polvos y la Cohetá de Tolox, los rondeles de Casarabonela, La Sopa de los Siete Ramales y la Quema de Judas en El Burgo o el Corpus Christi de Yunquera.

Los incendios forestales son una de las principales amenazas que se ciernen sobre el parque natural. Los incendios en estas sierras han sido muy frecuentes y sus efectos muy graves, destacando varios ocurridos en las últimas décadas, que destruyeron por completo pinsapares enteros como el de la Cañada de la Encina o Cerro Corona.

El sobrepastoreo ha sido una de las principales causas que ha dificultado la regeneración de muchas zonas,[6]​ amenaza que ha disminuido con la regulación del aprovechamiento ganadero. Está ampliamente aceptado que cargas moderadas no reducen, e incluso estimulan, la productividad del pasto, mantienen niveles altos de diversidad biológica y reducen el riesgo de incendios. Sin embargo, la sobrecarga ganadera en los montes conduce a la reducción de las cubiertas vegetales y la simplificación de su estructura y composición llegando a perjudicar seriamente el regenerado natural de las especies arbóreas y arbustivas.

Otro factor de amenaza importante es el derivado del cambio climático. Las altas temperaturas y sequías prolongadas potenciarán en un futuro los efectos negativos de incendios forestales, plagas y enfermedades y en consecuencia incrementarán el riesgo de erosión del suelo. Este último puede verse igualmente intensificado como consecuencia del incremento en la irregularidad y torrencialidad de la precipitación y la propia topografía de la zona. Además, estudios realizados reflejan una reducción del hábitat potencial del pinsapo a finales del siglo XXI.[7]

En relación con las plagas y enfermedades forestales, los hongos Heterobasidium annosum y Armillaria mellea, junto con el lepidóptero Dioryctria aulloi y el perforador Cryphalus numidicus han causado numerosos daños al pinsapo durante las últimas décadas. Se considera probable que su expansión haya estado favorecida por el debilitamiento de las formaciones vegetales como consecuencia, entre otras cosas, de los periodos de sequía, aunque actualmente el estado fitosanitario de los pinsapares ha llegado a un “equilibrio ecológico”. Desde la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible se está llevando a cabo un Plan de Recuperación del Pinsapo[8]​ a través del cual se están llevando a cabo actuaciones de conservación, iniciadas a mediados del siglo XX y que culminaron en 2011 con la aprobación de dicho plan, consistentes en la protección y mejora de las poblaciones existentes, así como de restauración de su hábitat, intentado regenerar y reforestar las zonas en las que ha desaparecido como consecuencia de los incendios forestales.

Panorámica de la Sierra de las Nieves

Garganta y pinsapos en la Sierra de las Nieves

Cañada del Cuerno

Pinsapo en la Cañada del Cuerno

Vista del Pico Torrecilla nevado desde el Tajo de la Caína

Pinsapo de la escalereta, el más grande de la Sierra de las Nieves.

Pico Torrecilla nevado desde el Puerto de los Pilones



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