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Sistema de fuertes de Chiloé



Sistema de fuertes de Chiloé es el nombre que recibe la serie de fortificaciones coloniales construidas en el archipiélago de Chiloé y la actual Provincia de Llanquihue, en la región de los Lagos de Chile. La mayoría de estas construcciones datan de fines del siglo XVIII,[1]​ aunque la construcción de las primeras fortificaciones en la zona data de finales del siglo XVI.[2]

El territorio de Chiloé comienza a ser poblado por españoles a partir de la expedición liderada por Martín Ruiz de Gamboa, quien en 1567 toma posesión del archipiélago y funda los poblados de Castro y Chacao. De esta época datarían los primeros fortines de la zona en apoyo a los españoles residentes en ambas localidades.[2]

Entre 1602 y 1603 la ciudad de Osorno es abandonada y su población se traslada hacia la zona de control del Gobierno de Chiloé. En este proceso el capitán Francisco Hernández Ortiz Pizarro encarga la construcción de dos nuevos fuertes en la ribera norte del canal de Chacao: San Antonio de la Ribera de Carelmapu y San Miguel de Calbuco, con el fin de conformarse en la línea defensiva norte de la provincia.[2]

En 1768, debido a la ubicación del archipiélago de Chiloé como primer punto controlado por una potencia europea luego del estrecho de Magallanes, el territorio es trasladado de la Capitanía General de Chile al Virreinato del Perú, lo que da origen a una serie de transformaciones, entre las que se cuentan la construcción de la ciudad de San Carlos de Chiloé, el Camino de Caicumeo, y de una serie de fortificaciones principalmente en torno al Canal de Chacao.[1]

Los fuertes chilotes, desde sus primeras construcciones hasta mediados del siglo XVIII, consistieron en sencillas edificaciones caracterizadas por muros de tierra apisonada, fajina o empalizadas, acompañados en ocasiones de fosos. Al interior de estos espacios se agrupaba un número variable de cañones de distinto tamaño y no siempre en buen estado.[1]

Luego del traspaso de la provincia de Chiloé al Virreinato del Perú, se inicia la construcción de fuertes más ambiciosos, que incorporan diseños y materiales inspirados en las realidades de otras zonas más fortificadas de América. De esta forma, en algunos fuertes la piedra cancagua comienza a reemplazar a las antiguas empaladizas, y en fuertes como Agüi se llega incluso a construir una puerta fortificada con puente levadizo.[1]

El 26 de marzo de 1926, a través del Decreto N° 744, se declaran monumentos históricos los fuertes de Tauco, Poquillihue, Chacao, Pargua y Chaicura.[3]​ Sin embargo, en 1983 se les quita esta condición a las cuatro primeras fortificaciones debido a que, pese a su declaración, estas construcciones habían desaparecido.[4]​ Solo Chaicura mantiene su estado de monumento nacional.

El 29 de abril de 1991, a través del D. S. 127, se declara monumento nacional al Castillo San Miguel de Agüi, y el 27 de enero de 2009 se entrega similar condición a los restos del Fuerte San Carlos. Por su parte, el Fuerte San Antonio cuenta con la categoría de inmueble de conservación histórica por parte de la Municipalidad de Ancud.[5]

Entre los años 2009 y 2011 se realizó un importante trabajo de restauración de las fortificaciones de Agüi, Balcacura y Chaicura, a partir de financiamiento proveniente del Plan Chiloé del Ministerio de Obras Públicas.[6]​ Por su parte, a inicios del año 2016 se finalizó un trabajo de puesta en valor del Fuerte Tauco.[7]

construcción

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