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Steven Pinker



Steven Arthur Pinker (Montreal, 18 de septiembre de 1954) es un psicólogo experimental, científico cognitivo, lingüista y escritor canadiense. Es profesor en el Harvard College y titular del “Johnstone Family Professorship” en el Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard. Es conocido por su defensa enérgica y de gran alcance de la psicología evolucionista y de la teoría computacional de la mente. Sus especializaciones académicas son la percepción y el desarrollo del lenguaje en niños; es conocido por argumentar que el lenguaje es un "instinto" o una adaptación biológica modelada por la selección natural. Sus cuatro libros dirigidos al público en general —El instinto del lenguaje, Cómo funciona la mente, Palabras y reglas y La tabla rasa— han ganado numerosos premios y le han dotado de renombre.

Pinker nació en una familia judía de clase media de Montreal. Sus abuelos que emigraron a Canadá desde Polonia y Rumanía eran propietarios de una pequeña fábrica de corbatas.[1]​ Su padre, Harry Pinker era abogado y su madre, Roslyn, trabajó como orientadora vocacional y vicerrectora en una escuela secundaria. Su hermana, Susan, psicóloga infantil, es ahora periodista y columnista,[2]​ y su hermano Robert es analista político para el gobierno de Canadá.

Contrajo matrimonio con la psicóloga clínica Nancy Etcoff en 1980, de la que se divorció en 1992. En 1995 volvió a contraer nupcias con la psicóloga cognitiva nacida en Malasia Illavenin Subbiah. Su actual esposa es Rebecca Goldstein, que es profesora de filosofía en el Trinity College en Hartford, Connecticut. No tiene hijos.

Recibió su grado en psicología experimental en la universidad McGill en 1976, y realizó su doctorado en la Universidad de Harvard en la misma disciplina, que concluyó en 1979. Es actualmente profesor de psicología en la universidad de Harvard habiendo sido previamente director del centro de neurociencia cognitiva en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

En enero del 2005, defendió a Lawrence Summers, rector de la universidad de Harvard, a quien sus argumentos sobre las diferencias de sexo en matemáticas y ciencias le acarrearon una gran hostilidad por parte de los miembros de la facultad.[cita requerida]

Es principalmente conocido por su trabajo, popularizado en “El instinto del lenguaje” (1994), sobre como los niños adquieren el lenguaje y por su popularización del trabajo que Noam Chomsky realizó sobre el lenguaje como una facultad innata de la mente. Ha sugerido la existencia de un módulo mental evolutivo para el lenguaje, aunque su idea es aún controvertida. Difiere con Chomsky, argumentando que muchas otras facultades mentales humanas han evolucionado. Es aliado de Daniel Dennett y Richard Dawkins en muchas disputas evolucionistas.

Sus libros: Cómo funciona la mente y La tabla rasa son trabajos seminales de la moderna psicología evolucionista, que ve a la mente como una navaja suiza equipada por la evolución con un conjunto de herramientas especializadas (o módulos) para resolver problemas que enfrentaron nuestros ancestros paleolíticos. Junto a otros psicólogos evolucionistas piensa que la mente humana evolucionó por selección natural tal como otras partes del cuerpo. Esta visión, de la que fueron pioneros E. O. Wilson, Leda Cosmides y John Tooby, está basada en la psicología evolucionista y está creciendo rápidamente como paradigma de investigación, especialmente entre los psicólogos cognitivos.

Es autor de algunos de los escritos más vivaces sobre la ciencia moderna; sin embargo, sus críticos alegan que sus libros ignoran o descartan la evidencia en contra. En Palabras y reglas, por ejemplo, él describe cómo los científicos cognitivos han soltado el modelo competitivo "como una patata caliente", después de su extensa crítica. Sin embargo, el conexionismo, permanece más popular que nunca y las disputas no parecen encaminarse a una pronta resolución. Su libro Los ángeles que llevamos dentro, ha recibido críticas por diversos motivos, entre ellos por considerar las “muertes per capita” como una métrica adecuada, centrarse demasiado en Europa (a pesar de que el libro también abarca otras áreas), su interpretación de los datos históricos y la imagen que da de los pueblos indígenas.[3]​ Otras críticas (véase el enlace externo sobre Edgard Oakes) afirman que Pinker es quizá demasiado buen escritor, siendo capaz de combinar varias hipótesis débilmente sustentadas para que suenen plausibles como psicología evolucionista.

Francis J. Beckwith realiza una crítica al materialismo y al concepto de dignidad humana sustentado por Pinker.[4]

En 2004, fue nombrado por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo y uno de los 100 intelectuales más destacados por Prostect y Foreign Policy en 2005. Ha recibido doctorados honorarios de las universidades de Newcastle, Surrey, Tel Aviv y McGill.



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