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Superpotencia internacional



Una superpotencia es un Estado con una posición dominante o predominante en el sistema internacional, y con la habilidad y los medios para tener influencia en eventos y en proyectos de poder a escala global (fundamentalmente a manera de proteger sus propios intereses y los de sus aliados más cercanos); es considerado que una superpotencia está un paso delante del resto de las grandes potencias.[1]

El término fue aplicado en 1944 hacia Estados Unidos, la Unión Soviética y el Imperio británico. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Imperio británico se convirtió en la Commonwealth y sus territorios se volvieron independientes, seguido a esto la Unión Soviética y los Estados Unidos se les proclamó como las dos únicas superpotencias de ese momento, que entraron en un conflicto indirecto creando el periodo de la llamada Guerra Fría.

Por su parte, una hiperpotencia es un estado mucho más fuerte que cualquiera de sus potenciales rivales que domina todos los otros estados en todas las esferas de la actividad. Desde el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos ha sido considerado por algunos como la única superpotencia. Así se resalta un nuevo orden mundial diferente al de las grandes potencias del siglo XIX y principios del siglo XX, y diferente del equilibrio de poderío del período de la guerra fría y por ende con el paso de la política en todas sus variantes en el siglo XXI.

El Imperio británico fue uno de los más extensos imperios en la historia del mundo, considerado como el gran poder, ya que sobre todo por 1921, gobernaba en más del 25% de la población del mundo[2]​ y controlaba o influía fuertemente en el 25% del total del área terrestre,[3]​ mientras que Estados Unidos y la Unión Soviética crecieron notablemente en poder durante la Segunda Guerra Mundial y con posterioridad a ella.

Tras la descolonización, que supuso el final del Imperio Británico, y después de la disolución de la Unión Soviética, incontestablemente Estados Unidos quedó como la principal y única gran potencia hegemónica en el mundo.[4]​ Entre otras cosas y como muestra de la idiosincrasia de esos días, cabe destacar que después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la Casa Blanca hizo una muy singular declaración, afirmando la necesidad de una respuesta, e indicando que las leyes internacionales no serían en ningún caso una restricción que limitara fuertemente a la única superpotencia mundial en ese tiempo.[5]​ Ese es el espíritu con el que se valora a un mundo unipolar: la fuerza hegemónica puede hacer valer sus razones, y nadie puede oponer verdaderas trabas para impedirlo.

El término superpotencia surgió inicialmente en el dominio político, ya que la palabra se usó por la primera vez en 1926, en relación a la interconexión de sistemas de producción de electricidad. En su significado político moderno, el término fue nuevamente utilizado en 1943 por el geoestratega Nicholas Spykman, en una serie de notas sobre las figuras potenciales de un nuevo orden mundial de posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Esto llevó a plantear en el libro The Geography of the Peace (“la Geografía de la Paz”), que la supremacía mundial no-marítima del Reino Unido y Estados Unidos, eran esenciales para la paz y la prosperidad en el mundo.

Un año después, William T.R. Fox,[6]​ un profesor de política exterior estadounidense, publicó el libro Las superpotencias: los Estados Unidos, la Gran Bretaña y la Unión Soviética // La responsabilidad de la paz -1944- (The Superpowers: The United States, Britain and the Soviet Union // Their Responsibility for Peace -1944-). Allí el autor acuñó el término inglés superpower al definirlo como a state that possessed great power plus great mobility of power ("un Estado que poseía gran poder más gran movilidad del poder" -"poder" y "potencia" son la misma palabra en lengua inglesa-).[7]​ Fox utilizó la palabra superpotencia para identificar una nueva categoría de potencia, capaz de ocupar el estatus más alto en un mundo en el que, la guerra demostró entonces que los estados podrían desafiarse y luchar entre sí a escala mundial. Según él, había (en ese momento), tres estados que eran verdaderas superpotencias: el Imperio británico, Estados Unidos y la Unión Soviética.[8]​ En aquella oportunidad, el subtítulo del libro asimiló por tanto la noción de superperpotencia a las tres naciones mencionadas, las que un año más tarde irían a negociar la suerte del mundo en la ciudad de Yalta, en Crimea (Ucrania) y a orillas del mar Negro.

En 1980, William T.R. Fox[9]​ se interrogó sobre la razón que lo llevó a incluir a Gran Bretaña en su libro de 1944,[10]​ pues cierto consenso se había formado en el sentido que ya en esos tiempos, solamente los Estados Unidos y la Unión Soviética podían realmente ser calificados como «potencias de primera línea». Lo central para esta inclusión, sin duda fue la idea que prevalecía todavía en 1944, sobre que Europa, y en particular Gran Bretaña (galardonada por su victoria contra Alemania y con su inclusión en la "Conferencia de Yalta"[11]​), continuaba siendo parte del corazón del mundo, y además fue que el Imperio británico surgía aún fuerte y estable, dando así de hecho al Reino Unido una inmensa importancia estratégica y geopolítica.

Luego, fue sin duda la irrupción del arma atómica en 1945, lo que hizo evolucionar el concepto de «superpotencia» hacia «la capacidad de destrucción del planeta a través de la guerra nuclear» («the ability to wreak global destruction through nuclear warfare»), y lo que así estableció y consolidó la preeminencia de los dos gigantes con capacidad atómica, en momentos en los que el Imperio británico perdía puntos, magnificencia y capacidad de intervención.[12]

El término superpotencia fue usado para describir naciones con un poder mayor al estatus de gran poder a principios de 1944, pero solo ganó significancia después de la Segunda Guerra Mundial con relación a la Unión Soviética y los Estados Unidos. Han existido intentos de aplicar el término retrospectivamente, y algunas pocas veces, a una variedad de entidades pasadas.

El reconocimiento de estos viejos estados por historiadores como superpotencias de aquella época, puede ser causa de rasgos exhibidos por aquellos; por ejemplo, en su máximo esplendor, el Imperio británico fue el más grande que jamás haya visto el mundo, con el 25% de la población mundial de la época, y extendiendo su influencia a lo largo y ancho del planeta.

La Guerra Fría fue un enfrentamiento político, económico, social, ideológico, militar e informativo iniciado tras finalizar la Segunda Guerra Mundial entre el bloque Occidental (occidental-capitalista) liderado por los Estados Unidos, y el bloque del Este (oriental-comunista) liderado por la Unión Soviética.

La primera fase de la Guerra Fría comenzó inmediatamente después del final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Estados Unidos creó la alianza militar de la OTAN en 1949 con el objetivo de frenar la influencia soviética en Europa. La Unión Soviética respondió a la creación de esta alianza con el establecimiento del Pacto de Varsovia en 1955. Las principales crisis de esta fase incluyeron el bloqueo de Berlín de 1948-1949, la segunda fase de la guerra civil china (1946-1949), la guerra de Corea (1950-1953), la crisis de Suez de 1956, la crisis de Berlín de 1961 y la crisis de los misiles cubanos de 1962. La Unión Soviética y los Estados Unidos comenzaron a competir por la influencia en América Latina, Oriente Próximo y los estados recién descolonizados de África y Asia, donde el comunismo tenía una gran fuerza y donde se vivieron enfrentamientos tales como la Emergencia Malaya o la guerra de Indochina.

Después de la crisis de los misiles cubanos, comenzó una nueva fase que vio cómo la ruptura sino-soviética (es, decir China-Unión Soviética) complicaba las relaciones dentro de la esfera comunista, mientras que Francia, aliado de los Estados Unidos, comenzó a exigir una mayor autonomía de acción llegando incluso a abandonar la OTAN.[13][14]​ La URSS invadió Checoslovaquia para reprimir la Primavera de Praga de 1968, mientras que Estados Unidos experimentó una agitación interna del movimiento de derechos civiles y la oposición a la guerra de Vietnam. En las décadas de 1960 y 1970, un movimiento internacional por la paz se arraigó entre los ciudadanos de todo el mundo. Se produjeron movimientos contra las pruebas de armas nucleares y por el desarme nuclear, con grandes protestas contra la guerra. En la década de 1970, ambas partes comenzaron a hacer concesiones para la paz y la seguridad, marcando el comienzo de un período de distensión (o détente) que vio las conversaciones estratégicas de limitación de armas y las relaciones de apertura de los Estados Unidos con la República Popular China como un contrapeso estratégico para la URSS.

La era posterior a la Guerra Fría es el período posterior al final de la Guerra Fría. Debido a que la Guerra Fría no fue una guerra activa sino más bien un período de tensiones geopolíticas marcadas por guerras indirectas, existe un desacuerdo sobre el final oficial de este conflicto y la subsiguiente existencia de la era posterior a la Guerra Fría. Algunos académicos afirman que la Guerra Fría terminó cuando se firmó el primer tratado mundial sobre desarme nuclear en 1987 o el fin de la Unión Soviética como superpotencia en medio de las Revoluciones de 1989, pero realmente terminó con la disolución de la Unión Soviética en 1991.[21]​ A pesar de esta ambigüedad, el fin de la Guerra Fría simbolizó una victoria de la democracia y el capitalismo, dando un impulso a las potencias mundiales emergentes de Estados Unidos, China e India. La democracia se convirtió en una forma de autovalidación colectiva para los países que esperaban ganarse el respeto internacional: cuando la democracia se consideraba un valor importante, las estructuras políticas comenzaron a adoptar ese valor.[21]

La era ha estado dominada principalmente por el auge de la globalización (así como el nacionalismo y el populismo como reacción) posibilitado por la comercialización de Internet y el crecimiento del sistema de telefonía móvil. La ideología del posmodernismo y el relativismo cultural, según algunos estudiosos, ha reemplazado al modernismo y las nociones de progreso e ideología absolutos.[22]​ La era de la posguerra fría ha permitido que se preste una atención renovada a cuestiones que fueron ignoradas durante la Guerra Fría, la cual ha allanado el camino para los movimientos nacionalistas y el internacionalismo.[21]​ Después de las crisis nucleares de la Guerra Fría, muchas naciones encontraron necesario discutir una nueva forma de orden internacional e internacionalismo, donde los países cooperaban entre sí en lugar de utilizar tácticas de miedo nuclear.

Este período ha visto a Estados Unidos convertirse en el país más poderoso del mundo y el ascenso de China de un país en desarrollo relativamente débil a una superpotencia potencial incipiente. En respuesta al ascenso de China, Estados Unidos ha buscado estratégicamente "reequilibrar" la región de Asia-Pacífico. También ha visto la fusión de la mayor parte de Europa en una sola economía y un cambio de poder de las economías del G7 al más grande G20. Junto con la expansión de la OTAN, se instalaron sistemas de Defensa contra Misiles Balísticos (BMD) en Europa del Este. Estos marcaron pasos importantes en la globalización militar.

La nueva Guerra Fría (en inglés New Cold War,[24]​ también referida como Cold War II,[25]Cold War Redux,[26]Cold War 2.0[27]​ y Colder War)[28]​es una nueva era política y militar posterior a la Guerra Fría, en el siglo XXI. Hay tensión entre bloques de poder geopolíticos opuestos, con un bloque típicamente señalado con Rusia como líder, y el otro bloque liderado por Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN. Es similar a la Guerra Fría original, que vio un enfrentamiento y guerras de poder entre el bloque Occidental liderado por los Estados Unidos y el bloque del Este dirigido por la Unión Soviética (que fue el predecesor de Rusia). También puede referirse a las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China en el terreno económico, militar y tecnológico.

Los criterios asociados con el concepto de superpotencia, no están muy claramente definidos[30]​ y, en consecuencia, pueden existir diferencias entre las fuentes. Así por ejemplo, Alice Lyman Miller, quien es profesor de Asuntos de Seguridad Nacional ("National Security Affairs") en la Escuela Naval de Posgrado, define una superpotencia como "un país que tiene la capacidad para proyectar poder dominante e influenciar alrededor de todo el mundo, y algunas veces, en más de una región a la vez, por lo que parecería verosímil que consiga el estatus de hegemonía global."[29][31]​ Según Lyman Miller, "los componentes básicos del estatus de superpotencia pueden ser medidos a lo largo de cuatro ejes de poder: militar, económico, político, y cultural (o lo que en ciencias políticas Joseph Nye ha llamado "Poder blando").

En opinión de Kim Richard Nossal de la Universidad de Queen, "en general este término se utiliza para significar una comunidad política que ocupa un territorio de tamaño continental, y con una considerable población (al menos en relación a otras grandes potencias); y además, con una superior capacidad económica, incluyendo suministros abundantes de alimentos y de recursos naturales, para así tener un alto grado de no-dependencia en las relaciones internacionales; y además (y tal vez lo más importante), también una bien desarrollada capacidad nuclear (en su caso, normalmente definida como capacidad de ataque de segunda)".

El supervisor de la anterior Seguridad Nacional de India Jyotindra Nath Dixit, también señaló las características más importantes que deberían tener las superpotencias. En su opinión, "en primer lugar, el estado o la nación de que se trate debe tener un territorio importante y una población importante; en segundo lugar, el estado debe tener un alto nivel de cohesión interna, claro y estable sentido de identidad nacional, y una administración fuerte que impulse arreglos jurídicos e institucionales; y en tercer lugar, el estado en cuestión debe ser económicamente estable y debe estar dotado de seguridad alimentaria y de buenos recursos naturales, en particular los recursos energéticos y de infraestructura en términos de recursos minerales y metales; este estado también debe tener una base industrial fuerte, respaldada por buena capacidad productiva y tecnológica; y también, el estado en cuestión debe tener buena capacidad militar, en particular disponiendo de armas nucleares y de misiles, con capacidad al menos comparable, o de niveles más altos que otros países también fuertes en esta materia."[32]

En opinión del profesor Paul Dukes, "debe ser una superpotencia capaz de llevar a cabo una estrategia global, incluida la posibilidad de destruir el mundo; además, debe tener capacidad de guiar su gran potencial económico para ser influyente, y de impulsar algún tipo de ideología universal o trascendente". Por cierto, "muchos son quienes podrían hacer modificaciones de algún tipo a esta definición básica".[33]

Y según el profesor Junio Teufel Dreyer, "debe ser una superpotencia capaz de proyectar su poder blando y duro, a nivel mundial".[34]

La hiperpotencia es un término acuñado por el diplomático francés Hubert Védrine en los años 1990 para “caracterizar un período particular, los años inmediatamente posteriores al fin de la Unión Soviética”.[36]​ En concreto, el término se ha usado para referirse a la situación de los Estados Unidos en un periodo donde ya no había bipolaridad y, grandes potencias como China, Francia, India, el Reino Unido y Rusia, ejercían solamente una influencia regional, mientras los Estados Unidos proyectaban su poder sobre el planeta, constituyendo una potencia global.[37]​ No obstante, ya en los años 2010, Védrine estimó que el mundo estaba “asistiendo al fin del monopolio del poder por parte de Estados Unidos y de Occidente” y que los Estados Unidos había dejado de ser “la hiperpotencia que era hace veinte años”.[36][38]

Uno de los primeros en abordar esta temática fue el politólogo estadounidense Zbigniew Brzezinski, quien consideró —sin usar el término hiperpotencia— que el mundo de la Era post-Guerra Fría constaba de dos categorías de estados: “los vasallos y los tributarios de Estados Unidos”.[39]​ En su libro titulado El gran tablero de ajedrez: América y el resto del mundo, describe a su país como la única potencia que tiene una supremacía incuestionable y simultánea en los cuatro más importantes dominios-clave (militar, económico, tecnológico, y cultural), ya que luego de disolución de la Unión Soviética, Rusia no logró cubrir la laguna dejada por el gigante socialista desaparecido.[40]

Actualmente de acuerdo con varios analistas, cuando se considera el conjunto del sistema internacional, puede reconocerse la existencia de tres grandes potencias globales, con capacidad militar de actuación global, importante poderío económico y capacidad nuclear significativa: Estados Unidos, Rusia, y la República Popular China. Según Michael Klare el nuevo orden tripolar a nivel global rompe con el paradigma de la Guerra Fría, porque las tres potencias pueden cooperar para hacer valer sus respectivas esferas de influencia, aunque como posibles riesgos señala el de la militarización.[42]

Rusia y China han aumentado su cooperación militar y económica en los últimos años, buscando su espacio de cooperación y alianzas regionales, esto a juicio de analistas, como Alfredo Jalife, se debe a la intención de promover un frente estabilizador que se contraponga a Estados Unidos, para pasar de la hegemonía estadounidense a un sistema multipolar, o de equilibrio de poderes, específicamente tripolar. Este sería el realineamiento geopolítico de las superpotencias más importante desde el acercamiento de Nixon a China en los años 70.[43]

Varios analistas argumentan que el exasesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Zbigniew Brzezinski, era partidario del orden tripolar con Estados Unidos, Rusia y China como solución a las amenazas de caos global que algunos suponen, como consecuencia del declive de la hegemonía de los Estados Unidos. Los tres principales poderes dominantes pueden de esta forma cooperar para lograr la estabilidad global.[44]​ Según esta visión, Estados Unidos ya no tiene las condiciones que tuvo antes de imponer fácilmente su unilateralismo mundial. Todos los organismos surgidos de la segunda guerra mundial están en una encrucijada por los nuevos centros de poder, y Estados Unidos puede tener resistencias a aceptar ese nuevo orden tripolar.[44]

En el aspecto financiero, los países BRICS, destacadamente Rusia y China, han buscado alternativas a la hegemónica moneda estadounidense para realizar sus transacciones económicas y financieras internacionales. Se ha dicho que la agresiva política exterior estadounidense ha obligado a algunos países y hecho pensar a otros, en una moneda alternativa que sustituya al dólar estadounidense. Incluso países fuertemente aliados de Estados Unidos, como Reino Unido, alguna vez han expresado preocupación por utilizar la moneda norteamericana como única moneda de reserva.[45][46]

Graham Allison señala que el siglo XXI será de un equilibrio de poderes como no lo había visto Estados Unidos en más de doscientos años, China ahora es el principal motor de la economía mundial, con grandes proyectos de alto impacto como la Nueva Ruta de la Seda, y con 9 de las 20 principales empresas de tecnología avanzada en el mundo, por esto Allison asegura que muchos de los compromisos de Estados Unidos para con sus aliados no son sostenibles, tomando en cuenta su propia seguridad, para Allison seguir compromisos irrealizables es lo que ha causado los fracasos de Estados Unidos en Medio Oriente. Es por esto que tiene la hipótesis de nuevas esferas de influencia entre las tres superpotencias.[47]

Para la gran mayoría de los analistas, hay un solo país del siglo XXI capaz de ser superpotencia: Estados Unidos. El orden mundial actual es imposible sin este país. Esto también es cuestionable, ya que muchos otros analistas creen que el término superpotencia es algo del pasado ya que con la gran complejidad del orden político actual y la cada vez mayor dependencia de las diversas naciones o bloques de todo el mundo, muchos ven la distribución del poder bastante disperso. Ninguna nación o bloque de poder tiene el poder absoluto, y cada uno de estos entes en ciertos casos depende de otro ente de poder. Así que los Estados Unidos depende de la Unión Europea con respecto a la inversión extranjera, préstamos, etc, y así China depende tanto de la Unión Europea como de los Estados Unidos en lo que respecta a las inversiones, pero estos dos también dependen de China en cuanto a bienes de consumo, en parte porque no están actualmente en su mejor momento. Y un ejemplo reciente de la interdependencia, es la situación entre la Unión Europea y Rusia. La Unión Europea parece ser cada vez más dependiente de Rusia en cuanto a asuntos técnicos, energéticos y militares, pero Rusia, por otra parte, depende de nuevo de la Unión Europa cuando se trata de inversiones, tecnología y comercio.

Académicos y otros observadores cualificados, con alguna frecuencia identifican a estos nombres como posibles superpotencias, que tedrían una fuerte probabilidad de ser reconocidas como hegemónicas en el siglo XXI dejando aparte a los Estados Unidos. Estas predicciones no siempre han dado en el blanco. Por ejemplo, en el decenio de 1980, muchos argumentaron que Japón se convertiría en una superpotencia hegemónica, debido a su gran PIB y su elevado crecimiento económico (predicción que en realidad no se concretó).[49]

Pero debido a su gran población, al aumento de su fuerza militar, a su gran potencial económico, y a su influencia en muchos de los asuntos internacionales, la República Popular de China,[50][51][52]​ la Unión Europea,[53][54]India,[55][56]Brasil y [57][58][59]Rusia[60][61][62]​ se encuentran entre los competidores que son más a menudo citados como con capacidad de influir en el futuro en la política mundial, y con posibilidad de llegar a la situación de una verdadera y plena superpotencia en el siglo XXI. Aunque algunos creen que uno (o varios) de estos países, reemplazará(n) a los Estados Unidos como superpotencia hegemónica, otros creen que dicho país estará a la altura de los rivales, pero que no llegará a ser sustituido por uno o por varios de ellos.[63]​ Otros también han argumentado que la noción histórica de "superpotencia" será cada vez más anacrónica en el siglo XXI, ya que el aumento de la integración mundial así como la interdependencia, hace que la existencia de una o varias superpotencias sea verdaderamente cada vez más difícil.



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