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Surya



En el marco del hinduismo, Suria es el dios del Sol.

En la mitología hinduista, este dios representa al Sol en su triple aspecto de deidad bienhechora que alumbra, vivifica y alimenta.

Se le menciona por primera vez en el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.),[1]​ donde se le describe con brazos, manos, pelo, etc. de oro. En su alabanza se invocan hermosos himnos védicos, siendo el rey del sol, de la aurora y del ocaso.

Según Iaská (entre los siglos VI y IV a. C.), que fue el comentarista más antiguo del Rig-veda, Suria es un dios perteneciente al grupo de los Aditiás (o hijos de Áditi, la cual es una de las diosas más antiguas, hija de Daksha y esposa de Kashiapa).

Según el Sanskrit-English Dictionary de Monier-Williams, se pronuncia acentuado en la u.

Algo muy común en los Vedas y en otras escrituras sagradas hinduistas, es poner a los dioses diferentes nombres, según la actividad, faceta o circunstancia en la que se hallen. Suria no es una excepción.

En el capítulo II del Shatapatha-bráhmana, se indica que Agní, Indra y Suria hicieron una serie de sacrificios, que les hicieron más poderosos que otras deidades. Por ello, se transformaron en una tríada que fue muy popular y venerada en la Edad védica. Las características y atributos de estas tres deidades son muy parecidos, aunque con matices diferentes. Mientras que Suria era el Sol como astro, Agní era el dios del fuego y del calor, e Indra es el dios del firmamento, de las tormentas, rayos y relámpagos, y a veces tiene atributos parecidos a Váruna en algunas cosas.

Aunque otras deidades tienen ahora más predominancia, el culto a Suria todavía queda patente. Y una prueba de ello son los numerosos templos dedicados a él, tales como el templo Dakshina Arka al lado del Ganges que ahora se usa para ofrendas a los ancestros, Surianaar Koyil en el Sur de la india, Arasavilli y Konark en la Costa este de la India, donde también está Modhera en Guyarat, Suria Pahar en el noreste de la India y Unao en la India central, son algunos de los ejemplos. Y todos ellos han sobrevivido al paso de los años y al de las diferentes creencias de cada época, añadiendo toques especiales y autóctonos de cada lugar, haciendo que en cada templo, se establezcan ritos o costumbres diferentes.

También es digno de mencionar que varios templos dedicados a Shiva, todavía tienen un pequeño altar para Suria, algunos dispuestos de tal forma que les iluminan los rayos del sol en algunos días determinados, sobre todo en la región de Tamil Nadú. En el Sur, que es donde mejor se conserva la pureza de los Vedas (no llegó hasta allí tanta influencia árabe y musulmana) todavía hay nombres que sobreviven, tales como Suria Tírtham o Suria Pushkarini.

También hay que decir que hay textos que relatan que en el siglo VII d. C. iban muchos peregrinos a Multán (en Pakistán), donde había hay un conocido templo dedicado a Suria, que todavía existe (en ruinas), así como otro cerca de Srinagar (Cachemira), más concretamente en la ciudad de Martanda.

Los templos solares se conocieron en tiempos pasados como Aditiá Grijas. Y aproximadamente en el año 400 a. C., un aventurero griego llamado Ktesias hace mención de un lugar en el que estuvo al oeste de la India, donde se practicaba un culto solar, y donde mencionaba algunas diferencias que existían entre el culto solar griego y el hinduista.

El culto a Suria que todavía se practica, tiene relación con la curación de enfermedades. Principalmente, sus devotos creen que Suria es capaz de curar varios problemas de piel (tales como la lepra), así como la ceguera y la infertilidad.

También hay que decir que el sistema de creencias védico piensa que el sol es un poderoso desinfectante, y con una gran energía curativa. Aunque los que están considerados médicos prácticamente de todo son los semidioses Asvines.

Hasta el día de hoy, los hinduistas creen que el Sol gira alrededor de la Tierra a 1,3 millones de kilómetros de altura, pero en realidad ahora se sabe que es la Tierra la que gira alrededor del Sol. Desde el siglo XVII se sabe que la Tierra gira alrededor del sol y se encuentra a unos 150 millones de km de distancia). También creen que la Luna se encuentra el doble más alto que el Sol (o sea, a 2.6 millones de km de distancia) y que era un disco cuyo diámetro es el doble que el del Sol. En realidad ahora se sabe que la Luna es un pequeño satélite de la Tierra, y está a solo 0,384 millones de km de distancia.

En el siglo XIV, el filósofo Saiana, en su comentario al Rig-veda (donde se dice que Suria, el dios del Sol, da vueltas alrededor de la Tierra en su carro de oro fulgurante), escribió: «Se recuerda así: “Oh, Suria, tú que viajas 2202 ióyanas en la mitad de un parpadeo”».

Según el Bhágavat-purana (3.11.6-8) se puede deducir que un parpadeo (nimesha en sánscrito) dura aproximadamente 0,53 s.

En el texto Moksa-dharma-parva, del libro «Shanti-parva» ―uno de los 16 libros del Majabhárata (texto épico-religioso del siglo III a. C.)― describe el nimisha de la siguiente manera:

Otra versión de estas equivalencias aparece en el Bhagavata-purana (texto religioso del siglo XI d. C.):

Según distintos investigadores, la longitud de un ióyana podría equivaler a una distancia de entre 8 y 10 millas.

La longitud más aceptada en la actualidad equivale a 8,757 millas o 14,093 km (1,609344 km/mi).[3]

De esta manera, 2202 ióyanas serían entre (31.032,842 km) recorridos en medio «parpadeo» (266 milésimas de segundo), representan una velocidad de 116.664,82 km/s.

La órbita del Sol tiene una longitud de 936 millones de km aproximadamente y la duración de un año solar equivale a 31.556.926 s (365 días, 5 h, 48 m y 46 s; y un día solar equivale a 24 h, 3 min, 56,56 s). Por lo tanto la «velocidad» del Sol (si se moviera alrededor de la Tierra) sería de 29,6668 km/s.



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