Los títulos nobiliarios pontificios o provenientes de la llamada nobleza romana son los títulos nobiliarios otorgados por el sumo pontífice. Tradicionalmente, el papa los concedía a varones o mujeres extraordinariamente destacados en el servicio a la Iglesia, a la fe católica o al papado.
Los títulos pontificios son principados, ducados, marquesados, condados, vizcondados y baronías.
En 1746, Benedicto XIV, a través de la bula Urbam Romam, decidió institucionalizar y organizar administrativamente a la nobleza pontificia con una lista de las familias que compondrían el llamado patriciado romano. El "elenco" romano estaba organizado jerárquicamente entre aquellos que era elegibles para la dignidad de patricio, el número de los miembros de la corporación, la forma de incorporación de otros nobles y el número de los "conscriptos" (en la Antigua Roma, nombre que se le daba a los padres o miembros del Senado). Se estableció la ilegalidad de arrogarse el rango, honor o privilegios de noble romano a un ciudadano cualquiera. Confeccionada con aquellos que habían ocupado los cargos de conservador de la Cámara Capitolina o prior de los Caporini y los sucesores de estos, la lista determinó que solo 187 eran las familias nobles romanas y de estas 60 los romanos conscriptos (es decir, pertenecientes a un número limitado elegido por su importancia en la historia de Roma o por su lealtad a la Iglesia). La familia del romano pontífice se integraban inmediatamente a la nobleza, mientras que para las familias excluidas, la bula determinó una forma de admisión: cuatro conscriptos y otros oficiales examinarían las cualidades y condiciones del postulante y su familia siendo requisito indispensable vivir permanentemente en Roma y presentar evidencia de nobleza de sangre por ambos lados por al menos 200 años.
En 1853, las alteraciones producidas por algunos cambios en la corporación obligaron a Pío IX a dirigir un quirógrafo al presidente de la Comarca de Roma por el cual instituyó la Congregación Heráldica (Congregazione Araldica). Este colegio heráldico que se encargaba del gobierno de los títulos de nobleza estaba compuesto por el senador de Roma, cuatro conservadores de clase noble, cuatro escrutadores sorteado entre los conscriptos y de un Scriba Senatus, escogido también de entre los conscriptos. El papa decretó además que solo las familias principescas o ducales romanas formarían parte del alto registro de la nobleza y que, en caso de ausencia, el número de los 60 podría completarse con otros candidatos. Al año siguiente, Pío IX publicó la lista de las llamadas familias principescas incorporando a miembros de la nueva burguesía como los Torlonia o los Grazioli.
De acuerdo con el Concordato entre Italia y la Santa Sede del 1 de febrero de 1929 (uno de los tres tratados lateranenses que dieron creación al Estado pontificio y reconocieron la soberanía papal), la Constitución del Reino de Italia en su artículo 7 señalaba lo siguiente: "Italia admitirá el reconocimiento, mediante Decreto Real, de los títulos conferidos por el Sumo Pontífice, incluyendo aquellos después de 1870 y los conferidos a futuro". La alusión a 1870 se debía a que, a partir de este año, el Reino de Italia se había considerado sucesor legítimo de los Estados Pontificios y, en consecuencia, había reconocido títulos papales a través del Ministerio del Interior y la Presidencia del Consejo de Ministros. No obstante, aquellos títulos conferidos por el papa entre 1870 y 1925 eran desconocidos para el Estado italiano que solo en ese último año aceptó su uso con efectos restringidos. A partir de la celebración del Concordato, Italia se obligó a reconocer todos los títulos pontificios (incluyendo los de caballería y los honoríficos) sin importar el año de concesión.
Con el advenimiento de la República, la Constitución italiana de 1947 abolió el reconocimiento de todo título de nobleza permitiendo solo el uso del predicato (denominación territorial de los antiguos títulos) en el nombre (XIV Disposición Transitoria). No obstante, en atención al Concordato, la Italia republicana reconoce los títulos de nobleza pontificios siendo estos los únicos actualmente válidos en territorio italiano.
La mayoría de los títulos nobiliarios pontificios son vitalicios; es decir que se extinguen al fallecimiento del beneficiario. Sin embargo, también hay títulos hereditarios, los cuales tienen una sucesión que se ajusta al derecho pontificio y la Santa Sede se reserva la facultad de evaluar a los herederos.
En España los títulos nobiliarios pontificios gozan del carácter de títulos nobiliarios extranjeros y para utilizarlos se necesita contar con una autorización del Ministerio de Justicia.
En Bolivia solo un título pontificio fue concedido a una acaudalada y poderosa pareja debido a su labor con los huérfanos y pobres; Francisco de Argandoña y Revilla y Clotilde Urioste de Argandoña recibieron el título de príncipes pontificios (principado de La Glorieta) en 1898 otorgado por el papa León XIII.
En Argentina únicamente tres mujeres han tenido títulos nobiliarios pontificos. Así:
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