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Taoísmo



El taoísmo o daoísmo (en chino simplificado y tradicional: 道教 ; en pinyin : dàojiào ; literalmente 'enseñanza del camino') es una tradición filosófica de origen chino la cual enfatiza vivir en armonía con el tao (en chino simplificado y tradicional: 道; en pinyin: dào; literalmente: 'el camino', también romanizado como dao). La palabra china 道 tao (o dao, dependiendo de la romanización que se use), se suele traducir por 'vía' o 'camino', aunque tiene innumerables matices en la filosofía y las religiones populares chinas.

El tao es una idea fundamental en la mayoría de las escuelas que forman parte de la filosofía china; sin embargo, para el taoísmo es referido como el principio de unidad absoluta, y al mismo tiempo mutable, que conforma la realidad suprema y el principio cosmogónico y ontológico de todas las cosas.[1]​ Así, para los taoístas el tao constituye la fuente, el patrón y la sustancia de todo lo existente.[2][3]

El Dào Dé Jīng (en chino: 道德經) también conocido como Tao Te King o Tao Te Ching, es el libro que condensa las enseñanzas atribuidas al filósofo Lao-Tse​ (también llamado Lao Tzu, Lao Zi, Laozi (en chino simplificado y tradicional: 老子; en pinyin: lǎozǐ; literalmente 'viejo maestro') o Laocio.[4]​ ​ Y aunque la existencia histórica de tal personalidad aún se debate, el libro es considerado como clave para la tradición taoísta. Junto con el Zhuangzi se consideran los textos clave de la tradición.[5]

Y aunque los valores éticos taoístas varían dependiendo de las distintas escuelas, por lo general tienden a enfatizar el wu wei («la no acción» o acción sin intención), la naturalidad, la simplicidad, la espontaneidad, y sobre todo, los «Tres Tesoros»: 慈 «la compasión», 儉 «la frugalidad», y 不敢為天下先 «la humildad», mientras que pone menos énfasis en las normas y el ritual (en oposición al confucianismo).

El objetivo fundamental de los taoístas es alcanzar la inmortalidad, si bien, a veces no se entiende esta literalmente, sino como longevidad en plenitud. De la misma manera, se decía que las personas que vivían en armonía con la naturaleza eran inmortales. Lao-Tse fue deificado como dios taoísta ―un inmortal― encabezando un enorme panteón de héroes folclóricos, generales famosos y sabios, todos los cuales alcanzaron la inmortalidad. Sin embargo, la antigua forma del taoísmo era la de una corriente filosófica y no una religión, por lo que los antiguos pensadores interpretaban por «inmortalidad» el hecho de autosuperación del propio ser en comunidad con el entorno, lo que implica buscar la superación y el progreso personal y colectivo, de acuerdo con la mutación constante que enseña el taoísmo. Por otra parte, el logro de la inmortalidad a través de la alquimia externa (waidan) y la alquimia interna (neidan) fue un objetivo importante para muchos taoístas históricamente.[6]

Las primeras formas del taoísmo se desarrollaron en el siglo IV a. C., influenciadas por las teorías cosmológicas de la Escuela de Naturalistas y el I Ching. La Escuela de Naturalistas fue una escuela filosófica que sintetizó los conceptos de yin-yang y los Cinco Elementos; Zou Yan es considerado el fundador.[7]​ La primera forma organizada de taoísmo, la escuela Tianshi («Maestros Celestiales») surgió en el siglo II a. C. Xuanxue («aprendizaje profundo», también «neo-taoísmo») fue un importante movimiento filosófico influenciado por el confucianismo, que se centró en la interpretación del I Ching, el Dào Dé Jīng y el Zhuangzi y que floreció durante los siglos III a VI d. C.[8]​ Los filósofos más importantes de este movimiento fueron He Yan, Wang Bi, Los siete sabios del bosque de bambú, Ge Hong y Guo Xiang.[9]​ Los pensadores como He Yan y Wang Bi se centraron en la naturaleza profunda del Tao, que vieron como mejor ejemplificado por el término «Wu» (nada, no-ser, negatividad).[10]​ Otras escuelas alcanzaron prominencia a lo largo de la historia de China, como la escuela Shangqing durante la dinastía Tang (618-907), la escuela Lingbao durante la dinastía Song (960-1279) y la escuela Quanzhen, que se desarrolló durante los siglos XIII-XIV y durante la dinastía Yuan.[11]

Posteriormente, el taoísmo se mezcló con elementos del confucianismo, el budismo y la religión tradicional china. La forma concreta de religión taoísta que fue llevada a Taiwán en el siglo XVII es típica de esta tradición. La característica más distintiva de la práctica actual es la veneración de los antepasados. Por lo tanto hablar de deidades taoístas, es totalmente erróneo dejando entrever la influencia de elementos tradicionalistas del confucianismo y el culto religioso de las creencias míticas de Asia, las cuales ambas no eran válidas para los antiguos pensadores taoístas como Chuang Tsé.

Los conceptos taoístas influenciaron a la medicina tradicional china y a distintas disciplinas como el tai chi chuan, el chi-kung y diversas formas de artes marciales. Las tradiciones taoístas posteriores también fueron influenciadas por el budismo chino.[12]

El Taoísmo establece la existencia de tres fuerzas: una pasiva, otra activa y una tercera, conciliadora. Las dos primeras se oponen y complementan simultáneamente entre sí, es decir que son interdependientes de manera absoluta y funcionan como una unidad. Son el yin (fuerza pasiva/sutil, femenina, húmeda...) y el yang (fuerza activa/concreta, masculina, seca...). La tercera fuerza es el tao, o fuerza superior que las contiene. (Véase yin-yang).

El significado más antiguo que existe sobre el tao dice: «Yi yin, yi yang, zhè wei tao», es decir, "un aspecto yin, un aspecto yang, eso es el tao".

Puede ejemplificarse esta concepción a partir del significado de las palabras: literalmente, yang significa 'la ladera luminosa (soleada) de la montaña', y yin 'la ladera oscura (sombría) de la montaña'; entiéndase la idea de montaña como símbolo de unidad. Así, aunque representan dos fuerzas aparentemente opuestas, forman parte de una única naturaleza.

La igualdad entre las dos primeras fuerzas entraña la igualdad de sus manifestaciones consideradas en abstracto. Por ello el taoísta no considera superior la vida a la muerte, no otorga supremacía a la construcción sobre la destrucción, ni al placer sobre el sufrimiento, ni a lo positivo sobre lo negativo, ni a la afirmación sobre la negación.

Las cosas cotidianas e insignificantes tienen un significado mucho más profundo del que nosotros le damos.

El gran taoísta Lin An define el camino de la felicidad de la siguiente manera:

qué vacías y mal se sienten, porque usan

las cosas para deleitar su corazón,

en lugar de usar su corazón para

El tao es algo que no puede ser alcanzado por ninguna forma de pensamiento humano. Es así que casi en su inicio, el Tao te king reza:

Para este algo no existe nombre, dado que los nombres derivan de experiencias; finalmente, y por necesidad de ser descrito o expresado, se lo denominó tao, que significa 'camino' o 'sendero [recto o virtuoso]' que conduce a la meta.

Cuando Lao-Tse habla del tao procura alejarlo de todo aquello que pueda dar una idea de algo concreto. Prefiere encuadrarlo en un plano distinto a todo lo que pertenece al mundo. Porque el tao es como el espacio vacío para que se manifieste el todo. «Existía antes del Cielo y de la Tierra», dice, y, efectivamente, no es posible decir de dónde proviene. Es madre de la creación y fuente de todos los seres.

La unidad dio origen a las dos facetas

las cuales dieron el ser a la tríada

El tao tampoco es temporal o limitado; al intentar observarlo, no se lo ve, no se lo oye ni se lo siente. Es la fuente primaria cósmica de la que proviene la creación. Es el principio de todos, la raíz del Cielo y de la Tierra (la madre de todas las cosas). Pero si intentamos definirlo, mirarlo u oírlo, no sería posible: el tao regresa al no-ser, ahí donde es insondable, inalcanzable y eterno.

Todas las cosas bajo el Cielo gozan de lo que es, lo que es surge de lo que no es y retorna al no-ser, con el que nunca deja de estar ligado.

El tao del no-ser es la fuerza que mueve todo lo que hay en el mundo de los fenómenos, la función, el efecto de todo lo que es: se basa en el no-ser.

El mundo de los seres puede ser nombrado con el nombre de no-ser y el mundo de los fenómenos con el nombre de ser. Las diferencias recaen en los nombres, pues el nombre de uno es ser y el del otro, no-ser, pero aunque los nombres son distintos, se trata de un solo hecho: el misterio desde cuyas profundidades surgen todos los prodigios.

Al encontrar el camino que conduce de la confusión del mundo hacia lo eterno, estamos en el camino del tao.

El taoísmo excluye el concepto de ley y lo sustituye por el de orden. Es decir, las cosas son de determinada manera debido a que su posición en un universo en permanente movimiento les confiere una naturaleza que las obliga a ese comportamiento. Así lo explica Dong Zhongshu, filósofo chino del siglo II a. C.:

Tao es el nombre global que se da al orden natural. El objetivo del tao es enseñar al hombre a integrarse en la naturaleza, enseñarle a fluir, a integrarse en sí mismo en concordancia y armonía. El tao no es un creador porque nada en el mundo se crea ni el mundo es creado. Enseñar a compenetrarse con esta naturaleza y armonía de tal modo que llegue a experimentar en su propio cuerpo sus ritmos vitales. Sintonizándose el cuerpo humano mediante una serie de ejercicios con estos ritmos, ganando así serenidad mental y energía física.

A principios del siglo IV a. C. los filósofos chinos escribían sobre el yin y el yang en términos relacionados con la naturaleza.

Observando de la perspectiva del tao, se ve cómo todas las cosas se elevan, se vuelven grandes y luego retornan a su raíz. Vivir y morir es simplemente entrar y salir[cita requerida]. Las fuerzas de la mente no tienen poder sobre quien sigue el tao. El camino del no-ser lleva a la quietud y la observación, y conduce de lo múltiple al uno. Para poder recorrer ese camino hace falta preparación interna. Mediante la práctica espiritual[cita requerida], la perseverancia, el recogimiento y el silencio se llega a un estado de relajación[cita requerida] que debe ser tan sereno que posibilita la contemplación del ser interior, el alma[cita requerida], y así se logra ver lo invisible, escuchar lo inaudible, sentir lo inalcanzable.

Una historia representativa del pensamiento taoísta sería la siguiente: (Adaptado a partir de Las religiones del mundo, de Huston Smith).

El caballo de un campesino se escapó. Ante la conmiseración de su vecino, el campesino le dijo: «¿Quién sabe si es bueno o malo?». Y tuvo razón, porque al día siguiente el caballo regresó acompañado de caballos salvajes con los cuales había trabado amistad. El vecino reapareció, esta vez para felicitarlo por el regalo caído del cielo, pero el campesino repitió: «¿Quién sabe si es bueno o malo?». Y otra vez tuvo razón, porque al día siguiente su hijo trató de montar uno de los caballos salvajes y se cayó, rompiéndose una pierna. El vecino volvió a mostrar su pesar, y recibió nuevamente la anterior pregunta: «¿Quién sabe si es bueno o malo?». Y el campesino tuvo razón una cuarta vez, porque al día siguiente aparecieron unos soldados para reclutar al hijo, pero lo eximieron por encontrarse herido.

Lejos de una amoralidad o de una moralina latitudinaria, el taoísmo preconiza la armonía, allí está el equilibrio, un absoluto sobre las relatividades.

Esta ética se refleja en el arte.

Al llegar el budismo a China, el contacto entre el budismo y el taoísmo produjo entre otros efectos la escuela religiosa y filosófica budista Chán (sinización de la palabra sánscrita dhyana, que significa: meditación) y, esta, al pasar a Japón originó el zen.

El taoísmo influyó en numerosas áreas del conocimiento como la medicina y ciertas escuelas de meditación, e incluso las artes marciales. Existe un paralelismo en ciertas concepciones del taoísmo con el Tantra, en especial la visión del mundo como un ecosistema, y la consideración de una vía de iluminación dentro del acto sexual.

Las raíces del taoísmo se pueden rastrear hacia el siglo IV a.C. El taoísmo temprano retomó las nociones cosmológicas de la Escuela del Ying-Yang (Naturalistas) y fue profundamente influenciada por uno de los más viejos textos de la cultura China, el I Ching, el cual expone un sistema filosófico acerca de cómo se debe mantener el comportamiento humano en concordancia con los ciclos alternos de la naturaleza. El miembro de la escuela "Fajia" o "Legalista" Shen Buhai (c. 400a.C. - c. 337a.C.) pudo también haber sido una gran influencia al poner en práctica en el ámbito de la política el concepto del wu wei.[14]

El taoísmo filosófico se desarrolló a partir de los escritos de Lao-Tse y Zhuangzi. Según la leyenda china, Lao-Tse vivió durante el siglo VI a. C. y tradicionalmente se fecha en ese siglo la redacción del Dàodéjing, aunque según algunas investigaciones actuales es bastante posterior.

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