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Tartamudez



La tartamudez o disfemia (en griego: δυσφημία [dysfēmía], ‘mal lenguaje’)? es un trastorno de la comunicación que se caracteriza por interrupciones involuntarias del habla que se acompañan de tensión muscular en cara y cuello, miedo y estrés.[1]​ Ellas son la expresión visible de la interacción de determinados factores orgánicos, psicológicos y sociales que determinan y orientan en el individuo la conformación de un ser, un hacer y un sentir con características propias.

Los efectos psicológicos de la tartamudez pueden ser graves afectando el estado de ánimo de la persona de forma continua. Además, la tartamudez es una discapacidad muy estigmatizada, donde continuamente se cuestiona la inteligencia y habilidad emocional de la persona que tartamudea, pues se cree que con "calmarse" o "concentrarse más en lo que se dice" se logrará hablar de forma fluida.

Sentimientos que son comunes, y muchas veces severos, en las personas que tartamudean son vergüenza, miedo, ansiedad, enfado y frustración. Una sensación de falta de control es común en quienes tartamudean, todo lo cual muchas veces es causa de depresión.[2]

Comienza, de modo característico, entre el segundo y cuarto año de vida, aunque se suele confundir con las dificultades propias de la edad a la hora de hablar. Al final, solo uno de cada 20 niños acaba tartamudeando y muchos de ellos superan el trastorno en la adolescencia. Menos del 1% de los adultos tartamudea. La tartamudez no distingue género ni raza, sin embargo, es de tres a cuatro veces más común en hombres que en mujeres. Aún no se ha encontrado una causa específica para este desorden, sin embargo, en febrero de 2010 científicos anunciaron el descubrimiento de tres genes asociados con la prevalencia de la tartamudez. Esto se ha estudiado desde hace varios años, cuando se comenzó a notar que la tartamudez prevalece en las familias.[3]

A pesar de creencias populares, la tartamudez no está asociada con la ansiedad ni es un efecto de ella para su desarrollo; sin embargo, la tartamudez sí genera ansiedad en los individuos que la poseen, llegando a convertirse en fobia social, en donde se teme tartamudear frente a las personas, provocando en muchos casos el aislamiento social de quien tartamudea. Esto en último término puede acarrear problemas de depresión e incluso pensamientos suicidas, por lo que un adecuado tratamiento es fundamental.

La reacción del entorno del afectado es importante para la aparición de numerosos síntomas físicos asociados a la tartamudez, sobre todo en los primeros años de manifestación: tensión muscular en cara y cuello, miedo y estrés.

El Día Mundial sobre la Concienciación de la Tartamudez es el 22 de octubre. Fue promovido por la Asociación Internacional de Tartamudos (ISAD).

La tartamudez es conocida desde la antigüedad clásica, y ya Aristóteles señalaba a la lengua como responsable de la misma, incapaz de seguir la velocidad con que fluían las ideas. Esta idea fue sostenida hasta el siglo XIX, en que los cirujanos intentaban corregir la lengua con medios braquiales (dividiendo su raíz, cortándole cuñas, añadiendo prótesis...). Otros, en cambio, recomendaban el ensanchamiento de las vías respiratorias y la extirpación de las vegetaciones adenoides y de las amígdalas.

Sigmund Freud y sus seguidores, corrigiendo la visión anterior, asociaron la tartamudez a crisis nerviosas y a problemas psíquicos, considerando que reflejaba la puja de los deseos reprimidos por salir al exterior.

Su prevalencia se calcula en un 7 por 1000, lo que significa que hay aproximadamente 40 millones de disfémicos en el mundo. Según indican las estadísticas la enfermedad es más frecuente entre los varones con más nivel académico de países desarrollados. Esto podría deberse a que en los demás países se considera una enfermedad menor y ni siquiera se diagnostica.[cita requerida]

Neurofisiológicamente, el tartamudo presenta un funcionamiento deficiente de los centros del habla del hemisferio izquierdo, que se intenta compensar con un mecanismo propio del hemisferio derecho.

No existe una etiología única que explique la mayoría de las disfemias:

Foundas (2001) descubrió que la zona del cerebro llamada Planum Temporale era más simétrica en los tartamudos que en los no tartamudos, mostrando la primera evidencia de anomalías anatómicas entre tartamudos y no tartamudos.[6]

Un estudio realizado por Braun confirmó lo encontrado por Fox: los tartamudos activan más el hemisferio derecho que el izquierdo para hablar.[7]​ Pero además, Braun encontró que el habla fluida del tartamudo estaba más relacionada con la activación del hemisferio derecho que con el izquierdo, más relacionada con el habla tartamuda. De esta manera, se sugiere que la activación del hemisferio derecho puede ser una forma de compensación.

Para diagnosticar en primer lugar debemos diferenciar entre una simple tartamudez evolutiva y una disfemia.

Una tartamudez evolutiva simple puede aparecer durante el proceso de desarrollo del lenguaje del niño, especialmente en torno a los tres años, o bien tras el nacimiento de un hermano como forma de llamar la atención. En ella el niño no sufre los síntomas asociados de miedo, estrés, etc. que sufre el disfémico consciente cuando tiene que enfrentarse a una situación en la que tiene que emplear el lenguaje oral. Además en la tartamudez evolutiva es más frecuente la repetición de palabras enteras. Si el niño mantiene esta tartamudez evolutiva en el tramo comprendido entre los 3 y los 5 años estamos ante una tartamudez episódica o fisiológica. En ninguno de los dos casos es aconsejable la intervención, que hasta puede ser contraproducente, y debemos limitarnos a proporcionar el ejemplo correcto al niño sin castigarle por sus malas articulaciones. Solo un 10 % de los niños con tartamudez fisiológica llegará a desarrollar una disfemia en la edad adulta.

Para poder diagnosticar una disfemia en niños por tanto el sujeto ha de ser mayor de 5 años. Si el niño tiene entre 5 y 7 años estamos ante una disfemia primaria. Si el niño tiene entre 7 y 10 años estamos ante una disfemia secundaria: el niño presenta un agravamiento de los síntomas y se hace plenamente consciente del trastorno, por lo que empieza a adoptar estrategias evitativas como cambiar la sintaxis de las frases o palabras por sus sinónimos para lograr enunciados más fáciles de pronunciar. Además el niño ya tendrá problemas sociales con sus compañeros.

Se realiza mediante la observación y el registro de datos del paciente y su comparación con un registro de habla normal. Su objetivo no es asignar una simple etiqueta, sino determinar los factores que están agravando el trastorno, para minimizarlos en lo posible y lograr una intervención con garantías de éxito. Consta de las siguientes fases:

En cuanto a los instrumentos más frecuentemente utilizados para evualuar disfemias serían:

En cuanto a los factores a evaluar, serían los siguientes:

La tartamudez es extremadamente compleja, no se puede eliminar de un día para otro; se debe seguir un tratamiento global a través de un logopeda ante los primeros síntomas. No hay por qué alarmarse. Debe intentarse identificar en qué cosas le está afectando y de qué manera.

Para el tratamiento de tartamudeo existen aplicaciones móviles y programas para el ordenador. El objetivo principal de tal tipo de aplicaciones es recuperar el círculo articulatorio digo –>oigo –> construyó frase –> digo, etc. utilizando diferentes métodos de tratamiento de tartamudeo. [9]

Usuario interactúa con una aplicación debido a una retroalimentación acústica modificada: habla en un micrófono del auricular y escucha en los auriculares su propia voz procesada según un método especial. [9]

Entre los métodos de tratamiento de tartamudeo las aplicaciones más usadas son las siguientes:

Las características comparativas de varias aplicaciones móviles para el tratamiento de la tartamudez se presentan en la siguiente tabla:

speech

therapy

DAF-Logotherapy

Professional

Speech corrector

Stuttering /

Stammering

Treatment App

iOS

Windows



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