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Terra sigillata



Terra sigillata (abreviado en algunos contextos como TS) es una expresión latina que significa «tierra (o cerámica) sellada» o que ha recibido estampilla o sello,[1]​ referida a un característico tipo de cerámica romana de color rojo brillante. Es similar a la temprana cerámica aretina, siendo ambos tipos emulaciones de originales metálicos más caros, por lo que muestran características esqueomorfas (piezas que en cerámica reproducen formas concebidas en otro material). La cronología de estas producciones abarca desde el siglo I a. C. hasta mediados del siglo III aproximadamente. Normalmente tiende a dividirse en tres tipos de producciones, por zonas de procedencia y claramente diferenciables: TS itálica, sudgálica e hispánica. Un cuarto tipo podrían ser las producciones denominadas TS africana, con una cronología posterior e imitando a estas producciones anteriores.

Es citada como vajilla distinguida por Plinio:

Bajo la denominación de terra sigillata itálica se engloba toda una serie de producciones de barniz rojo de carácter antiadherente. Se desarrolla a partir de la segunda mitad del s. I a. C. perdurando hasta la segunda mitad del s. I d. C. El origen de esta tipología se sitúa en Arezzo, Toscana, donde se ubicaba el más importante centro de producción en época augustea. Se conoce como sigillata porque las piezas van marcadas con sellos (sigilla) del alfarero o del lugar de producción o alfar. Se realizan en serie, se abaratan los costes y se da una comercialización masiva.

Se distinguen 3 fases:

Los talleres gálicos del sur comenzaron a producir entre los años 20 y 40, ocupando masivamente todos los mercados provinciales y compitiendo con la terra sigillata itálica. Los centros de La Graufesenque, Montans y Banasac, son los primeros, dominando la pasta y el barniz rojo oscuro.

Se distinguen varias fases decorativas:

Son las producciones realizadas en Hispania bajo la influencia de las sigillatas itálicas y gálicas. Los talleres del Ebro y en concreto del valle del Najerilla en La Rioja, adquieren una gran importancia, por la cantidad y calidad de sus productos, si bien existieron talleres en otros puntos de la Península, algunos tan importantes como los del centro de producción de Andújar, cuyas cerámicas compitieron con las riojanas en toda la Bética y aún más allá. Su época de aparición se sitúa en el segundo cuarto del siglo I d. C.

La terra sigillata hispánica tardía es, a partir de finales del siglo III o comienzos del IV hasta por lo menos la quinta centuria, un tipo cerámico que se encuentra abundantemente en los yacimientos bajoimperiales, siendo las grandes proporciones en las que aparece y la variedad entre ellas, indicativa de la existencia de una gran diversidad de talleres productores, y si bien los alfares riojanos parecen seguir teniendo una relevancia considerable en este periodo[1], se detecta la presencia de un importante núcleo de talleres en el valle del Duero. A pesar de poseer una marcada personalidad propia, en especial las formas decoradas a molde, es apreciable en ellas la influencia de las sigillatas claras o africanas, en especial de la Africana D y de las gálicas tardías.

Se produjo en el África proconsular y Mauritania desde el siglo I al VII. En una primera fase (terra sigillata africana tipo A) solo se usaba para el comercio local, no siendo hasta la época flavia cuando comenzara una comercialización a gran escala. Las formas más antiguas imitan a las TS hispánicas y sudgálicas.



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