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Terremoto de Cúcuta de 1875



El terremoto de Cúcuta de 1875 o Terremoto de los Andes fue un evento sísmico que ocurrió el 18 de mayo de 1875 a las 11:15:11 a. m. y tuvo una magnitud de 7.5-8.5Mb. Su epicentro fue la ciudad colombiana de Cúcuta, sin embargo también afectó a los municipios del Área Metropolitana de Cúcuta así como al vecino estado venezolano de Táchira.[2]

En este día la ciudad de Cúcuta (así como los municipios metropolitanos de Villa del Rosario, Los Patios, San Cayetano y El Zulia) y los vecinos pueblos venezolanos de San Antonio del Táchira y Capacho fueron destruidas totalmente por este terremoto. Además causó graves daños en algunas poblaciones colombianas como Ocaña como la Iglesia Santa Ana y Pamplona e igualmente poblaciones venezolanas como San Cristóbal, La Mulera, Rubio, Michelena, La Grita, Colón, entre otras, y fue sentido en Bogotá y Caracas.

Aún se observan los restos del Templo Histórico de Villa del Rosario que se colapsó durante el gran movimiento sísmico, las casas de esa época en la zona eran de estilo colonial español, con teja de barro, muros de tapia y patios interiores.

Tres o cuatro sacudidas precedieron al terremoto durante los días anteriores, y tal fue la magnitud de éstos que según los testigos de la época las sacudidas llegaron a agrietar los muros y arrojar al suelo objetos de las mesas.

La segunda sacudida sorprendió a los habitantes el lunes 17 de mayo, a las 5.00: pero menos intensa que la primera. Hubo otra sacudida en la tarde de ese mismo día, y quizás otras dos más la víspera de la catástrofe. Por eso el pueblo de la Villa de Cúcuta estaba aterrado por los temblores.

El gran terremoto, ocurrió el día martes 18 de mayo de 1875 a las 11.15 a.m.. Esa fue la hora que quedó marcada en el reloj de la iglesia de Cúcuta.

Testigos refieren que duró entre 40 y 50s y que hubo tiempo para varios viajes desde el interior de la casa a la calle, con el fin de rescatar a los niños y enfermos. Los testigos concuerdan todos con una de las características de una espesa nube de polvo, que envolvió las poblaciones producto de la caída de las paredes de tierra pisada, adobes y tapias como los techos de caña brava y tejas, que duró muchas horas en el ambiente ya que no soplaba viento alguno, además de un calor sofocante que se sintió después del terremoto.

Acerca en el número de víctimas hay algunas exageraciones, algunos dicen que hubo unos 3.000, otros dicen que la lista de muertos en solo Cúcuta era de 900 a 1000. Sin embargo, el número de cadáveres sacados de las ruinas y contados fueron: 253 hombres y 208 mujeres, para un total de 461, mas no se contabilizaron los muertos de las poblaciones vecinas en un radio de 80 km que quedaron sepultados bajo los escombros de las casas. Hubo fallecidos en poblaciones como la Villa del Rosario, San Luis, Arboledas, Salazar de Las Palmas, Gramalote, Bochalema y San Faustino en Colombia y de San Antonio, Capacho, San Cristóbal, La Mulera, Rubio, Michelena, La Grita, Colón en Venezuela. A más de 100 km de distancia como en Chinácota y más allá de Mérida hubo grandes daños; además, fue sentido a gran distancia como en Bogotá y Caracas, donde fue sentido como un sismo de mediana intensidad que alarmó a sus pobladores.

Fue tan la magnitud del evento sísmico que afloraron aguas termales en los sitios hoy conocidos como "Agua Hedionda", bautizada así por sus olores sulfurosos, "El Tampaco" y "Aguas Calientes".

Como consecuencia del terremoto que fracturó la roca se generan emanaciones de petróleo.[3]

Después del terremoto, la economía local cayó bruscamente y lo poco que tenía eran de donaciones. Las primeras acciones de ayuda oficial hacia los sobrevivientes de Cúcuta datan en una carta fechada el 12 de junio de 1875 dirigida al General Antonio Guzmán Blanco presidente de Venezuela por parte del General José Antonio Baldó. Debido a la colaboración prestada por el general venezolano Juan Bautista Araujo para rescatar víctimas y controlar los saqueos, el gobierno colombiano lo designa general activo del Ejército de dicho país.

El chocolate que tomaba la reina Victoria del Reino Unido, última monarca de la Casa de Hanóver, provenía del cacao que se sembraba en esta región. Al enterarse de la catástrofe la reina contribuyó con 1000 libras esterlinas, dinero que fue usado para la reconstrucción del hospital San Juan de Dios, hoy biblioteca Julio Pérez Ferrero.[4]

Este terremoto ocasionó para los habitantes de la villa la destrucción total y una pérdida de diez millones de pesos colombianos de entonces.



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